Cuentos de la Alhambra

Cuentos de la Alhambra Resumen y Análisis El balcón, La aventura del albañil, El patio de los leones, Los Abencerrages, Tras las huellas de Boabdil

Resumen

"El balcón"

Irving describe el paisaje desde el balcón central del Salón de los Embajadores. Disfruta enormemente de inventar historias sobre lo que presencia. Por ejemplo, en una ocasión ve a una novicia en su ceremonia para tomar los votos de monja. Desde el balcón empieza a imaginar una historia de amor prohibido, en la que ella es una mujer bella que no quiere entrar al convento, pero ha sido obligada a ello por su padre tirano. Uno de los invitados a la ceremonia parece ser el amante que sufre también al ver a su amada consagrarse a la vida religiosa. Todas estas fabulaciones se rompen cuando Mateo, su criado en la Alhambra, le cuenta a Irving la verdadera historia: la monja está feliz de tomar los votos.

Luego de eso, Irving retoma la descripción de lo que ve desde el balcón y hace un retrato de algunas costumbres. En eso se encuentra Irving cuando Mateo empieza a contarle una anécdota que será el cuento que sigue.

"La aventura del albañil"

Es la historia de un albañil pobre que ayuda a un cura a construir una cripta para guardar unas jarras con su dinero. El cura avaro conduce varias noches al albañil hacia la casa donde debe cavar la cripta, pero lo obliga a vendarse los ojos. Por su trabajo le paga con piezas de oro.

Un tiempo después, un hombre rico contrata al albañil para que lo ayude a restaurar una casa que está casi en ruinas. Cuando el albañil entra a la casa que debe reformar, reconoce la vieja fuente mora de la casa en la que trabajó para el cura. El hombre rico le explica que quiere poner la casa a punto para atraer a inquilinos. Por ahora, todos abandonan el edificio, especialmente porque reportan que durante las noches se escuchan sonidos misteriosos como el tintineo de alguien que cuenta monedas de oro.

El albañil acepta el trabajo con la condición de poder vivir en la casa mientras la reparan. Aprovecha este arreglo para quedarse con las monedas que él había ayudado a esconder al cura.

"El Patio de los Leones"

Este capítulo sirve de preámbulo al siguiente. Irving se encuentra con un moro de Berbería en la Alhambra y recorre una parte con él. Menciona cómo los musulmanes de Berbería sienten todavía mucha nostalgia por el reino de España y que sostienen la esperanza de recuperarlo; el pasado de su pueblo es un motivo de orgullo. Tal es la añoranza por el reino que los moros han buscado un culpable: Boabdil, el último rey de Granada. Esto le da a Irving la excusa para escribir el siguiente cuento para redimir la figura de este rey.

Según el autor, las historias que se repiten en el pueblo sobre la crueldad de Boabdil tienen su origen en un libro titulado "Las guerras civiles de Granada" que se hace pasar como una traducción al castellano de una obra originalmente escrita por un musulmán. Irving sostiene que lo presentado en ese libro no tiene la mirada de un musulmán porque tergiversa y hace una caricatura de las costumbres de los moros. Termina el capítulo con esta reflexión: "Confieso que me parece ver algo casi criminal en la vil perversión de esta obra: a la ficción romántica se le debe consentir un amplio margen, pero hay límites que no debe traspasar; y los nombres de los famosos, que pertenecen a la historia, deben estar tan a salvo de calumnia como los de las personas ilustres aún vivas" (p.255).

"Los Abencerrages"

Entre los musulmanes existe una rivalidad entre los linajes de Oriente y los que vienen de África occidental, conocidos comúnmente como moros. Los primeros se sienten superiores porque su origen está en la misma zona en la que había vivido el Profeta Mahoma. Estos dos linajes se disputan el control de la España musulmana.

Entre las tribus orientales hay una raza, los Abencerrages, que se jactan de ser descendientes de los Beni Seraj, Compañeros del Profeta. En una parte de la historia de los musulmanes en España, los Abencerrages permanecen en Córdoba, pero más adelante se trasladan a Granada.

En Granada, los Abencerrages gozan de privilegios durante el reinado de Muhamed Nasar, el Hayzari o Zurdo, en 1423. Esto supone una afrenta para otras tribus, y eso, sumado al desdén por sus súbditos, llevan a que el rey pierda popularidad. El pueblo se levanta y el Hayzari debe huir a África para refugiarse en la corte de Túnez.

