Nuestra América

Nuestra América Resumen y Análisis Párrafos 1-2

Resumen

Párrafo 1

El ensayo comienza apelando a la figura del aldeano vanidoso y cómodo que cree que en su aldea se condensa el mundo. Esta persona, siempre y cuando no sea molestada y obtenga beneficios, está tranquila en su realidad. No se da cuenta del peligro que suponen "los gigantes que llevan siete leguas en las botas" (15), y que con ellas pueden aplastarlo, o "los cometas en el Cielo, que van por el aire dormidos, engullendo mundos" (15). Se alienta, entonces, al despertar de lo que quede aún de aldea en América: se postula que son tiempos de tomar las armas del juicio y de las ideas.

Párrafo 2

Se alude a la fuerza inquebrantable de las ideas y se la compara con la bandera mística del juicio final, que nada, ni la fuerza de un "escuadrón de acorazados" (15), puede romper. Se advierte sobre la necesidad imperiosa de unión de los pueblos: que los que aún no se conocen, procedan a hacerlo; que los que tienen diferencias entre ellos, las hagan a un lado; que aquellos que han tomado por la fuerza tierras ajenas, las devuelvan. Ya no es posible que los pueblos sean como árboles dóciles, que responden según el clima que les toca en suerte. Es necesario pasar a la acción: "¡los árboles se han de poner en fila, para que no pase el gigante de las siete leguas!" (15).

Análisis

Este ensayo no es el primer texto que José Martí escribe sobre los temas que se tratan aquí. Es, más bien, el que condensa y abrevia las ideas que el autor presenta, antes de esta publicación, en diversas crónicas para diarios latinoamericanos; en el contexto de la primera Conferencia Internacional Americana, realizada en Washington entre el 2 de octubre de 1889 y el 19 de abril de 1890; y en un discurso conocido como "Madre América", ofrecido, en 1889, a distintos representantes de los países del continente. "Nuestra América", publicado en enero de 1891, surge como una fuerte advertencia del autor sobre una situación relacionada con cierta idea de panamericanismo que Martí considera que se está gestando en Estados Unidos y que resulta extremadamente peligrosa para el continente latinoamericano.

Con ese evento internacional realizado en Washington, Estados Unidos pretende establecer lazos comerciales con Latinoamérica a través de un intercambio que lo promueve como mercado productor, y a los otros países, los latinoamericanos, como consumidores. Martí advierte, en esa voluntad expansionista del país del norte del continente, el peligro de una nueva colonización. Cuando la mayor parte de las naciones latinoamericanas se encuentra independizada del yugo ibérico, advierte el pensador, el principal peligro surge del mismo continente. Para poder hacerle frente a ese país poderoso que acecha con su imperialismo, Martí escribe este ensayo, en el que brega por la unión solidaria de los pueblos latinoamericanos, por la reivindicación e inclusión de todos sus habitantes y por la autenticidad de la tradición y las ideas propias que permitirán la salvación del continente. Lo hace, además, en un momento de su vida en el que está más cerca de las acciones libertadoras que de las letras: un año después fundará el Partido Revolucionario Cubano y en 1895 morirá, en tierras cubanas, luchando por la independencia de la isla. Este ensayo es también un instrumento para que esa unión latinoamericana por la que lucha sea una eventual herramienta para la defensa de la independencia cubana.

El título “Nuestra América” anticipa dos temas que se trabajan en el texto. Por un lado, el adjetivo posesivo “nuestra” intenta unir en esa expresión a los pueblos latinoamericanos. Por otro lado, ese adjetivo, así como incluye, excluye: hay una América nuestra y una que no lo es. La América “nuestra” está conformada por los pueblos de América Latina; la América ajena, la excluida de ese “nuestra”, está constituida por la América anglosajona, la de Estados Unidos de América. Así como se apropia de América a través de ese término, Martí reafirma la frontera con la otra América, la angloparlante. Además, lo que el autor propone implícitamente al sentenciar que hay una América “nuestra” es que Cuba, su patria, que todavía está bajo dominio español, es parte de esa América constituida, en su mayoría, por países ya independizados.

