Mujer negra

Mujer negra Resumen

El poema comienza con el relato de la llegada de la mujer negra a Cuba, voz de este poema y representante de todas las mujeres cubanas afrodescendientes. Dice aún oler la espuma de mar que le hicieron atravesar, por la fuerza, los colonos esclavistas. Al trabajar la tierra, siente que ha vuelto a nacer en este nuevo lugar al que fue arrastrada.

Su Merced la compra en una plaza. Ella borda su casaca y pare un hijo suyo, que no tendrá nombre. Más adelante, Su Merced muere en manos de un lord inglés.

Ella ha andado por toda la isla. Conoce sus ríos, el canto de los pájaros. Ha sembrado y recolectado, pero jamás comió los frutos de la cosecha. Sufrió los azotes, y tuvo por casa un barracón. Ella misma, junto con otros esclavos, tuvo que arrastrar las piedras para construirlo.

En la tierra, a lo largo de los años, pudo tocar la sangre y los huesos podridos de sus pares, muchos de ellos también traídos por la fuerza. Con el tiempo y el trabajo duro olvidó el camino de vuelta a casa, a África. Ya no recuerda siquiera de qué nación proviene.

Dice, más adelante, haberse sublevado. Se fue al monte y en el palenque, organización comunitaria con otros rebeldes, encontró su independencia. Un siglo más tarde, baja con sus descendientes de la Sierra para hacer la revolución y acabar con capitales, usureros, generales y burgueses, todos ellos descendientes de los colonos esclavistas que la arrancaron de su tierra natal.

Ahora dice que ella, con los suyos, finalmente tienen algo propio: "Nada nos es ajeno./ Nuestra la tierra./ Nuestros el mar y el cielo./Nuestras la magia y la quimera". Les dice, por último, a sus pares, a los que ve bailar en torno al árbol recién plantado en honor al comunismo: "Su pródiga madera ya resuena".