Quien reemplaza al Hayzari es su primo, Muhamed el Zaguer, que reina de modo opuesto al de su antecesor y se gana el cariño de sus colaboradores y del pueblo. Los caballeros que habían gozado de los privilegios otorgados por el Hayzari deben refugiarse en otros lugares. Yusef Aben Zeragh, el visir o primer ministro del Zurdo, abandona Granada con otros Abencerrages y se asila en la corte del rey Juan de Castilla, quien aboga por los Abencerrages y le ofrece su apoyo al Hayzari. Gracias a la ayuda del rey de Túnez y el rey de Castilla, el Hayzari recupera el trono, aunque dura poco porque muere decapitado por sus propios soldados en 1428.

Durante esos pocos años en los que está en el poder luego de recuperar la corona, el Hayzari comete el error de negarse a rendir homenaje feudal y pagar un tributo anual al rey de Castilla que intervino para devolverle su reino. Granada vive un periodo de constantes batallas gracias a esa decisión.

Sumada a esa dificultad, en su propio reino, don Pedro Venegas trama una conspiración. Este noble tiene ascendencia cristiana, pero había sido capturado por los moros cuando era un niño y el príncipe de Almería lo había criado como si fuera su hijo bajo la fe musulmana. Pedro Venegas desea que Granada esté bajo el mando de Yusef Aben Alhamar y para ello establece una alianza con el rey de Castilla, garantizándole que el nuevo rey va a cumplir con el homenaje feudal que se le debe a Castilla.

Durante todos estos conflictos, los Abencerrages permanecen fieles al Hayzari, que se refugia en Málaga. Mientras, Yusef Aben Alhamar triunfa en 1432, pero la ciudad que ahora va a reinar está desolada: prácticamente todas las familias están de luto porque han perdido a alguien en las numerosas batallas. Yusef muere apenas seis meses después.

Tras la muerte de Yusef, el Hayzari regresa desde Málaga y vuelve a ocupar su trono. Hábilmente, decide perdonar a sus enemigos y asumir una actitud conciliatoria. De todas maneras, sigue privilegiando a los Abencerrages y les otorga los puestos más relevantes. Se asegura el apoyo de la familia de Yusef estableciendo vínculos matrimoniales. También premia a sus colaboradores como el alcalde de Málaga con matrimonios aventajados. Al único al que castiga es a Pedro Venegas como instigador de la conspiración, quien muere exiliado, lejos de su familia.

Los problemas del Hayzari no terminan. Sus dos sobrinos, Aben Ismael y Aben Osmyn, también conspiran contra él únicamente para luchar luego entre ellos por el trono. Aben Osmyn cuenta con el apoyo de Navarra y Aragón; Ismael recibe la ayuda de Juan II. Si bien Ismael tiene menos tropas al principio, a medida que los caballeros desertaban a Osmyn por su crueldad, el apoyo a Ismael crece considerablemente. Al verse acorralado, antes de ser depuesto, Osmyn reúne a los caballeros que sospechaba no le eran leales y ordena que los maten. Esta masacre es la que da el nombre de Abencerrages a uno de los salones de la Alhambra, donde supuestamente perdieron la vida tantos hombres nobles.

Ismael pone el foco de su reinado en la obra pública y quiere agradar al pueblo al no renovar los homenajes feudales con el sucesor de Juan II de Castilla, Enrique IV. Consecuentemente, el rey de Castilla ataca en varias ocasiones a Granada y consigue que Ismael tenga que renovar su tributo con condiciones más severas que antes. No obstante, esto supone un momento de paz y prosperidad en el reino.

El hijo de Ismael, Abdul Hassan, asume el mando en 1465 y nuevamente interrumpe el tributo a Castilla, lo que conduce a una guerra desastrosa. Al interior de Granada también se gestan intrigas. La familia de Pedro Venegas se ve favorecida por Hassan, quien nombra a los hijos de Pedro visir y general. Los Abencerrages ven con malos ojos esto porque responsabilizan a Venegas por la muerte de muchos caballeros de su linaje tras las intrigas durante el reinado de Yusef.

Esta rivalidad se traslada al harén real. Hassan tenía una mujer, Ayxa la Horra, hija del Hayzari. El mayor de sus hijos es Boabdil, heredero al trono y protagonista del relato que sigue. No obstante, Hassan toma una nueva mujer, Isabel de Solís, una cautiva cristiana conocida como Zoraya. La familia Venegas prefiere a Zoraya y a sus descendientes como herederos al trono. En cambio, los Abencerrages son leales a los descendientes de su benefactor, el Hayzari, por lo que dan su apoyo a Ayxa y su hijo, Boabdil.

