Harry Potter y la cámara secreta

Harry Potter y la cámara secreta Resumen y Análisis Capítulos 10 - 12

Resumen

Capítulo 10: La bludger loca

Después de fracasar con los duendecillos, Lockhart evita trabajar con criaturas otra vez y aprovecha sus clases para recrear situaciones que aparentemente vivió y están retratadas en sus libros. La mayoría de las veces, le pide a Harry que actúe de las criaturas que él derrota. Hermione se acerca a Lockhart al final de una clase y le pide permiso para sacar un libro de la sección restringida de la biblioteca, para entender mejor las tácticas empleadas en uno de sus libros. Lockhart se siente muy halagado por esta atención prestada a sus obras, así que firma. Harry, Hermione y Ron se apresuran a entrar en la biblioteca, donde la señora Pince, la bibliotecaria, les da el libro. Leen los dolorosos y complicados pasos para hacer y usar la poción Multijugos. Es tan complicada que Ron y Harry se desalientan, pero Hermione les dice enojada que es mucho más grave amenazar a hijos de muggles que preparar una poción prohibida, con lo cual los convence. Además de muchos ingredientes prohibidos que deben robar, y que tardarán más de un mes en estar listos, deben conseguir algún elemento de aquellos de Slytherin en los que se quieren convertir.

Entretanto, llega el día en que Gryffindor y Slytherin se enfrentarán en un partido de Quidditch. Durante la charla previa, Oliver Wood asegura a su equipo que, aunque los Slytherin tienen mejores escobas, los Gryffindor tienen mejores jugadores, y le dice a Harry que consiga la snitch o que muera en el intento. Cuando comienza el partido Harry se da cuenta de que una bludger se empecina en seguirlo violentamente, incluso después de que Fred y George la apartan con sus bates. Slytherin marca un gol tras otro aprovechando que los gemelos están ocupados cuidando a Harry. Entonces deciden parar el juego pues aseguran que la bludger ha sido hechizada para derribar a Harry. Wood dice que esa pelota ha estado bajo llave desde su último entrenamiento, con lo cual deben retomar el juego. Como van perdiendo, Harry pide que Fred y George vuelvan al juego, permitiéndole defenderse él mismo de la bludger loca mientras busca la snitch. Malfoy se ríe al ver las piruetas de Harry para evitar la bludger, y mientras se burla, Harry ve a la snitch al lado de su cara. En eso es golpeado por la pelota loca, que le rompe un brazo. Tomándose de la escoba solo con las piernas, vuela hacia Malfoy, toma la snitch y cae precipitadamente hacia el suelo.

Harry gana el juego pero está muy herido, y es recibido en el suelo por Lockhart que, a pesar de la negativa de Harry, intenta reparar su brazo roto pero comete un error y lo deshuesa. Harry es enviado a la enfermería, donde la enfermera Pomfrey le dice que deberá pasar allí la noche, esperando que su brazo vuelva a crecer por sí mismo mediante un largo y doloroso proceso.

Durante la noche, Harry recibe la visita de Dobby. Harry le pregunta por qué va vestido con una funda de almohadón, y el elfo le dice que es símbolo de su esclavitud, que recién se liberaría de sus amos si ellos le dieran una prenda de ropa. Dobby se muestra apesadumbrado porque sus planes de enviar a Harry a su casa han fallado. Entonces le confiesa que fue él quien le impidió subir al tren y quien hechizó la bludger, con la esperanza de que Harry se rindiera y se alejara de Hogwarts, donde su vida está amenazada porque la Cámara de los Secretos se ha abierto de nuevo. Le cuenta que antes de que Harry derrotara a Voldemort, los esclavos y los más débiles del mundo mágico, como él, vivían con miedo, y lo aterra la posibilidad de regresar a ello. Pronto escuchan unos pasos acercarse y Dobby desaparece. Entran Dumbledore y la profesora McGonagall, llevando juntos una estatua, que Harry no tarda en reconocer como Colin Creevey. Harry se hace el dormido y escucha que el niño fue petrificado, con la cámara delante de la cara. Dumbledore asegura con gravedad lo que Dobby acaba de decir: la Cámara de los Secretos ha sido abierta de nuevo.

Capítulo 11: El club de duelo

Harry se despierta en la enfermería, su brazo está curado, y está ansioso por contarles a Ron y Hermione las novedades de Dobby y Colin. Entonces se dirige al baño de Myrtle la Llorona, donde encuentra a sus amigos, que han estado preparando parte de la poción Multijugos. Luego de contarles las novedades, los tres se preguntan cómo es posible que el monstruo liberado se desplace por Hogwarts sin que nadie lo vea.

