La siesta del martes

La siesta del martes Elementos Literarios

Genero

Cuento - Realismo social.

Configuración y Contexto

El cuento transcurre en un pueblo perdido en el Caribe, durante la hora de la siesta de un día martes.

Narrador y Punto de Vista

El cuento está narrado en tercera persona por un narrador omnisciente. Al inicio del relato, el narrador se limita a referir aquello que observa. Sin embargo, luego realiza una retrospectiva y revela al lector —desde su condición de omnisciente— informaciones que van más allá de lo simplemente observable.

Tono y Estado de Ánimo

El tono del relato es parco y sencillo. El narrador no hace uso de un lenguaje complejo o floreado, sino que busca presentar los hechos desde una perspectiva objetiva y libre de ornamentos.

Protagonista y Antagonista

La protagonista del relato es la madre, mientras que los antagonistas son aquellos que la juzgan por los actos de su hijo, es decir, el cura, la hermana del cura y el pueblo.

Conflicto Principal

Una madre quiere visitar la tumba de su hijo, un joven ladrón asesinado al tratar de forzar la puerta de entrada de una casa. Para eso, debe realizar un largo viaje y enfrentarse a la mirada reprobatoria de los habitantes del pueblo en el que murió su hijo.

Climax

El clímax del cuento sucede en el momento en que el sacerdote descubre que la casa cural está rodeada por la gente del pueblo, quienes esperan expectantes la salida de la madre del ladrón.

Presagio

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Atenuación

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Alusiones

Como suele suceder en los relatos de García Márquez, “La siesta del martes” contiene una alusión al universo narrativo del autor: se trata de la mención del coronel Aureliano Buendía, uno de los protagonistas de la novela 'Cien años de soledad’.

Imágenes

Ver sección “Imágenes”.

Paradoja

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Paralelismo

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Metonimia y Sinecdoque

El narrador utiliza una metonimia y reemplaza a los bananos por "racimos verdes" (p. 95).

Personificación

El narrador personifica el tren al utilizar el verbo "correr" para indicar su desplazamiento: “El tren empezaba a correr de nuevo” (p. 96).