Poemas de Nicanor Parra

Influencias

Poema «Defensa de Violeta», de Nicanor Parra, en el ingreso del Museo Violeta Parra en Santiago de Chile.

El poeta fue un gran admirador de la obra de William Shakespeare y en particular de Hamlet.[21]​

Su primer trabajo, Cancionero sin nombre (1937), estuvo fuertemente influenciado por Romancero gitano (1928) de García Lorca. A partir de 1938,[22]​ y especialmente durante su viaje a Estados Unidos en 1943, conoció la obra de Walt Whitman, quien pese a tener una escritura seria, grandilocuente y narcisista, alejada a sus pretensiones, fue un referente para Parra durante aquella época, tanto por su tono relajado como por sus exploraciones con el verso libre. De estas lecturas de Whitman surgieron en Estados Unidos sus veinte «Ejercicios retóricos».[11]​ Unos años más tarde, durante su estancia en Inglaterra, entre 1949 y 1952, conoció la obra de T. S. Eliot (de quien criticó su tono profético), W. H. Auden,[22]​ Ezra Pound, William Blake, John Donne, el psicoanálisis de Sigmund Freud, las películas de Charles Chaplin,[7]​[11]​ el particular humor de Franz Kafka y a los surrealistas. A lo anterior debe agregarse su relación de amistad con varios beatniks de la generación beat, y su conocimiento del arte pop propio de artistas como Andy Warhol.[22]​ Todo esto le fue revelando nuevas técnicas en el manejo del verso, una consciencia acerca de su oficio como poeta,[7]​[11]​ y la maduración de una voz más prosaica, distante e irónica.[22]​

Para el caso particular de La cueca larga (1958), un reconocimiento a la poesía popular, el autor reconoció su influencia en el Martín Fierro de José Hernández.[22]​ En el caso de sus Artefactos (1972), una de sus influencias fue una obra temprana de su contemporáneo Roberto Matta, anterior a los años 1950.[21]​ Parra también reconoce entre sus influencias el dadaísmo de Marcel Duchamp desde sus viajes a Estados Unidos en los años 1960,[22]​ y considera su obra como neodadaísta y neokitsch.[21]​

En cuanto a otros poetas hispanoamericanos, si bien no constituyen influencias literarias propiamente tales, de acuerdo con Óscar Hahn a Parra le interesaban algunos poetas de tendencia postmoderna, que mezclaban la narratividad con el humor: la ironía social de Carlos Pezoa Véliz, la simpleza y el lugar común como recurso literario en Evaristo Carriego, el diálogo con ritmo de prosa de Ramón López Velarde, el sarcasmo crítico del Gotas amargas de José Asunción Silva, la burla y el desencanto de Luis Carlos López.[50]​

Ideología política y filosófica

Parra (sentado) junto a William Thayer (arriba, al centro) y otras personas.

Parra siempre se mantuvo fiel a su origen humilde.[1]​ Reconocido como una persona de izquierdas pero independiente,[22]​ nunca militó en ningún partido, y sus relaciones con la izquierda y la derecha no fueron excluyentes, lo que le trajo varios problemas con partidarios de ambos espectros políticos. Durante los años 1960, antes del malentendido referido anteriormente con Pat Nixon, el autor tenía buenas relaciones tanto con Cuba y el comunismo como con Estados Unidos,[29]​ si bien se comportaba más como un anarquista. Parra rechazaba los extremos políticos y se mostró díscolo tanto con gobiernos de centroizquierda como de derecha. Fue opositor al gobierno derechista de Jorge Alessandri (1958-1964), al del demócrata cristiano Eduardo Frei Montalva (1964-1970), y si bien en principio se mostró a favor, luego también criticó a la Unidad Popular de Salvador Allende (1970-1973).[22]​ Luego del golpe de Estado de 1973 que dio inicio al período de la dictadura militar, la Junta Militar le ofreció ejercer algún cargo público, propuesta que Parra rechazó,[1]​ para en su lugar convertirse en un destacado opositor de la dictadura de Augusto Pinochet (1974-1990),[22]​ a costa de que varias de sus obras fueran censuradas.[21]​ Pese a esta oposición, Parra tuvo algunas tibias relaciones con el periódico de derecha El Mercurio.[29]​ Este tipo de contradicciones aparentes lo llevó a polemizar con escritores tales como Pablo Neruda,[nota 6]​ Gonzalo Rojas[nota 7]​ o Luis Merino Reyes, mientras este ejercía como presidente de la Sociedad de Escritores. Como defensa, el poeta realizó varios «artefactos» que ironizan acerca de las contradicciones políticas, y tales reflexiones lo llevaron a empatizar con la filosofía de John Keats.[29]​

«yo soy más dadaísta que anarquistamás anarquista que socialdemócratamás socialdemócrata que estalinista». Nicanor Parra[22]​
«Hasta cuándo siguen fregando la cachimbaYo no soy derechista ni izquierdistaYo simplemente rompo con todo». Nicanor Parra, en Artefactos[22]​

En los años 1980, todavía en dictadura, en respuesta a la pugna entre el capitalismo y el comunismo imperante hacia el final de la Guerra Fría, en lugar de ceñirse a un bando fue uno de los primeros poetas hispanohablantes en comenzar a interesarse en el ecologismo político.[29]​[22]​

El antipoeta conoció personalmente a todos los presidentes chilenos elegidos democráticamente, desde Salvador Allende. De todos ellos, solo compartió una relación de amistad con Ricardo Lagos.[1]​

En 2011, su coterráneo Carlos Peña lo consideró «nuestro Heidegger o nuestro Wittgenstein».[29]​


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