Aura

Aura Símbolos, Alegoría y Motivos

La habitación de Consuelo (Símbolo)

Así se describe en la novela lo que ve Montero al ingresar a la habitación de Consuelo por primera vez:

Sólo tienes ojos para esos muros de reflejos desiguales, donde parpadean docenas de luces. Consigues, al cabo, definirlas como veladoras, colocadas sobre repisas y entrepaños de ubicación asimétrica. Levemente, iluminan otras luces que son corazones de plata, frascos de cristal, vidrios enmarcados, y sólo detrás de este brillo intermitente verás, al fondo, la cama (p.7).

Este cuadro compuesto de varios elementos recuerda a la escena de un velorio. Las iluminación discreta, débil, rodea la cama de Consuelo como se ilumina un lecho de muerte. Este cuadro, esta escenografía de velorio, simboliza la vitalidad perdida de la dueña de casa.

El conejo (Símbolo)

La primera vez que Felipe ve a Consuelo, la anciana lleva en su mano un conejo. Este animal conlleva de por sí una carga simbólica particular. En la cultura occidental y precristiana, el conejo es un símbolo de fecundidad y lujuria, así como de renacimiento y renovación de la vida. En la novela, siempre es llevado por Consuelo, que simboliza la decadencia, la vejez, la cercanía a la muerte, la vitalidad y el erotismo perdidos. Esto refuerza y resignifica la carga simbólica del animal en Aura: el conejo se presenta como un símbolo del deseo manifiesto de Consuelo por recuperar la vitalidad, la fertilidad, el erotismo perdidos con la vejez.

El color verde (Símbolo)

En la novela hay una importante presencia del color verde, principalmente en los ojos y el vestido de Aura, pero también en distintos elementos de la casa de los Llorente, como las cortinas. Este color posee una considerable significancia simbólica. El verde es un símbolo de la naturaleza y de la vida, a menudo asociado a la idea de renovación, vitalidad y regeneración. Al mismo tiempo, y vinculado a lo anterior, en la cultura occidental el verde también simboliza la esperanza; se relaciona con la idea de un nuevo comienzo y nuevas oportunidades.

Toda esta simbología está asociada en la novela a los personajes femeninos. Su relación con el verde simboliza, en términos generales, el vínculo íntimo de Consuelo y Aura con la naturaleza, el cual es visible también en las múltiples hierbas de efectos calmantes y tranquilizadores que crecen en el patio de la casa. Las mujeres son poseedoras de un conocimiento de iniciadas, de sacerdotisas de la naturaleza, y la trama comprueba el efecto que son capaces de producir en Felipe, que por las hierbas o viendo los ojos verdes de Aura se vuelve víctima de una especie de hechizo hipnótico, adormecedor.

Sin embargo, cabe una mención aparte a la vinculación simbólica entre Aura y este color. Como sabemos hacia el final de la trama, Aura representa el deseo de recuperar la vida y la juventud por parte de Consuelo. En este sentido, los ojos y el vestido verdes de la muchacha simbolizan efectivamente la idea de renovación, regeneración y esperanza en un nuevo comienzo. No debe perderse de vista, en relación con esto, que el verde es el matiz con el que se asocia al planeta Venus, astro que en diferentes culturas representa el rito del ciclo de la muerte y la resurrección. La ponderación de este color en la novela permite suponer que la noción de muerte y resurrección es central en Aura, tal como se comprobará en el desenlace.

Las memorias del general Llorente (Símbolo)

Las memorias del general Llorente sobre las cuales Felipe debe trabajar tienen un importante simbolismo en la novela. Tal como se determinará en el desenlace, esas memorias son en realidad las de Felipe, puesto que él es el general Llorente, solo que no lo recuerda. En primera instancia, entonces, encontramos una primera relevancia simbólica: si bien el título de "memorias" alude, en principio, al carácter de registro biográfico de esos escritos, también guardan el significado de la memoria misma del personaje, esa memoria que perdió y debe recuperar. Pero también encontramos otra cuestión simbólica en este elemento, que tiene que ver con su forma y su contenido. Las memorias de Llorente son textos que vinculan hechos históricos aparentemente aislados que el autor se ocupará de relacionar, vinculándolos además con una historia personal. Es decir, se trata de una obra que intenta aunar hechos o empresas históricas que a priori no tienen relación entre sí, o cuya relación solo se vuelve inteligible a causa de la destreza o el talento intelectual del autor. Así, las memorias de Llorente/Felipe funcionan en la novela como un símbolo de la identidad disociada del protagonista y su misión de reunificar el sentido: los eventos históricos aparentemente inconexos son los hechos de la vida de Llorente que el protagonista no recuerda propios. El trabajo sobre la obra que el protagonista debe realizar representa el camino intelectual, el esfuerzo que el personaje debe hacer para encontrarse, recuperar su memoria y recomponer así su identidad.

El nombre de Consuelo (Símbolo)

El nombre de la protagonista femenina de la novela guarda una fuerte carga simbólica, en tanto alude a la capacidad de consolar al protagonista masculino, alivianar su desesperación y su enfermedad en torno a la memoria. La simbología del nombre Consuelo se construye en alusión a un texto del cual Fuentes retoma muchos elementos: La bruja, de Jules Michelet. Allí, las plantas curadoras que utilizan las brujas para curar a los hombres se llaman hierbas “consolantes”. Se trata de hierbas que alivian, adormecen, consuelan, y son las mismas que aparecen en la casa de Consuelo: en el patio oscuro y húmedo, la anciana hace crecer un "herbario que dilata las pupilas, adormece el dolor, alivia los partos, consuela, fatiga la voluntad, consuela con una calma voluptuosa" (p. 36). Mediante estas ligazones intertextuales, podemos determinar que el nombre de Consuelo alude simbólicamente, también, a la capacidad de consolar de las brujas de otras épocas. Representa, así, a una sabiduría ligada a los personajes femeninos, que en la novela se opone a la lógica racional y masculina. Dicha sabiduría se vincula a lo mágico, lo oculto y lo alquímico. La ligazón indiscutible entre Consuelo y las consolantes de Michelet refuerza el carácter simbólico del nombre del personaje, aludiendo a una capacidad de sanación, una suerte de don vinculado a su posición de sacerdotisa de la Naturaleza y a sus conocimientos ocultos. El nombre de la anciana, de este modo, simboliza su rol como cuidadora del protagonista.