Fausto

Fausto Resumen y Análisis Ante la puerta de la ciudad, Aldeanos bajo el tilo

Resumen

Ante la puerta de la ciudad

Fuera de la ciudad de Burgdorf hay gente paseando y hablando. Un grupo de Estudiantes vaga en busca de chicas y algo de comer. Un grupo de sirvientas habla sobre un hombre al cual desearían conocer. Otro grupo de estudiantes y algunas hijas de burgueses hablan sobre su propio aspecto y sueñan con casarse mientras sus padres discuten sobre política y celebran sus vidas sencillas. Un grupo de soldados hace guardia alrededor del castillo del pueblo y sueña con ir a la guerra.

Fausto y Wagner pasean, manteniendo una intensa conversación. Fausto admira la belleza de la primavera, a los campesinos del pueblo, todos al aire libre celebrando la Pascua. Admira la energía y el entusiasmo de la multitud, el modo en que convierten el lugar en su paraíso. A Wagner le sorprende la capacidad de Fausto para encontrar tanta belleza en asuntos tan profanos. Él, en cambio, considera vulgar la alegría de la multitud.

Aldeanos bajo el tilo

Los campesinos cantan una canción sobre un muchacho que, tras jugar un rato con una muchacha, acaba tocándola y seduciéndola. La canción termina con una lección sobre cómo los hombres engañan a sus mujeres, y cómo las mujeres se enamoran de los hombres y caen en sus tretas.

Un campesino se acerca y alaba a Fausto, contándole a todos cómo Fausto y su padre, un médico, dieron medicinas y consuelo al pueblo durante una epidemia de fiebre años atrás. Luego, el protagonista se hunde en un estado de ánimo sombrío. Le cuenta a su amigo que, en realidad, ni él ni su padre sabían cómo curar a muchos moribundos, y en la búsqueda por encontrar un antídoto para la enfermedad, inventaron pociones y venenos que dejaron muchos más muertos. Wagner intenta consolar a Fausto diciéndole que una persona solo puede saber lo que ha aprendido y que puede aprender de sus errores, pero Fausto insiste en que lo que no sabemos es justamente lo que necesitamos. Luego observa el paisaje y sueña con tener el punto de vista de un pájaro, navegar por encima de toda la naturaleza, eso debe ser, según él, el punto de vista del Espíritu. Fausto daría todo, dice, por tener la capacidad de vagar con los espíritus entre el cielo y la tierra. Wagner le advierte que no invoque presencias espirituales. Entonces, Fausto se sobresalta al ver un perro negro azabache corriendo.

Análisis

El escenario de estas escenas contrasta con el de “Noche”. El lector se asoma a la vida ordinaria de este pequeño pueblo alemán. A través de pequeñas conversaciones entre estudiantes, muchachas, hombres de negocios y soldados, Goethe presenta la vida mundana, fresca, inmediata de los aldeanos, que contrasta con el mundo denso, oscuro y deprimido en que vive Fausto. Como es usual en la literatura romántica, lo mundano y lo ordinario guardan una relación casi armónica con lo divino, mientras que la cultura de las élites y los intelectuales se presenta como un camino hacia la perturbación existencial y la angustia.

Fausto vuelve a mostrar su perturbación interior en su conversación con Wagner. Mientras caminan al aire libre, en primavera, él nota lo feliz que parece la gente y sabe que debería vivir de ese modo, pero ese contexto no tiene ya magia para él. En términos críticos, debemos especificar que esta magia a la cual refiere aquí Fausto se asocia intrínsecamente al cristianismo: los campesinos se encuentran en la celebración de la Pascua, en la rutina anual de la fe, que permite al pueblo experimentar, entre otras cosas, el ciclo de vida y resurrección. Como Fausto no comparte esta fe, vivir como si la compartiera no tendría sentido, ya que solo repetiría rituales sin atravesar ninguna experiencia espiritual. Así, Fausto se muestra aprisionado, sin posibilidades para salir de su depresión existencial, depresión a la que parece haberse conducido él mismo al encerrarse durante años en su gabinete de estudio.

Uno de los temas importantes que trata Goethe en el Fausto tiene que ver con un debate que empezaba a ser vigente en la época, que es el de la capacidad de la ciencia para suplantar a la naturaleza. En la época de Goethe, se empiezan a hacer muchos descubrimientos y progresos científicos, relativos a la electricidad, el urbanismo, la máquina a vapor. Y Goethe ironiza sobre la capacidad de la ciencia para suplantar la naturaleza; cuestiona que la ciencia sea realmente capaz de curar y salvar vidas en vez de ponerla más en peligro. Es esto lo que aparece en la conversación de Fausto y Wagner sobre la labor de su padre en medicina, conversación que le permite a Goethe presentar argumentos a favor y en contra del beneficio de la ciencia para la sociedad. El padre de Fausto era médico e intentó curar a quienes padecían la peste. Sin embargo, todo lo que siente el protagonista es que él y su padre, con el pretexto de la ciencia, aceleraron el ritmo de muerte de muchos. Wagner intenta contrarrestar esto al afirmar que toda ciencia o conocimiento debe construirse sobre los éxitos y fracasos de los anteriores. Así, Goethe pone en escena una de las tensiones centrales en el pensamiento de la Ilustración europea, la que se dirime entre la capacidad de la razón objetiva para generar progreso y la necesidad del individuo de volver a un estado más sensible, primario o natural.

El discurso de Fausto hacia el final de la escena muestra el hundimiento en que se halla el personaje. Fausto, al ver el sol poniente, se imagina volando alto sobre el mundo, contemplando los mares y la tierra desde arriba. Este anhelo desesperado deja en evidencia la infinita frustración que azota al hombre, destruido anímicamente por la sensación de falta de sentido y de no tener lugar en el mundo. Fausto, en su voluntad de alcanzar lo divino por medio del intelecto, ha creado su propia prisión, y ahora solo vislumbra la posibilidad de lo sagrado en el mundo de la naturaleza.

Los eruditos señalan que esta escena es una representación de varios mitos del alma que se remontan a la filosofía griega antigua y que encontraron su camino en la filosofía de la época de Goethe. La Doctrina de las Dos Almas es especialmente evidente en el monólogo de Fausto. Esta doctrina establece que el alma tiene dos intereses o impulsos en competencia. Un impulso es el racional, encarnado aquí en el trabajo académico y científico de Fausto. El otro impulso es el de la imaginación, o el impulso espiritual, tal como lo describe el sueño de Fausto de volar sobre el mundo. Wagner tendría solo el impulso racional y ningún deseo o pensamiento imaginativo o espiritual. Sin embargo, estos dos impulsos, si están desequilibrados entre sí, no producen el tipo de satisfacción que Fausto espera lograr. Como el lector verá más adelante, una vida de pasión se convierte para Fausto en una prisión tanto como una vida de razón y trabajo.