Luego de hacerse pública la petrificación de Colin, predomina en Hogwarts un clima de miedo y sospecha; los alumnos de primer curso se mueven en grupos grandes, por miedo a ser atacados, y a espaldas de los profesores comienzan a circular amuletos y otros objetos protectores. Ginny Weasley está especialmente conmocionada por el suceso, y Neville Longbottom empieza a llevar consigo una cebolla verde a modo de amuleto, pues reconoce que por sus dificultades en la ejecución de la magia él es casi un squib.

La poción Multijugos está casi lista, pero aún faltan unos ingredientes que solo conseguirán en el despacho de Snape. En la clase de Pociones, Harry distrae al profesor lanzando un petardo a un caldero de Slytherin, salpicando la poción infladora en la cara de muchos alumnos. Hermione aprovecha la distracción para robar los ingredientes de la colección personal de Snape.

Una semana después, los tres amigos deciden sumarse a un nuevo club de duelo para estudiantes, pues entienden que puede serles útil aprender a batirse en duelo. Al llegar, descubren con pesar que lo dirige Lockhart, que nuevamente presume de sus habilidades, pero al practicar su primer duelo con Snape, este último lo derrota. Disimulando su humillación, Lockhart propone que los alumnos se batan a duelo. Snape les impide a Ron, Harry y Hermione trabajar juntos, y obliga a Harry a enfrentarse con Malfoy, y a Hermione con una chica corpulenta de Slytherin llamada Millicent. Los dos primeros se atacan mutuamente con todo tipo de encantos hasta que los profesores les proponen hacer una demostración frente al resto. Snape le susurra algo a Malfoy, que inmediatamente conjura una furiosa serpiente negra con su varita. Lockhart intenta ayudar, pero en lugar de eso hace que la serpiente enfrente a Justin Finch-Fletchley. Instintivamente, Harry se acerca a la serpiente y le dice deje en paz a Justin, y la serpiente se calma. Harry se siente aliviado, pero Justin lo increpa y sale de la clase, mientras los demás se muestran aterrorizados.

Al salir de la clase, Ron y Hermione le explican que Harry ha hablado en pársel, el lenguaje de las serpientes. Harry confiesa que en otra oportunidad, en un zoológico con los Dursley, se comunicó con una boa, pero no cree que eso sea algo grave. Ron y Hermione le explican que esa habilidad era un rasgo distintivo de Salazar Slytherin, con lo cual Harry entiende que todos sospechan de él, y él mismo comienza a temer ser el heredero de Slytherin.

Harry quiere acercarse a Justin para explicarle lo que sucedió en realidad. Pero mientras lo busca en la biblioteca, escucha a varios estudiantes de Hufflepuff discutiendo la probabilidad de que Harry sea el heredero. Uno de ellos sugiere que Harry no puede ser malo, pues es quien derrotó a Voldemort, pero Ernie Macmillan sugiere que quizás Voldemort no logró matarlo porque Harry tenía oscuros poderes de protección más fuertes. Entonces Harry se acerca a ellos y les pregunta por Justin, pero Ernie lo enfrenta, acusándolo de hablar en pársel y de echar la serpiente sobre Justin. Además, le dice que sabe que Harry odia a los muggles, refiriéndose a su odio por los Dursley.

Amargado, Harry regresa a su torre y en el camino se cruza con Hagrid, que lleva un gallo muerto y le cuenta que es el segundo que le matan en ese trimestre. Harry le dice que tiene que irse a clase y sigue su camino, pero enseguida tropieza con un bulto en el suelo, la figura pétrea de Justin Finch-Fletchley, que yace cerca de la figura flotante de Nick Casi Descabezado, que ya no es transparente sino un humo negro. Harry se pone de pie y observa una hilera de arañas huyendo a toda velocidad de los cuerpos. De pronto, aparece Peeves, que al ver la escena empieza a gritar, alertando a los estudiantes y profesores, que acuden rápidamente hacia el pasillo. Todos miran con espanto a Harry, parado al lado de las víctimas. La profesora McGonagall llama a Harry para que la acompañe y juntos se dirigen a la habitación de Dumbledore.

Capítulo 12: La poción Multijugos

El despacho de Dumbledore impresiona profundamente a Harry. Ve allí el Sombrero Seleccionador y, mientras espera a que aparezca el director, se lo prueba. El sombrero adivina que Harry no puede olvidar lo que le dijo el año anterior, y vuelve a asegurarlo: podría haber ido también a la casa de Slytherin. Desesperado, Harry se arranca el sombrero de la cabeza.

