María

María Resumen y Análisis Capítulos XL-LIII

Resumen

Capítulo XL

Al día siguiente, Efraín se dirige a las haciendas porque Feliciana, antigua criada de la familia, está muy enferma. Lo acompaña Juan Ángel, su jovencísimo sirviente, que es hijo de Feliciana. El doctor Mayn ha dejado de atenderla por un viaje de urgencia. Lo reemplaza otro médico, en quien Efraín no confía demasiado. La mujer padece hepatitis y va a morir. Efraín ordena que se sumen más esclavas a su cuidado.

Conmovido por el estado de la mujer, Efraín narra su historia de vida, a la que le dedica algunos de los capítulos más extensos de la novela. Feliciana nace en África, es hija de Magmahú y su nombre original es Nay. Su padre es un jefe del ejército achanti que decide exiliarse después de unas guerras entre distintos pueblos africanos y ejércitos ingleses, colonizadores de la zona. Sinar, hijo de Orsué, jefe de otro pueblo africano sometido por Magmahú, ha trabajado como sirviente en su casa. No le cuenta a nadie que es hijo de Orsué, para que no lo castiguen por ser familiar del jefe derrotado. Nay es la única que conoce el secreto, y ellos se quieren mucho desde que ella es una niña. Un día, Sinar le propone escapar juntos para casarse y ser reyes de su pueblo, pero ella no quiere traicionar al padre.

Un tiempo después, los ingleses les declaran la guerra y Sinar decide luchar junto a Magmahú en contra del enemigo común. En la pelea, Sinar recibe un balazo en el brazo izquierdo. Nay cura la herida a escondidas de su padre. Magmahú decide abandonar su patria y sacrificar a Sinar como ofrenda a los dioses. Sin embargo, Nay le cuenta que lo ama y se ponen de acuerdo entre los tres para partir junto a treinta esclavos. Llegan a Gambia y son muy bien recibidos. Allí conocen a un sacerdote francés.

Capítulo XLI

Sinar y el sacerdote pasean juntos a diario. El joven se siente un poco triste y Nay está preocupada. Conversan y se declaran amor el uno por la otra.

Capítulo XLII

Nay y Sinar se convierten al cristianismo y se casan. Durante los festejos, reciben el ataque de un pueblo enemigo y Magmahú muere. Para salvar la vida de Sinar, Nay se entrega como esclava de los enemigos. Algunos días más tarde la separan de su esposo para siempre y la embarcan hacia América como esclava. Al llegar a Colombia, la llevan junto a otros esclavos a la casa de William Sardick, un irlandés casado con Gabriela, mujer mestiza nacida en Cartagena.

Capítulo XLIII

Sardick explota minas de oro en el Chocó y está asociado a su hermano, Thomas, que vive en Cuba y trafica personas negras para esclavizarlas. Gabriela descubre que Nay es cristiana y por eso la protege y le enseña español. Nay está embarazada y por eso todavía no la han vendido. Apenas nace el niño, lo bautiza.

Unos meses después, el padre de Efraín pasa por la casa de Sardick volviendo de Jamaica con la pequeña María, tras haberla adoptado. Nay toma mucho cariño por la niña. El padre se indigna al conocer que Sardick y su hermano esclavizan personas, ya que las leyes del país lo prohiben para ese entonces. Sin embargo, no dice nada y luego compra a Nay para liberarla y pedirle que sea la aya (o niñera) de María. Nay acepta y tanto ella como su hijo, Juan Ángel, se mudan a la casa de la familia.

Capítulo XLIV

Efraín organiza el entierro de Feliciana y en el mismo viaje entrega su carta para el Sr. A... donde le confirma que viajará con él a Europa pocas semanas más tarde. Esa misma noche, Feliciana fallece. Juan Ángel, Efraín y todos los esclavos de la hacienda la velan. Efraín le promete a Juan Ángel cuidarlo como miembro de la familia.

Capítulo XLV

Pasan ocho días de la muerte de Feliciana y el clima se calma un poco. El padre de Efraín le otorga total libertad a Juan Ángel y este decide acompañar al joven en su viaje a Europa.

