La vida es sueño

Biografía

Pedro Calderón de la Barca nació en Madrid el viernes 17 de enero de 1600 y fue bautizado en la parroquia de San Martín. Su padre, Diego Calderón, era hidalgo de origen montañés (Viveda, Santillana del Mar, Cantabria) y por herencia paterna había asumido el cargo de secretario del Consejo y Contaduría Mayor de Hacienda, sirviendo en él a los reyes Felipe II y Felipe III. Diego se casó en 1595 con Ana María de Henao, perteneciente a una familia también de origen noble.[nota 1]​ Pedro fue el tercero de los seis hijos que el matrimonio alcanzó a tener, tres varones y tres mujeres, de los que solo cuatro pasaron de la infancia: Diego, el primogénito;[nota 2]​ Dorotea —monja en Toledo—;[nota 3]​ Pedro y Jusepe o José.[nota 4]​[nota 5]​ Estos hermanos estuvieron siempre bien avenidos, como declaró Diego Calderón en su testamento (1647):

Siempre nos hemos conservado todos tres en amor y amistad, y sin hacer particiones de bienes... nos hemos ayudado los unos a los otros en las necesidades y trabajos que hemos tenido.[2]​

Sin embargo, tenían también un hermano natural, Francisco, que ocultaron bajo el apellido de "González" y fue expulsado de la casa paterna por don Diego, aunque este dejó escrito en 1615 que se le reconociera como legítimo a no ser que hubiera contraído matrimonio "con esa mujer con quien trató de casarse", en cuyo caso sería desheredado.[nota 6]​

El linaje de los Calderón de la Barca es muy antiguo y amplio. Fray Felipe de la Gándara escribió un libro sobre esta materia en 1661, cuyo capítulo XII "De los Calderones de Sotillo, en la jurisdicción de Reinosa", está dedicado a la rama a la que pertenece el dramaturgo. El escudo de la familia consistía en cinco calderones negros en campo de plata y por orla ocho aspas de oro en campo de gules; portaba el lema "Por la fe moriré".[3]​ La casa solariega de la estirpe se encuentra en Viveda (Cantabria), y es conocida como Casa-torre de los Calderón de La Barca.

Empezó a ir al colegio en 1605 en Valladolid, porque allí estaba la Corte, pero el padre, de carácter autoritario, decidió destinarlo a ocupar la capellanía de San José en la parroquia de San Salvador que había reservado la abuela Inés de Riaño y Peralta al hijo mayor de la familia que fuese sacerdote.[4]​ Ya en Madrid, la familia se instaló en 1607 en unas casas de la calle de las Fuentes que hacían esquina a la bajada a los Caños del Peral. Pedro Calderón ingresó en el Colegio Imperial de los jesuitas de Madrid en 1608, situado donde ahora se encuentra el Instituto San Isidro, y allí permaneció hasta 1613 estudiando gramática, latín, griego y teología. La amplia formación que recibió allí amplió su conocimiento y lecturas, y configuró de manera decisiva su producción literaria y su vida.[5]​ Cuando ya llevaba en el Colegio dos años, falleció su madre de sobreparto, así como la niña que dio a luz (22 de octubre de 1610).[6]​ En 1613 falleció también la abuela Inés de Riaño y se abrió su testamento, en que declaraba su voluntad de que el mayor de sus nietos ocupase la citada capellanía. Don Diego desenviudó al casarse en segundas nupcias en 1614 con la dama Juana Freyle Caldera, de buena pero empobrecida familia; pero también el padre falleció súbita e inesperadamente al año siguiente, el 21 de noviembre de 1615.