Llega a oídos de Hassan que Ayxa se propone conspirar contra él para coronar a su hijo Boabdil como rey. Por ese motivo, Hassan encierra a ella y a su hijo en la torre de Comares, pero Ayxa consigue liberar a su hijo y enviarlo a Alpuxarras. Muchas de las leyendas en contra de Boabdil confunden hechos sucedidos en épocas diversas. Por ejemplo, se le acusa de haber encerrado a su mujer en una torre para ser juzgada y condenada a muerte, mientras que la historia es que su madre y él mismo fueron encerrados allí por Hassan.

El narrador aclara que con este relato busca desterrar las historias maliciosas en torno a Boabdil. Termina el relato narrando el final de su vida en la Península. Boabdil fue depuesto por el rey Fernando, quien ordena que abandone España. Boabdil retrasa su partida para acompañar a Morayma, su única mujer. Tras la muerte de esta mujer, Boabdil finalmente zarpa a África. Así termina la presencia musulmana en España.

"Tras las huellas de Boabdil"

En este capítulo Irving recorre los pasos de Boabdil. Empieza a rastrear el camino del último rey en la torre de Comares, donde él y su madre fueron prisioneros del rey Hassan. Inspirado por el espacio, imagina las emociones de la madre cuando consigue poner a salvo a su hijo utilizando su pañuelo y los de sus sirvientas para sacarlo de la torre y ponerlo en manos de caballeros fieles que lo llevarían a refugiarse en Alpuxarras.

A continuación, Irving busca la puerta por la que Boabdil sale por última vez de la Alhambra para entregar a los Reyes Católicos el reino. Cuando deja su palacio, Boabdil les pide a Fernando e Isabel, los Reyes Católicos, que le concedan el gesto de que nadie después de él cruce ese mismo umbral. Los reyes le conceden ese deseo y tapian la puerta. Ya no queda en la memoria de los locales esa puerta hasta que Mateo Ximenes recuerda un cuento de su abuelo sobre la puerta por la que Boabdil había abandonado la fortaleza y conduce a Irving hasta allí.

La puerta está en medio de lo que fue una edificación llamada la Torre de los Siete Suelos. Al parecer, esa era la puerta a la residencia de la Alhambra donde se alojaba la guardia real. Para el momento en que la visita Irving, la Torre de los Siete Suelos está en ruinas porque los franceses la dinamitaron.

Desde allí, Irving sigue el camino por el cerro de los Martyros. Luego, baja por un camino escarpado y difícil. Esa era la ruta que había tomado Boabdil para evitar la humillación de desfilar frente a la población.

Irving incluye las opiniones de la madre de Boabdil y de Carlos V y contrasta con su propia mirada. La madre de Boabdil le reprocha a su hijo: "Haces bien en llorar como mujer lo que no pudiste defender como hombre" (p.271). Carlos V, por su parte, muestra su desprecia diciendo "habría preferido hacer de la Alhambra mi sepulcro antes que vivir, sin el reino, en la Alpuxarra" (p.271). Al contrario, Irving considera que en el balance de su vida, Boabdil merece que se hable también de sus virtudes: moderado, amable, afable y valiente.

Análisis

En esta sección vemos que, como en la anterior, Irving intercala textos que sirven como pequeños ensayos que le permiten reflexionar sobre distintos temas e introducen los textos narrativos, en general, más largos. El primer texto contiene humor porque Irving deja volar su imaginación sobre lo que ve desde el balcón del palacio para luego ser desengañado por Mateo sobre sus especulaciones. Así narra Irving el momento en que Mateo le cuenta la verdadera historia detrás de la monja: "El servicial Mateo interrumpió mis meditaciones y desbarató en un segundo el entramado de mi fantasía" (p.240). El espíritu romántico detrás de la obra se deja ver en este texto por la preponderancia de la imaginación a partir de la contemplación del artista de lo que lo rodea. El modo en que el poeta imprime su propia subjetividad en lo que ve es central en el romanticismo.