María y Efraín pasean por los jardines a solas algunas veces. Ella junta flores y juega con ellas. Por momentos recuerdan que él debe viajar y lloran juntos. Una tarde, durante el paseo, María le cuenta que ha sembrado un rosal que representa su amor. Si Efraín dejara de amarla, el rosal dejaría de dar flores. La chica cree que así será porque se lo ha pedido a la Virgen. Además, ha sembrado una mata de azucenas de la montaña debajo de la ventana de la habitación de Efraín. Se propone colocar una azucena en cada carta que le envíe a Europa, para comunicarle cosas que no podría escribir con palabras.

Capítulo XLVI

María y Efraín se encuentran durante un paseo. Al regresar a la casa, se hablan del amor que sienten. Ella está un poco celosa: teme que él conozca otras mujeres en Europa.

Capítulo XLVII

Efraín debe viajar a la ciudad junto a su padre para preparar su viaje a Europa. Mientras preparan el equipaje, María le da un anillo que tiene grabadas las iniciales de sus padres, y Efraín le da a cambio otro con sus propias iniciales en la cara interior. En ese mismo momento, ambos ven pasar al ave negra de mal augurio. Se asustan.

Capítulo XLVIII

Antes de ir hacia la ciudad, Efraín pasa por la casa de Carlos para despedirse. Este le cuenta a su amigo que piensa en Matilde, una mujer de la ciudad a la que quisiera traer al campo para casarse con ella. Efraín piensa que las llanuras y los campos donde viven son el paisaje perfecto para amarse. Luego se saludan, tristes por la despedida.

Después, el protagonista pasa a despedirse de Custodio y su familia. El hombre le habla de sus preocupaciones por los amores de Salomé, su hija, y le pregunta si la chica podría pasar un tiempo en la casa para recibir la buena compañía de Emma y María. Un poco más tarde, Efraín conversa a solas con Salomé para tratar de resolver el asunto. La describe como una mujer mestiza muy hermosa y simpática.

Capítulo XLIX

Efraín, Salomé y su hermano menor, Fermín, salen de paseo. Ella le cuenta a su amigo que está enamorada de Tiburcio y no de Justiniano. Efraín se propone hablar con Tiburcio para ayudarlos en su relación y evitar confusiones. Luego regresan a la casa y Efraín se despide de la familia. En el camino, se encuentra con Tiburcio. Conversan y Efraín le recomienda que visite a Salomé para hablar de sus sentimientos.

Capítulo L

María está tan triste que parece tonta; está distraída. Le dice a Efraín que no sabe cómo pasará tantos años sin él, aburrida en la casa. Le dice que morirá esperando. Él le pide que no hable así y que deje de llorar. Finalmente, la besa en los cabellos por primera vez. Ella aproxima sus dedos a los labios de él, pero no llega a tocarlos.

Capítulo LI

Dos días antes de su partida, Efraín se dirige a las montañas junto a José para despedirse de su familia. Lo reciben con mucha alegría y almuerzan todos juntos: Braulio, Tránsito, Lucía y la madre de las chicas. Antes de irse, le regala su escopeta a Braulio. Finalmente, todos se despiden de Efraín, muy conmovidos.

Capítulo LII

María está muy triste porque se aproxima la fecha de partida de Efraín. Le reclama que haya pasado tanto tiempo de visita en la montaña. Ha desobedecido a su madre y se ha dedicado a plancharle las camisas, tarea peligrosa por el peso de las planchas.

Capítulo LIII

Al comienzo del capítulo el narrador asegura que escribe estas páginas cargado de emoción, derramando lágrimas, y nos recuerda que su historia es triste. Pasa la última noche antes de su viaje sin poder dormir. A la mañana se despide de toda la familia, todos lloran. María, vestida de blanco, lo espera en el oratorio para despedirse a solas. Ambos lloran mucho y Efraín le da un beso en la frente.

Análisis

Este segmento de la novela presenta una historia enmarcada: el relato de la vida de Nay/Feliciana. Este relato puede parecer una digresión, como si el narrador “se fuera por las ramas”, pero en realidad aporta muchas claves para la lectura de la obra. Feliciana es una trabajadora de la hacienda y ha sido la niñera de María. Su nombre de nacimiento es Nay, y es una mujer de origen africano. Es hija de un guerrero africano y, tras ser capturada por un traficante de personas esclavizadas, la llevan a América de manera forzada. El padre de Efraín la compra y le da la libertad. Esta mujer y su historia funcionan como un espejo de la vida de María.