En los dos primeros párrafos se advierte sobre el peligro al que está expuesta la América hispanoparlante, y se postula que la forma propicia de protegerse de ello es a través de la unión de los países latinoamericanos.

En el primer párrafo, en primer lugar, aparece el tema del regionalismo. Se presenta la imagen controversial de un aldeano vanidoso: una persona que solo es consciente de lo que le incumbe personalmente y que es ajena a todo lo que no le genere malestar a sí mismo. Martí, en realidad, no está aquí refiriéndose a una persona en particular sino que utiliza la figura del aldeano como un símbolo para representar a ciertos habitantes o a ciertos gobiernos de Latinoamérica, a quienes considera con miras bastante estrechas. Aldeano es quien peca de regionalismo; es quien, satisfecho con lo propio, se cierra sobre sus propios intereses sin prestar atención a lo que sucede a su alrededor o a lo que les falta a los demás. Es alguien conformista y egoísta.

En segundo lugar, en este primer párrafo aparece el tema del peligro. Distraído como está en sus propios temas, ese aldeano está en apuros y no lo sabe: lo pueden aplastar los gigantes de siete leguas o lo pueden engullir los cometas. Aquí, Martí utiliza estas dos metáforas para referirse a Estados Unidos y a las otras grandes potencias mundiales de Europa. El gigante de las siete leguas, personaje arquetípico de los cuentos maravillosos tradicionales, es el país del norte del continente, la gran metrópoli, y sus políticas expansionistas. Los cometas que, dormidos, es decir, irresponsables, engullen mundos son las grandes potencias que se disputarían el comercio y otras políticas colonialistas en el territorio latinoamericano. Se apela a la imagen de estos cometas, que es parte de un antiguo relato de los macuxíes, un pueblo indígena habitante de la selva amazónica.

Frente a este panorama, Martí lanza una arenga: llama al despertar de la aldea hispana. Sentencia que no son tiempos “para acostarse con el pañuelo a la cabeza, sino con las armas de almohada” (15). Asocia, así, por primera y no única vez en el texto, lo femenino (el pañuelo en la cabeza) con la debilidad y lo masculino con la valentía, por lo que compara la situación de las armas con los varones de las obras de Juan de Castellanos, un poeta español del siglo XVI. No se trata de armas de guerra sino de las armas del juicio y la razón, porque, como sentencia proverbialmente, para él, “trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra” (15). Es decir que los pueblos latinoamericanos deben dejar de comportarse como aldeanos vanidosos para comenzar a trabajar juntos y organizarse en pos de enfrentar esos peligros que acechan: elucubrar ideas en conjunto. No hay que actuar sin pensar. Además de hacer alusión a las ideas que deben forjar, se alude aquí a la fuerza de la cultura propia, a la que hace referencia de forma más directa más adelante en el texto.

El segundo párrafo también se abre con una metáfora que toma la forma y la fuerza de un proverbio: “No hay proa que taje una nube de ideas” (15). Se refiere, entonces, a la resistencia de las ideas y la razón, más fuertes que un escuadrón de acorazados, y a la organización latinoamericana como vehículo para lograr fortaleza. La unión de los pueblos se convierte en el proyecto urgente e ideal para enfrentar el peligro. Para lograr esa unión es necesario el reconocimiento entre los países latinoamericanos como hermanos: deben conocerse entre sí y deben perdonarse sus diferencias y los acontecimientos pasados que en algún momento pudieron ponerlos en bandos antagónicos. Afirma que no pueden los países latinoamericanos comportarse como aquellos que los han colonizado. Alude con esto, tal vez, a cuestiones de disputas territoriales, como las sufridas en la Guerra del Pacífico entre Chile, Bolivia y Perú. El autor utiliza aquí una imagen en la que los diferentes países latinoamericanos son representados por árboles erguidos que, juntos, no permiten el paso de aquel peligroso gigante constituido por las fuerzas imperialistas de Estados Unidos.