La marca en la pared

La marca en la pared Imágenes

La marca en la pared

La marca en la pared le da el título al cuento, es lo que motiva los pensamientos de la narradora y lo que la ayuda a escaparse de la realidad. Dicha marca, cuyo origen perturba a la narradora hasta el final del cuento, se describe como "... pequeña y redonda, negra sobre la pared blanca, situada a unos quince centímetros sobre la chimenea" (p. 7).

Más adelante, la narradora la observa con más atención y destaca nuevos aspectos: "Bajo ciertas luces la marca pareciera, en efecto, proyectarse desde la pared. Tampoco es completamente circular. No podría asegurarlo pero pareciera proyectar una sombra perceptible que hace creer que, de recorrer con el dedo esa grieta, en determinado punto se elevará y descenderá un pequeño montículo" (p.12).

La naturaleza

Desde la concepción de la narradora, la naturaleza se contrapone al orden humano. Como consecuencia, la narración está plagada de imágenes que invocan su gusto por lo natural:

Me gusta pensar en los peces nadando contra la corriente como banderas flameando y en los escarabajos de agua atravesando lentamente montículos de lodo sobre las camas de agua. Me gusta pensar en el árbol en sí mismo: primero, en la cercana sensación de sequedad de la madera; después, pensarlo bajo la tormenta; y más tarde en el lento, delicioso rezumar de la savia (p. 14).

Las imágenes de la naturaleza están intencionalmente cargadas de belleza y de importancia. Así, por ejemplo, al hablar de la vida, la narradora piensa: "Y después la vida. Los gruesos tallos verdes tirando suavemente hacia abajo para que el capullo de la flor, al abrirse, nos invada con su luz púrpura y roja" (p. 9).

Momentos después, cuando la narradora piensa cómo sería su mundo ideal, nuevamente la naturaleza cobra protagonismo:

Sí, uno podría imaginarse un mundo realmente agradable; calmo, espacioso, con flores rojas y azules en los campos. Un mundo sin maestros, ni especialistas, ni amas de casa con el perfil de policías; un mundo que uno pudiera recortar con el pensamiento, como un pez recorta el agua con su aleta, rozando los tallos de los lirios, suspendidos sobre nidos de blancos huevos de mar (p. 13).

La luz

La percepción y el flujo de pensamiento de la narradora se concentran con frecuencia en la luz. Cuando describe su primer avistamiento de la marca, indica: "Así que ahora pienso en el fuego, en la luz amarilla fija sobre la página de mi libro" (p. 7). Luego, la luz aparece, colorida y avasallante, para hablar sobre la vida: "Y después la vida. Los gruesos tallos verdes tirando suavemente hacia abajo para que el capullo de la flor, al abrirse, nos invada con su luz púrpura y roja" (p. 9).

En las fantasías más abstractas de la narradora también se hace presente la luz, como en este pasaje en el cual se imagina la vida en el agua: "Qué bien se está aquí en el fondo, enclavado en el centro del universo y observando a través de las aguas grises, con repentinos destellos de luz y sus reflejos" (p. 13). En este otro pasaje, la narradora se imagina cómo sería nacer entre las plantas: "No habrá nada más que espacios de luz y oscuridad atravesados por gruesos tallos, y más bien en lo alto, tal vez, manchas con forma de rosa de vagos colores, tenues rosas y azules que, con el tiempo, se volverán más definidos, se volverán no sé qué cosa" (p. 9).

Cerca del final del relato, la luz rescata a la narradora de una pesadilla y funciona como resguardo contra los pensamientos ominosos: "Aquí hay algo definido, algo real. Así, saliendo de un horroroso sueño de medianoche, rápidamente uno enciende la luz y se queda inmóvil, admirando la cajonera" (p. 14).