El paralelismo entre ambas tiene muchos puntos de contacto. En primer lugar, a ambas les cambian el nombre y esto se relaciona con el abandono de sus primeras religiones. Ambas se convierten al catolicismo. La novela presenta esos cambios de religión como algo positivo. En segundo lugar, ambas pierden a sus familias de manera trágica y quedan solas en el mundo. El padre de Efraín se figura como salvador en ambos casos; les ofrece protección, casa y afecto. De hecho, el hombre compra y libera a Feliciana en el mismo viaje en que adopta a María. En tercer lugar, ambas encarnan en vida la cuestión del desarraigo, central para toda la obra. Así como Efraín se ve constantemente alejado de la tierra natal, ellas se han visto forzadas a vivir lejos de sus orígenes. El tema del desarraigo se presenta con potencia y contribuye con el tono nostálgico y trágico de la novela.

La muerte de Feliciana se produce en el mismo momento en que Efraín confirma su viaje a Europa con el Sr. A… En ese sentido, el fallecimiento de la mujer funciona como otro indicio del final trágico para la narración. La historia de vida de esta mujer exhibe muchos puntos en común con la de María, y también refleja su destino fatal.

El relato sobre Nay/Feliciana sirve, además, para reforzar la imagen del padre como “buen” hacendado, como modelo ideal de hombre de la elite terrateniente. Esto se muestra en el trato cercano y afectuoso que dirige a peones y esclavos. El hombre le ha dado su libertad a Feliciana y la trata como si fuera de la familia, tal como lo hace con María. Efraín sigue el ejemplo de su padre: ordena que Feliciana reciba los mejores cuidados en su lecho de muerte y se maneja como “buen amo” de Juan Ángel, hijo de Feliciana que trabaja como criado del protagonista. Esta conducta se plasma también en la relación de Efraín con Tiburcio y Salomé, que pertenecen a una clase social baja. El protagonista funciona de nuevo como mediador entre enamorados desde una posición de cercanía y amistad.

La muerte de Feliciana genera conmoción en todos los miembros de la familia. Esa tristeza se entremezcla con la partida del protagonista. Efraín y María aprovechan sus últimos días juntos antes del viaje a Europa. Comparten paseos por los jardines. Ella le muestra que ha plantado un rosal y juntos plantan una mata de azucenas. Estas dos plantas y sus flores simbolizan el amor que se prometen mantener a la distancia. Se trata de las mismas flores que representan sus sentimientos desde el comienzo de la novela. Además, estas plantas retoman la cercanía entre María y la Virgen. La muchacha hace una promesa para que la Virgen mantenga vivo el amor de Efraín. Se potencian los rasgos católicos de la protagonista como modelo de mujer americana. Es importante destacar que la belleza de María también se compara con la de la Virgen en varias ocasiones.

En ese sentido, es posible identificar, junto al crítico Enrique Anderson Imbert, la alegoría de “la novia de la muerte” en la figura de María. Se trata de una joven destinada a morir porque no puede ser inocente, es decir, virgen. Si explora el amor y las pasiones, morirá. Desde el comienzo de la novela, ella funciona como vehículo de la ruina familiar; su destino viene acompañado de muchas desgracias. La enfermedad de la chica y el amor pasional que siente por Efraín trabajan de la mano para llevarla a la muerte. La crítica literaria Doris Sommer afirma que “La niña literalmente libra una lucha a muerte consigo misma” (p. 464), y la clasifica como “la niña/mujer perfecta que debe morir o convertirse en otra cosa”. Esta caracterización de la protagonista es un rasgo típico del romanticismo literario. El hecho de que Efraín bese sus cabellos y ella acerque sus labios a los de él en este punto de la novela indica la peligrosidad de ese contacto: muy poco tiempo después ella morirá. La figura de la “novia de la muerte” puede leerse en el hecho de que María usa vestidos blancos los días previos a la partida de Efraín.

En esta sección de la obra abundan los pasajes de tema amoroso, las conversaciones en complicidad entre los protagonistas, el sufrimiento de ambos por la inminente separación y las promesas de amor eterno que se profesan. Todas estas características se destacan en la obra como gran novela sentimental. Como se ha analizado, justo antes de contar su partida, el narrador declara que escribe estas memorias conmovido por la tristeza, en llanto. Esta línea reconecta con la propuesta de la dedicatoria e invita a los lectores a sentir también esa tristeza por el amor perdido.