Por este motivo Pedro, que había ingresado en la Universidad de Alcalá el año antes, tuvo que interrumpir sus estudios para que se leyeran las abusivas cláusulas del testamento, que indispusieron a los hermanos contra su madrastra,[nota 7]​ con la que entablaron un pleito aun siendo menores de edad (el mayor, Diego, tenía diecinueve años, pero la mayoría de edad se otorgaba entonces a los veinticinco), fallado con un concierto fechado en Valladolid en 1618.[7]​ Doña Juana se volvió a casar y los hermanos quedaron desde 1616 bajo la tutela, educación y manutención de su tío materno Andrés Jerónimo González de Henao. En el ínterin, el futuro poeta marchó a la Universidad de Salamanca (1615), donde en octubre de 1617 alquiló una casa con otros estudiantes, uno de ellos su primo Francisco de Montalvo, al Colegio de San Millán. En junio de 1618 todavía no habían pagado y fueron excomulgados.[8]​

D. Pedro Calderón de la BarcaCaballero del Orden de Santiago, Capellán de Honor de S. M. y de Reyes Nuevos en Toledo, Poeta Cómico en quien compitió la invención ingeniosa, con la urbanidad y belleza del Lenguaje. Nació en Madrid año 1601, y murió allí a los 81 años. Grabado de Mariano Brandi por dibujo de Rafael Ximeno y Planes para la serie de Retratos de los españoles ilustres editada por la Calcografía Nacional entre 1791 y 1819.

En 1619 se graduó de bachiller in utroque, esto es, en ambos derechos, canónico y civil, sin llegar a ordenarse como había deseado su padre. En 1621 participó en el certamen poético habido con motivo de la beatificación de san Isidro y posteriormente en el de su canonización, en 1622, y ganó un premio tercero.

Decidió dejar los estudios religiosos por la carrera militar y llevó una vida algo revuelta de pendencias y juego. Hubo también problemas en el ámbito familiar, pues los hermanos hicieron declaración oficial en 1621 de su estado de penuria y tuvieron que vender un censo o renta de bienes heredados para poder subsistir.[nota 8]​ Además, en el verano de ese mismo año él y sus hermanos Diego y José anduvieron enredados en el homicidio de Nicolás Velasco, hijo de Diego de Velasco, criado del condestable de Castilla, y tuvieron que refugiarse en casa del embajador de Austria hasta que lograron un concierto con los querellantes que exigió el pago de una crecida indemnización de seiscientos ducados.[9]​[10]​

Acaso por estas estrecheces económicas tuvo Pedro que entrar al servicio de Bernardino Fernández de Velasco y Tovar, VI duque de Frías y XI condestable de Castilla, con quien viajó por Flandes y el norte de Italia entre 1623 y 1625 participando en varias campañas bélicas, según su biógrafo Juan de Vera Tassis,[11]​ aunque falta documentación que lo confirme, y en 1625 marchó como soldado al servicio del citado Condestable. Su primera comedia conocida, Amor, honor y poder, fue estrenada con éxito en Palacio con motivo de la visita de Carlos, príncipe de Gales, el 29 de junio de 1623, por la compañía de Juan Acacio Bernal; siguió en ese mismo año Judas Macabeo, representada por la de Felipe Sánchez de Echeverría, así como otras muchas; en 1626 el primogénito Diego Calderón, ya mayor de edad, pudo vender el oficio de Secretario del Consejo de Hacienda de su padre en la persona de Duarte Coronel a cambio de 15.500 ducados; con ello la familia logró salir de sus apuros económicos.

En 1625 se estrenó su tragedia La gran Zenobia por parte de la compañía de Andrés de la Vega, que algún crítico denomina "el Macbeth hispano",[12]​ En esta gran pieza sobre el poder y la verdad se enfrentan dos grandes caracteres, el emperador de Roma Aureliano y la reina de Palmira, Zenobia. Calderón proveyó a la Corte de un extenso repertorio dramático: El sitio de Bredá (1626), El alcalde de sí mismo (1627), La cisma de Ingalaterra (1627), y, en 1628, Saber del mal y el bien, Hombre pobre todo es trazas, Luis Pérez, el gallego y El Purgatorio de san Patricio; pero, en 1629, el irrumpir con sus hermanos en sagrado persiguiendo a un actor, concretamente en el Convento de las Trinitarias de Madrid, donde se encontraba la hija de Lope, le causó la enemistad del monarca de la escena cómica, Lope de Vega, y del famoso orador sagrado gongorino fray Hortensio Félix Paravicino. Calderón correspondió a los ataques de este último burlándose en un pasaje de su comedia El príncipe constante, escrita en ese año, al igual que La dama duende, su primer gran éxito.[nota 9]​ Asimismo estrena en ese mismo año de 1629 Casa con dos puertas, mala es de guardar y, en el Real Sitio de la Zarzuela, El jardín de Falerina. En 1630 ya era lo bastante famoso como para que Lope de Vega elogiara su talento poético en El laurel de Apolo y en 1632 se ganó también las alabanzas de Juan Pérez de Montalbán en su Para todos. Ejemplos morales. En 1633 escribe Amar después de la muerte o El Tuzaní de la Alpujarra, según José Alcalá-Zamora "la más apasionante tragedia de guerra y de amor de nuestra literatura".[13]​