Esa escena da pie al cuento tradicional que sigue. Como hemos mencionado antes, los tesoros escondidos son un motivo recurrente en los cuentos tradicionales y leyendas asociados a los moros. En este cuento el tesoro es el motor de la anécdota. No obstante, Irving utiliza ese material para hacer un comentario social de manera muy sutil. Walter Scott emplea la historia para escribir sus novelas, pero el material no se vuelve solo la excusa para entretener, sino para explorar el carácter nacional, por ejemplo. En el caso de Irving, esta anécdota le permite explorar algo que viene comentando en su retrato del pueblo español: está más dispuesto a rezar y observar los domingos y las fiestas que a trabajar industriosamente. De este modo no solo la historia de un pueblo nos permite comprender su esencia, sino que también es fundamental la tradición oral que preserva y lo que allí se representa. Como se trata de un cuento tradicional, los personajes son más bien tipos: el cura avaro, el albañil haragán, el rico fácil de engañar, pero precisamente al albañil Irving le da un poco más de espacio para elaborar sobre el carácter nacional.

El espacio en el cuento funciona de manera muy parecida al espacio en toda la colección. La fuente en el patio central de la casa se convierte en el elemento que permite el descubrimiento y devela el misterio detrás de las quejas de los inquilinos sobre los ruidos a la noche. Asimismo, Irving ve en los espacios y a veces en objetos concretos dentro del palacio la historia detrás.

Luego, en el siguiente capítulo, nuevamente el presente es la excusa para contar algo sobre la historia. A partir de su conversación con el moro sobre la mala fama del rey Boabdil, Irving se propone reivindicar su figura acudiendo a las fuentes. Con mucha rigurosidad, Irving narra los hechos más significativos en torno al linaje del rey Boabdil. Esta historia está plagada de enfrentamientos y fuerzas que se oponen dentro y fuera del reino moro. El relato inicia con una primera oposición que se da entre los mismos musulmanes según su origen: los descendientes de los linajes árabes se van a sentir más legítimos que las tribus del norte de África. Esa oposición se va a sostener en el tiempo y debilita al reino musulmán frente a su enemigo externo: los reinos cristianos.

Según el crítico Claudio Guillén, en el corazón del romanticismo está la antítesis y quizá ese es parte del encanto que tiene la Alhambra para Irving: es un escenario de dos culturas en las que no es posible el encuentro. Irving incluso dice esto: "La arquitectura misma habla de la naturaleza opuesta e irreconciliable de dos pueblos belicosos que tanto tiempo pelearon aquí por el dominio de la Península." (p.199). En el relato de Irving sobre la historia que conduce a Boabdil aparece la oposición entre musulmanes y cristianos. En el caso de los Venegas, la oposición o el carácter irreconciliable de estos dos pueblos se hace más patente porque los Venegas son cristianos de origen, aunque conversos. Pedro Venegas es el enemigo que está dentro de los muros y es significativo que sea el único que no recibe el perdón del rey porque remarca su condición de extranjero y 'otro' más allá de haber sido criado entre musulmanes toda su vida.

Otro aspecto que se pone en tensión es el espacio interior/exterior que refleja también el ámbito familiar/público. Habría que prestar atención al juicio que hace de Boabdil su propia madre: "Haces bien en llorar como mujer lo que no pudiste defender como hombre" (p.271). En ese comentario observamos una oposición entre lo que implica actuar como un hombre o como una mujer. Ayxa le reprocha a su hijo no haber podido salvar el reino, propósito que le compete a un hombre. En la obra los espacios tanto físicos como simbólicos están claramente delimitados según el sexo. Las mujeres ocupan su lugar dentro de las puertas de la fortaleza, son protegidas e incluso a veces limitadas al interior de los edificios para cuidar de ellas. Las mujeres no pueden tener ningún contacto con el enemigo y permanecen resguardadas del peligro del 'otro'. Los hombres, en cambio, deben constantemente incursionar fuera de la fortaleza y están en contacto constante con el 'otro', es decir, el enemigo cristiano. No obstante, justamente en este episodio de la historia vemos cómo desde el interior las mujeres de la corte participan del poder porque legitiman la continuidad de poder. La pelea entre Ayxa y Zoraya pertenece a lo público, aunque la pelea se dé dentro del harén del rey. Esto también explica por qué Ayxa se siente en la posición de reprochar a su hijo el haber perdido el reino cuando ella peleó valientemente para que terminara en sus manos y no en los hijos de Zoraya.

Finalmente, es interesante pensar en la reflexión que hace Irving sobre cómo se debe tratar la historia cuando piensa en cuán maltratada está la figura de Boabdil. Reconoce que la perspectiva desde la que se cuenta la historia es fundamental y se lamenta de que la fuente principal para la figura de Boabdil sea, en realidad, escrita por alguien que evidentemente no es musulmán, aunque la tradición diga que es una traducción del árabe al castellano y que se trata de una fuente mora. Los críticos observan que en este libro Irving procuró documentarse muy bien y fue riguroso en los relatos históricos.