Nuestra América

Nuestra América Resumen y Análisis Párrafos 9-12

Resumen

Párrafo 9

Martí comienza este párrafo introduciendo en estilo directo una sentencia del argentino Rivadavia: “Estos países se salvarán” (19). Y comparte que esto es así porque, para el ensayista, impera la moderación, la armonía de la Naturaleza y el influjo de las lecturas críticas, pero, sobre todo, porque considera que está naciendo en América, "en estos tiempos reales, el hombre real" (19).

Párrafo 10

Los pueblos de América suelen querer mostrar de sí mismos una visión bastante europeizada. Ante esa representación errónea, los habitantes del continente, los indios, los negros y los campesinos, no encajan. El pueblo natural, instintivo según el autor, busca sacudir esa gloria falsa. "Ni el libro europeo, ni el libro yanqui, daban la clave del enigma hispanoamericano" (20). Comienza, entonces, a probarse el amor entre los pueblos, que se van conociendo entre sí. El pensamiento comienza a ser propio: los jóvenes americanos entienden que se imita demasiado y que la salvación está en crear, no en copiar; que si la república no abre los brazos a todos, muere. Se estudia y lee para aplicar lo aprendido, no para copiar modelos ajenos. Hay entusiasmo porque la prosa del hombre nuevo americano va cargada de ideas, y los gobernantes de estas repúblicas mestizas aprenden el idioma, la historia y la cultura de su gente.

Párrafo 11

De todos los peligros hasta aquí enunciados, que no son pocos, se va salvando América. Pero hay uno que la acecha inexorablemente: es la demanda de relaciones íntimas que América del Norte, pueblo emprendedor y pujante, le reclama, a pesar de su trato hacia ella. Este trato, sostiene el autor, se basa en el desdén y el desconocimiento. El deber urgente de los pueblos de América es mostrarse unida, vencedora de un pasado sofocante. Es urgente que ese país vecino la conozca, para que la respete y ya no la desdeñe, porque su expansión constituye el mayor de los peligros. Los pueblos, invoca Martí, deben defenderse y contar con "una picota para quien les azuza a odios inútiles; y otra para quien no les dice a tiempo la verdad" (21).

Párrafo 12

En el último párrafo, Martí asegura que "No hay odio de razas, porque no hay razas" (21). Lo que sostiene es que hay una identidad universal del hombre. Para él, peca contra la humanidad quien fomente y propague la oposición y el odio de las razas. Es imprescindible estar alerta ante la amenaza que el país fuerte constituye para las tierras vecinas, aisladas y débiles. No ha de suponerse "una maldad ingénita y fatal al pueblo rubio del continente" (22), que no habla la misma lengua ni ve la realidad de la misma forma. Hay esperanza de unión continental: el autor augura y exclama que ya suena el himno unánime de los pueblos. Apela, para referirse a la salvación de América, a la figura mítica y ancestral del Gran Semí, al que imagina regando sobre estas naciones la semilla para el nacimiento de una América nueva.

Análisis

Planteados hasta aquí los problemas a los que se enfrenta Latinoamérica, vinculados con ese colonialismo aún imperante, el ensayista comienza ahora a dar muestras de esperanza en estos pueblos. No todo está perdido. Toma la palabra de Bernardino Rivadavia, primer presidente argentino, y lo cita: sentencia, en futuro y en estilo directo, que “estos países se salvarán” (19). La condición de su salvación es que dejen de copiar modelos heredados y comiencen a crear.

Esto es posible porque, según sostiene, en estos pueblos están naciendo hombres nuevos, hombres reales, es decir, auténticos, originales y creadores; hombres dispuestos a la convivencia y la aceptación de la diversidad. Esto quiere decir que hay esperanza, porque hay personas dispuestas a hacerlo: se trata de hombres comprometidos con su pueblo, que no quieren ser como los de afuera ni copiarlos. Los conocimientos adquiridos en la universidad son todavía los de tierras ajenas y lejanas, como las europeas, pero eso se está transformando en el territorio latinoamericano: “Las levitas son todavía de Francia, pero el pensamiento empieza a ser de América” (20). Los jóvenes están abriendo los ojos y queriendo que los pueblos se conozcan entre sí. Comprenden, por fin, que crear es mejor que copiar; que conocer lo propio es mejor que conocer solamente lo ajeno; que, para gobernar, hay que hablar el idioma del pueblo.

La labor intelectual en este punto es sumamente importante para luchar contra "el tigre de afuera", pero también contra el de adentro. Martí vuelve a trabajar con la imagen del tigre: cuando menciona al “de afuera”, alude al imperialismo norteamericano y sus políticas expansionistas sobre Latinoamérica; cuando advierte sobre el “de adentro”, se refiere a los problemas internos, a ese afán por parecer europeo cuando se es mestizo, a ese colonialismo latente que hay que vencer.

En los dos últimos párrafos se cierra el ensayo y, para culminar, se hace un recorrido por los diferentes problemas enunciados a lo largo de este escrito, que, en resumidas cuentas, se vinculan con aquello que se menciona anteriormente como el “tigre de adentro”, es decir, los problemas internos: las prácticas coloniales aún vigentes, las enemistades entre países vecinos, la petulancia y el lujo a los que aspiran algunas metrópolis. La advertencia que se pone en primer plano en esta parte del ensayo, sin embargo, ahora no es para esos peligros, sino para el mayor de todos: Martí previene sobre la expansión de Estados Unidos como potencia imperial. Ese es el gran peligro al que se enfrenta Latinoamérica. Ante esto, es imperioso que los pueblos trabajen mancomunadamente en ese bloque que hace a "Nuestra América", desde México hasta el extremo sur del continente, para hacerse conocer, garantizar su defensa y mostrar su fortaleza.

Concluye su exposición oponiéndose al racismo que, durante muchísimo tiempo, imperó en el mundo a la hora de referirse a esta América mestiza. Estados Unidos, el “pueblo rubio del continente” (22), puede no conocer el territorio y a su gente, y por eso desdeñar a América, pero es hora de que la conozca y la acepte unida e independiente. América Latina debe darse a conocer. Y, para ellos, sus pueblos ya están conociéndose y se están mostrando unidos entre sí.

Alude, para cerrar, a un personaje mítico: el Gran Semí, figuración mítica del Padre Amalivaca, dios creador del mundo y de la humanidad según las creencias de los indios tamanacos, población originaria que habitó el territorio de Venezuela en el siglo XVI y que luchó vehementemente contra los conquistadores españoles. El relato antropogónico, es decir, el mito que relata el origen de la humanidad para esta comunidad, cuenta que el Gran Semí es el encargado de regar, junto con su mujer, la tierra de semillas. De esas semillas, nacen hombres y mujeres que repueblan la tierra luego de una catástrofe. Martí utiliza esta figura para dar cuenta del nacimiento de los nuevos hombres latinoamericanos: la esperanza del continente.