Con estas y otras comedias fue ganándose, incluso, el aprecio del mismísimo rey Felipe IV, quien empezó a hacerle encargos para los teatros de la Corte, ya fuera el salón dorado del desaparecido Alcázar o el recién inaugurado Real Coliseo del Buen Retiro, para cuya primera función escribió en 1634 El nuevo Palacio del Retiro. Asimismo, eclipsada ya la estrella de Lope en los teatros, se ganó el aprecio del público en general en la década de los treinta con sus piezas para los corrales de comedias madrileños de la Cruz y del Príncipe. En 1635 fue nombrado director del Coliseo del Buen Retiro y escribió El mayor encanto, Amor, La vida es sueño y El médico de su honra, entre otros muchos y muy refinados espectáculos dramáticos, para los cuales contaba con la colaboración de hábiles escenógrafos italianos, como Cosme Lotti o Baccio del Bianco, y expertos músicos para las primeras zarzuelas que se escribieron, como Juan Hidalgo. En estos encargos palatinos cuidaba de todos los aspectos y detalles de la representación y asistía además a los ensayos. En 1635 se estrenó en un escenario flotante del estanque del Retiro El mayor encanto amor, sobre el tema de Ulises y Circe, con efectos de Lotti, del cual se conserva la Memoria para esta pieza.[14]​ Y en el 24 de junio de 1636, por ejemplo, se representó en el gran patio del Palacio Real otra comedia aún más aparatosa y complicada sobre tres escenarios alineados que desarrollaban tres acciones en tres continentes separados: Asia, Europa y África: Los tres mayores prodigios, también asistido por Cosme Lotti.[14]​ Es más, Calderón fue el que firmó el acta de creación del teatro musical español el 17 de enero de 1657 al representar la primera "zarzuela", El golfo de las sirenas, que entonces se llamó égloga piscatoria, en un lugar llamado La Zarzuela adonde se solían desplazar las compañías teatrales para solazar a los reyes. Era una pieza en un acto con canto y música, y por el lugar este género de obras se llamaría en lo sucesivo zarzuelas. De estas escribió además El laurel de Apolo y La púrpura de la rosa, esta última, también en un acto, ya una verdadera ópera aunque todavía muy breve. Su autor la denominó "representación música".[15]​

En 1636 solicitó y obtuvo del rey el hábito de caballero de la Orden de Santiago, para cuyo disfrute fue necesario solicitar dispensa del papa Urbano VIII, ya que su padre había ejercido el cargo manual de escribano, y, levantada la prohibición de editar teatro en Castilla, su amigo y discípulo Vera Tassis publicó la Primera parte de sus comedias y al año siguiente la segunda, hasta las nueve que llegó a imprimir, si bien se conservan otras tres impresas por editores menos cuidadosos. En 1677 apareció, además, la primera parte de sus Autos sacramentales, única que imprimió.