A continuación, Harry se dirige a un pájaro enfermizo posado cerca de la puerta y ve con susto que el ave estalla en llamas y desaparece. En cuanto aparece Dumbledore, Harry le cuenta lo que sucedió y el profesor le explica que Fawkes es un fénix, un ave que se quema y luego renace de sus cenizas. También, menciona que los fénix son fieles, pueden llevar cargas pesadas y curar heridas con sus lágrimas. En ese momento, irrumpe Hagrid en la sala proclamando la inocencia de Harry, pero Dumbledore asegura que él no cree que Harry sea el responsable de petrificar a los alumnos. Hagrid se marcha y Dumbledore le pregunta a Harry si hay algo que quiera contarle. A pesar de todas las cosas que le preocupan en ese momento, Harry responde que no.

El clima en el colegio sigue muy tenso, por eso Harry agradece que Fred y George hagan bromas al respecto, tratándolo en broma como si fuera el heredero. Lo tranquiliza que al menos ellos piensen que esa idea es ridícula.

Muchos alumnos viajan a sus casas para pasar el fin de año, y Harry, Ron y Hermione deciden aprovechar la noche de Navidad para tomar la poción Multijugos. Hermione prepara dos pasteles con poción somnífera y Ron y Harry se encargan de dejarlos a la vista para que Crabbe y Goyle, los corpulentos amigos de Malfoy, los encuentren. En cuanto se desploman, Ron y Harry esconden los cuerpos dormidos en un placard y les arrancan unos pelos, para sumarlos a sus pociones. Hermione cuenta que aprovechó el duelo con Millicent para recoger de su túnica unos pelos sueltos.

Entonces los amigos se encuentran en el baño de chicas de Myrtle la Llorona, añaden los pelos a sus respectivas pociones y se las beben: Harry se convierte en Goyle, Ron en Crabbe, pero la poción de Hermione no funcionó bien, y negándose a salir de su cubículo, les dice que vayan sin ella.

Ron y Harry se apuran, pues el efecto dura solo una hora, pero notan que no saben dónde está la sala común de Slytherin, así que dan vueltas, hasta que finalmente se encuentran a Malfoy que los conduce hasta allí. La contraseña para entrar es "sangre pura". Malfoy les muestra un ejemplar del Daily Prophet, un periódico de magos, y se regocija con un artículo sobre la multa impuesta al padre de Ron por embrujar un coche muggle. Ron intenta disimular su furia.

En eso, Malfoy dice que le sorprende que el periódico no haya informado sobre los ataques en Hogwarts, y supone que Dumbledore está tratando de silenciarlos. Afirma que su padre siempre dice que Dumbledore es lo peor que le ha pasado a Hogwarts porque quiere a los muggles, y también critica a Harry por juntarse con “sangre sucia” como Hermione. Sorpresivamente, Draco afirma que le encantaría saber quién es el verdadero heredero, para poder ayudarlo, y revela información sobre una cámara oculta bajo el suelo del salón de su familia, en la que guardan objetos de artes oscuras. Ron y Harry asisten impávidos a todo esto, pero Malfoy sospecha de ellos. Hasta que el hechizo empieza a terminar, y Ron y Harry deben salir corriendo para que Malfoy no lo note.

De regreso en el baño de chicas, Myrtle la Llorona está encantada porque Hermione se ha convertido en gato, pues el pelo que había conseguido no era humano. Ron y Harry la convencen de que vaya a la enfermería.


Análisis

En esta sección, se evidencia que Hermione, contra todo pronóstico, está dispuesta a romper las reglas del colegio para averiguar quién es el heredero de Slytherin. La motiva el afán de justicia, ante la amenaza que sufren squibs y nacidos de muggles en Hogwarts. Su posición como hija de muggles la lleva a identificarse muy íntimamente con la causa. Preparar la poción Multijugos es la respuesta que Hermione encuentra, como “sangre sucia”, para defenderse, oponiendo sus poderes, su educación y sus habilidades a la amenaza que representan los Malfoy.

Para romper las reglas, los tres amigos se aprovechan de la debilidad de Lockhart, que presta más atención a las adulaciones que recibe de Hermione que al permiso que decide firmar. Si fuera competente, los chicos no podrían llevar a cabo sus planes. Pero también si lo fuera, ellos no necesitarían hacerse cargo del mal. En la novela, los adultos parecen incapaces de proteger a los más chicos, y estos deben protegerse a sí mismos. Además, Lockhart parece incapaz de discernir entre ficción y realidad, ya que se ofrece repetidamente a hacer cosas que es incapaz de hacer. Ni siquiera sus frecuentes fracasos lo convencen de su incapacidad.

