Sab Ironía

Sab Ironía

Sab no sabe que es Enrique a quien guía (ironía dramática)

Al comienzo de la novela, Sab se encuentra recorriendo los campos, de regreso a la casa de sus amos. En el camino se encuentra con un extranjero a caballo, quien le pregunta por esos campos y por su dueño. Sab le cuenta todo sin saber que es al mismo Enrique Otway, el prometido de Carlota, a quien está guiando.

Carlota no sabe que Sab le ama (ironía dramática)

Durante toda la novela, Carlota es ignorante del amor y la pasión que agitan el corazón de su esclavo más fiel. Sab la ama con respeto y devoción, y, sobre todo, sin importarle la dote económica. Solo al final Carlota se entera de este amor abnegado, a través de una carta que Sab le había escrito a Teresa antes de morir.

Sab dice en voz alta que Enrique no es capaz de apreciar a Carlota, pero luego dice otra cosa distinta (ironía verbal)

Mientras lo acompaña en un viaje a la ciudad, Sab murmura entre dientes una frase que revela su pensamiento sobre Enrique. Sin embargo, cuando este le pregunta qué ha dicho y si acaso está rezando, Sab le dice que solo estaba pensando en qué camino sería mejor para circular, para que no fuera peligroso. Es decir, dice lo contrario a lo que piensa y a lo que ha dicho, con tal de seguir manteniendo su papel y su ubicación social.

Carlota no sabe de los intereses económicos y las dudas románticas de Enrique (ironía dramática)

En todo momento, Carlota quiere casarse con Enrique y no sabe de sus dudas internas. La narradora nos cuenta detalladamente los momentos en que Enrique duda acerca de si seguir adelante o no con el matrimonio, dado que la familia de Carlota ha quedado casi en la ruina.

Ya ha decidido romper el compromiso cuando se entera por medio de Sab que Carlota ha recibido 40.000 duros por el premio de una lotería. Entonces decide ir corriendo a casarse en el mismo momento, tal como se lo está solicitando su futuro suegro.

Sab confirma lo que sospecha: Enrique no se casa con Carlota por amor, sino por interés. Y ella no lo sabe. No es sino hasta el final de la novela en que la veremos sumida en un contexto de miseria, donde su marido solamente se ocupa de negocios y ella prefiere pasar meses sola.

Carlota pretende casarse para ser feliz, pero le ocurre todo lo contrario (ironía situacional)

En vínculo con la ironía dramática anterior, encontramos esta ironía situacional: Carlota solo ansía casarse para ser feliz, para disfrutar de un amor que cree sanamente correspondido, pero todo le sale al revés de lo que espera.

En un momento, ella misma expresa que podría vivir sin ninguna riqueza, si fuera necesario. Dice que una casa, Enrique y las cosas cotidianas le bastarían para ser feliz. Sin embargo, el día del casamiento ocurren todas cosas desagradables: su padre parte para acompañar la agonía de su hermanito, que se encuentra enfermo hace ya tres años; Sab fallece ese mismo día y Teresa decide internarse en un convento.

Esto deja sola a Carlota, en manos de un hombre del que pronto se enterará de que es puramente un negociante. Por lo tanto, su casamiento le trae todo lo contrario a lo que esperaba, pues ahora vive en la soledad y la desdicha, aunque no lo falten riquezas materiales.

Actualice esta sección!

Usted puede ayudarnos revisando, mejorando y actualizando esta sección.

Actualice esta sección

Después de reclamar esta sección, usted tendrá 24 horas para enviar un borrador. Un editor revisará lo enviado y puede publicar lo enviado o dar retroalimentación.