En esta Primera parte se incluye La vida es sueño y otras once piezas, con sus loas correspondientes, que podrían fecharse antes de 1630, a juicio de Don Cruickshank. En 1637 escribe El galán fantasma y entra al servicio del Duque del Infantado y, aunque se suele decir que se distinguió como soldado al servicio del almirante de Castilla Juan Alonso Enríquez de Cabrera durante la lucha contra el sitio de Fuenterrabía (1638) que había sido puesto por el duque de Enghien, futuro príncipe de Condé, no está demostrado documentalmente según Ángel Valbuena Briones; lo cierto es que participó su hermano José, quien fue herido en la pierna derecha; sí es verdad que Pedro Calderón compuso entonces un Panegírico dedicado al citado caudillo de las tropas españolas.[nota 10]​ Por el contrario, sí participó en la guerra de secesión de Cataluña (1640) en la compañía de caballería de coraceros al mando de Álvaro de Quiñones. Estuvo en la toma de Cambrils y fue herido en una mano en una escaramuza cerca de Vilaseca, aunque la guerra no era menos peligrosa que la estancia en el mundo teatral de la Corte: poco antes, en ese mismo año de 1640, mientras se ensayaba una de sus comedias para los carnavales en el palacio del Buen Retiro surgió una disputa, hubo cuchilladas y Calderón fue herido también, algo que señala José Pellicer de Ossau en uno de sus Avisos, el del 20 de febrero en concreto.[16]​ Entró victorioso en Tarragona y se portó con valentía en el asalto a Martorell; tras intentar asediar Barcelona, tuvieron que volver otra vez en Tarragona, donde Calderón soportó con entereza el asedio de franceses y catalanes sufriendo hambre y viendo morir de la misma a varios compañeros. Al fin el 20 de agosto de 1641 se logró rechazar el sitio y Pedro Calderón volvió a la Corte a informar al conde-duque de Olivares en calidad de correo de Su Majestad. Participó luego en el fracasado intento de tomar Lérida (otoño de 1642) como cabo de escuadra en la compañía de guardas reales, en la vanguardia de la caballería dirigida por Rodrigo de Herrera. De su vocación militar guardó siempre un buen recuerdo, como plasmó en unos famosos versos:

Este ejército que ves / vago al yelo y al calor, / la república mejor / y más política es / del mundo, en que nadie espere / que ser preferido pueda / por la nobleza que hereda, / sino por la que él adquiere; / porque aquí a la sangre excede / el lugar que uno se hace, / y, sin mirar cómo nace, / se mira cómo procede. / Aquí la necesidad / no es infamia; y, si es honrado, / pobre y desnudo un soldado, / tiene mejor cualidad / que el más galán y lucido; / porque aquí, a lo que sospecho, / no adorna el vestido el pecho, / que el pecho adorna al vestido. / Y así, de modestia llenos, / a los más viejos verás / tratando de ser lo más / y de parecer lo menos. / Aquí, la más principal / hazaña es obedecer; / y el modo cómo ha de ser / es ni pedir, ni rehusar. / Aquí, en fin, la cortesía, / el buen trato, la verdad, / la firmeza, la lealtad, / el honor, la bizarría, / el crédito, la opinión, / la constancia, la paciencia, / la humildad y la obediencia, / fama, honor y vida son: / caudal de pobres soldados; / que, en buena o mala fortuna, / la milicia no es más que una / religión de hombres honrados. P. Calderón, Comedia famosa. Para vencer a amor, querer vencerle, Valencia, 1689, pero escrita en 1650

Por entonces se amplía el palacio del Retiro y se construye un gran estanque de agua, en cuya isla central estrenará en 1640 Certamen de amor y celos. Pero, herido durante el citado sitio de Lérida, obtuvo la licencia absoluta o retiro en 1642 y en 1645 una pensión vitalicia de treinta escudos mensuales como recompensa no solo de sus servicios, sino de los de su fallecido hermano José en Cataluña, aunque se pagó malamente y tras reiteradas reclamaciones del poeta. Estrena sus obras más ambiciosas, las que requieren música (zarzuelas) y más escenografía. Calderón es por entonces un discreto pero activo cortesano y llega a convertirse en un personaje muy respetado e influyente, modelo para una generación entera de nuevos dramaturgos e incluso para talentos tan grandes como los de Agustín Moreto y Francisco Rojas Zorrilla, sus más importantes discípulos. Es más, a partir de 1642 una importante serie de autores franceses e ingleses empiezan a imitar sus dramas y comedias sin empacho, destacando en especial por su constancia Antoine Le Métel d'Ouville, Thomas Corneille y François Le Métel de Boisrobert,[17]​ mientras que otros imitan solo piezas sueltas. Entre los ingleses destacan William Wycherley, a quien pudo conocer en persona en 1664 en Madrid, cuando se publicaba la Tercera parte de sus comedias y había acudido como miembro de una embajada. Allí se incluye El maestro de danzar, de la que tomó el argumento para su The Gentleman Dancing-Master (1672) y también había adaptado Mañanas de abril y mayo en su Love in a Wood (1671). John Dryden y Aphra Behn también se inspiraron en obras suyas estrenadas en vida de Calderón.[18]​

A mediados de los cuarenta, se convierte durante unos años (de 1646 a 1649) en secretario del VI duque de Alba, Fernando Álvarez de Toledo y Mendoza, para lo cual se trasladó a su castillo-palacio de Alba de Tormes. Son decretados sucesivos cierres de los corrales de comedias a causa de los fallecimientos de la reina Isabel de Borbón (entre 1644 y 1645) y del príncipe Baltasar Carlos (entre 1646 y 1649), también por las presiones de los religiosos moralistas contrarios al teatro, de forma desde 1644 no hubo representaciones escénicas. Fallecidos sus hermanos José (1645)[nota 11]​ y Diego (1647), a los que tan unido estaba, el dramaturgo se sumió en una crisis que coincide con la de España, entre la caída del conde-duque de Olivares (1643) y la firma en 1648 de la Paz de Westfalia. Es más, hacia 1646 nace su hijo natural, Pedro José,[nota 12]​ y Calderón ha de replantearse su vida.

Cesaron las crisis interior y exterior al reabrirse los teatros en 1649, año en que estrena El gran teatro del mundo; además, ingresó en los terciarios (Tercera orden de San Francisco) el 11 de octubre de 1650 y se ordenó sacerdote el 18 de septiembre de 1651. Precisamente ese año se publica El alcalde de Zalamea con el título de El garrote más bien dado y en 1652 se representa en el Coliseo del Buen Retiro La fiera, el rayo y la piedra, donde la extraña locura de Pigmalión se satisface esculpiendo en su jardín un fantástico mundo de mil estatuas de oro y bronce / que asistan al culto de la que representa a Anajarte, y que ella detesta como un fetiche. Poco después (1653) obtuvo la capellanía que su padre tanto ansiaba para la familia, la de los Reyes Nuevos de Toledo[19]​ y, aunque siguió escribiendo comedias (por ejemplo, en ese mismo año estrenó en palacio La hija del aire) y entremeses, desde entonces dio prioridad a la composición de autos sacramentales, género teatral que perfeccionó y llevó a su plenitud, pues se avenía muy bien con su talento natural, amante de la pintura y de las sutilezas y complejidades teológicas. Nada más llegado a Toledo ingresó en la Hermandad del Refugio, institución que acogía a pobres y enfermos y donde años más tarde lo seguiría su discípulo Agustín Moreto. Por otra parte, el cardenal Baltasar Moscoso y Sandoval le encargó componer unas canciones que glosaran la inscripción Psale et sile o Canta y calla que se lee sobre las puertas del coro de la catedral toledana.

Gregorio Fosman, Retrato de Pedro Calderón de la Barca a sus 81 años. Madrid, 1682. Grabado calcográfico. Biblioteca Nacional de España

Siguió componiendo espectáculos para los reyes en el Palacio del Buen Retiro y para la fiesta teológica del Corpus, pero ahora se inclina por los temas mitológicos, huyendo así su fantasía de una realidad tan áspera como la que demuestra el fallecimiento de su hijo natural Pedro José en 1657 y la firma de la Paz de los Pirineos en 1659. Entonces ya era el dramaturgo más celebrado de la corte. En 1660 escribe Celos aun del aire matan, Céfalo y Pocris y La púrpura de la rosa, y en 1661 compone los dramas mitológicos Eco y Narciso y El hijo del Sol, Faetón. Todavía en 1663 el Rey siguió distinguiéndolo al designarlo como su capellán de honor, hecho que lo obligó a trasladar definitivamente su residencia a Madrid; en 1664 se publica la Tercera parte de sus comedias, que incluyen otra obra maestra, En la vida todo es verdad y todo mentira. La muerte del monarca en 1665 marcó un cierto declive en el ritmo de su producción dramática. Es nombrado capellán mayor del nuevo rey Carlos II en 1666. En 1672 se publica la Cuarta parte de sus comedias y en 1677 la Quinta.

A lo largo de su trayectoria teatral fue algunas veces importunado por los moralistas que veían con malos ojos los espectáculos teatrales, y en especial que los hiciera un sacerdote como él. A ellos les contestó altivamente de esta manera:

«Yo, señor, juzgué siempre, dejándome llevar de humanas y divinas letras, que el hacer versos era una gala del alma o agilidad del entendimiento que no alzaba ni bajaba los sujetos, dejándome a cada uno en el predicamento que le hallaba... Y, aunque es verdad que, ocioso cortesano, la traté con el cariño de habilidad, hallada acaso, no dejé de desdeñarla el día que tomé el no merecido estado en que hoy me veo, pues, para volver a ella, fue necesario que el señor don Luis de Haro me lo mandase de parte de Su Majestad... sin haber tomado la pluma para otra cosa que no fuese fiesta de Su Majestad, o fiesta del Santísimo... merced [que] me ha retirado la objeción de no sé quién, que juzga incompatibles el sacerdocio y la poesía... [Si] es justo... no se me obste; y si es malo, no se mande». (1651)[20]​

Pese a tantos honores, al final de su vida sufrió algunas estrecheces económicas, hasta el punto de que en 1679 se le concedió por cédula real una ración de cámara en especie para que pudiera abastecerse en la despensa de palacio "en atención a sus servicios de tantos años a esta parte y hallarse con tan crecida edad y con muy cortos medios";[21]​ pero con motivo del primer matrimonio de Carlos II y el domingo de Carnaval del 3 de marzo de 1680 compondrá su última comedia, Hado y divisa de Leonido y de Marfisa, inspirada en los libros de caballerías. Se estrenó en el teatro del Buen Retiro, con música de Juan Hidalgo, y dirigió la tramoya el célebre pintor Dionisio Mantuano, construyendo la escenografía José Caudí, artista valenciano. En ese mismo año envía una lista de sus obras al duque de Veragua, que se la había pedido, y al siguiente escribe su último auto sacramental, El cordero de Isaías. Tras dictar testamento el 20 de mayo, falleció a las doce y media de la mañana del domingo 25 de mayo de 1681, dejando a medio terminar el auto sacramental encargado para ese año, La divina Filotea. Su entierro fue austero y poco ostentoso, como deseaba en su testamento: «Descubierto, por si mereciese satisfacer en parte las públicas vanidades de mi mal gastada vida».[22]​ Su cuerpo fue enterrado en la capilla de San José de la iglesia de San Salvador, donde estuvo durante ciento cincuenta y nueve años. Así dejaba huérfanos los teatros quien fue considerado uno de los mejores escritores dramáticos de su época.[23]​[24]​[25]​[26]​[27]​[28]​

Legó sus bienes a la Congregación de sacerdotes naturales de Madrid, a la que pertenecía, y sus manuscritos a su fiel amigo el cura de San Miguel, Juan Mateo y Lozano. En 1682, el vicario de Madrid encargó a un amigo de Calderón, el trinitario fray Manuel de Guerra y Ribera, que redactara una "Aprobación" a la Verdadera quinta parte de comedias de don Pedro Calderón, y su entusiasmo le hizo excederse tanto que, en vez de las pocas líneas habituales escribió una auténtica apología de 47 folios del teatro de su tiempo y en especial del de su amigo, lo que suscitó algunas respuestas por parte de los enemigos del teatro.[29]​ La casa de Calderón de la Barca en que vivió y murió en Madrid era de dos pisos y estaba ya en la ruina en 1859; el escritor Ramón Mesonero Romanos impidió que se demoliera, pero se le agregaron dos pisos más y una placa conmemorativa. Poseía un pequeño balcón y se situaba en la antigua calle de las Platerías, hoy calle Mayor número 61. Los madrileños dedicaron a su memoria una hermosa escultura en mármol de Juan Figueras y Vila que fue situada en la plaza de Santa Ana en 1880, frente al castizo Teatro Español.


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