El discurso de Wood antes del partido da cuenta del conflicto dramático que representa el enfrentamiento entre Gryffindor y Slytherin. El equipo de Slytherin tiene una ventaja en términos materiales, producto de las escobas que compró Malfoy. Ante ello, Woods apela al mérito: "nosotros tenemos mejor gente sobre las escobas” (149). Asimismo, la advertencia que le echa a Harry, “Tienes que atrapar la snitch antes que Malfoy o perecer en el intento” (149), es un presagio del peligro que correrá Harry ante la bludger loca.

Lo trágico de la situación queda nuevamente aliviado por el papel ridículo que desempeña Lockhart. No alcanza con los gritos de Harry para detenerlo, y el profesor lleva adelante un conjuro que le sale mal, aportando una combinación de ironía situacional y dramática con su incompetencia. El efecto ridículo es aún mayor en cuanto el profesor no reconoce su error, sino que lo justifica: “Sí, bueno, algunas veces ocurre esto. Pero el caso es que los huesos ya no están rotos” (154). Del mismo modo, durante el club de duelo, el profesor Lockhart revela su auténtica ineficacia al ser fulminado por Snape, pero encuentra también la forma de evadirse de esa derrota.

El encuentro con Dobby en la enfermería es un punto de luz ante tanto enigma. El elfo se confiesa responsable de las dificultades que ha enfrentado Harry para llegar a Hogwarts y para jugar al Quidditch. Dobby vuelve a actuar así como un embaucador, interviniendo con magia para que algo se comporte fuera de la norma. Además, en esta conversación, Harry aprende que los elfos domésticos son esclavos y su vestimenta es justamente un símbolo de ello. Aprende también que el modo de liberarse sería recibiendo una prenda de ropa por parte de sus amos, pero los suyos están tan dispuestos a seguir esclavizándolo que tienen cuidado incluso de pasarle hasta un calcetín.

Harry también se entera de que la Cámara de los Secretos ya ha estado abierta antes, hace cincuenta años. Dobby explica por primera vez la importancia que tiene Harry especialmente para los más vulnerables del mundo mágico, entre los que se incluye a sí mismo, en la medida en que Harry, al acabar con Voldemort, cerró una época oscura y terrorífica: “¡Si supiera lo que significa para nosotros, los parias, los esclavizados, la escoria del mundo mágico! Dobby recuerda cómo era cuando El Que No Debe Nombrarse estaba en la cumbre de su poder, señor! ¡A nosotros, los elfos domésticos, se nos trataba como a alimañas, señor!” (158). De hecho, el elfo asegura que desde que Harry derrotó a Voldemort la vida ha mejorado, y lo representa metafóricamente, asegurando que así “surgió un nuevo amanecer” (158). Con todo esto, el lector aprende que Harry Potter es un salvador para los más vulnerables, y también que durante la época oscura de Voldemort las diferencias sociales y raciales que aún hoy se perciben en el mundo mágico estaban mucho más exacerbadas.

Dobby es a la vez una figura patética, cómica y heroica, dedicada a la salvación de Harry, incluso cuando perturba su vida y lo hiere. Pero el sufrimiento que el elfo vive y los castigos a los que se somete por rebelarse ante sus amos -incluso cuando ellos no merecen su lealtad- lo vuelven un personaje querible. Al final, recibirá la redención y la liberación de la esclavitud gracias a su servicio.

En la enfermería, Harry también ve confirmadas las sospechas sobre la Cámara Secreta ni más ni menos que de la voz de Dumbledore. Cuando McGonagall pregunta quién ha podido abrirla, Dumbledore responde que "La cuestión no es quién, la cuestión es cómo" (160), con lo cual da a entender que ya sabe que Voldemort está detrás del terror en la escuela y de la petrificación de los alumnos. Sin embargo, desconoce cómo ha podido regresar.

Mientras tanto, son numerosas las referencias al alto grado de perturbación que sufre Ginny ante los sucesos que se dan en Hogwarts, lo cual presagia su participación en el conflicto principal. Por su parte, Fred y George Weasley proporcionan un alivio cómico a tanto dramatismo, exagerando los temores de los estudiantes.

El cuarto de baño de las chicas cobra relevancia en estos capítulos pues sirve de espacio propicio para lo prohibido: crear la poción Multijugos. La centralidad de este espacio hasta ahora marginal anticipa también la relevancia que tendrá en el conflicto central de la novela.

Por otra parte, en estos capítulos Harry experimenta una crisis de identidad, que a su vez desencadena una crisis social. Se entera, a la par que sus compañeros, de una habilidad que tiene y desconocía: hablar pársel, la lengua de las serpientes. Ron actúa nuevamente como intérprete del sentido común: “No es un don muy frecuente. