La montaña mágica

Repercusiones

República de Weimar

El público recibió calurosamente la novela. La primera edición, de 1200 ejemplares que se vendieron al precio de 21 marcos, se agotó en pocos días. Cuatro años después ya se habían vendido 100 000 ejemplares,[4]​ y posteriormente se hicieron numerosas reediciones. Se han realizado traducciones a 27 idiomas, entre los que se encuentran todas las lenguas europeas importantes. En inglés existen incluso cinco traducciones, y en japonés dos. Al castellano fue traducida por primera vez en 1934 (véase Traducciones al español).

Sin embargo, el libro levantó ampollas en algunos contemporáneos que se vieron caricaturizados en el texto. Hay que mencionar sobre todo a Gerhart Hauptmann, que, reconocible para amplios círculos, sirvió de modelo para el borracho, anti-intelectual y vividor Mynheer Peeperkorn. A pesar de una extensa carta de disculpa fechada el 11 de abril de 1925, en la que Thomas Mann reconoce haber «pecado», Hauptmann no perdonó definitivamente a su joven colega hasta 1932.

También se molestó el doctor Jessen, médico residente de la clínica de Davos en la que en 1912 fue tratada la mujer de Mann, que era fácilmente reconocible como el médico jefe Prof. Behrens. En círculos médicos cercanos incluso se le aconsejó que denunciara al autor, en lo que pudo haber influido la posible publicidad para la clínica y la ciudad de Davos. Finalmente Jessen dejó la cosa estar. El estamento médico en general también fue muy crítico con La montaña mágica. Pero desde luego, desde el punto de vista técnico médico no se podía objetar nada en cuanto a la descripción del funcionamiento del sanatorio.

En círculos literarios profesionales, el libro tuvo un eco positivo. Se puede mencionar a Arthur Schnitzler, quien, a pesar de ser médico, no compartió las críticas de sus colegas contra la novela. Críticas positivas fueron también las de Georg Lukács, que sorprendentemente no se reconoció en el personaje de Leo Naphta, André Gide y Ernst Robert Curtius. Más críticos fueron Carl Sternheim, Alfred Döblin y sobre todo Bertolt Brecht, que se burló de Mann nombrándolo «escribano fiel al gobierno, a sueldo de la burguesía». La razón de la entrega del Premio Nobel de 1929 se refirió principalmente a Los Buddenbrook, debido al rechazo del jurado Fredrik Böök a La montaña mágica.

Tercer Reich

Los nazis vituperaban La montaña mágica como «elogio de la decadencia» y difamación del «heroísmo militar» que propagaban. Por otra parte, la obra no aparecía en las listas negras del Ministerio de Propaganda de Goebbels. En qué medida las obras de Thomas Mann se vieron afectadas por la quema de libros del 10 de mayo de 1933, se sigue discutiendo en la actualidad.

Posguerra

Tras la Guerra, Thomas Mann, y por lo tanto su obra principal, La montaña mágica, fue cada vez más criticado como autor «burgués» por los círculos literarios próximos al Grupo 47 y la Emigración interna. Esta tendencia tuvo su punto culminante, entre otros, bajo la influencia del Movimiento del 68, en 1975, Thomas-Mann-Jahr (Año de Thomas Mann) en Alemania. Desde entonces, se observa un renacer de la obra de Thomas Mann. Este renacimiento tiene que agradecerse en gran medida a la influencia del importante crítico Marcel Reich-Ranicki, que en una entrevista llegó a decir que no conoce novelas alemanas mejores que Las afinidades electivas de Goethe y La montaña mágica.


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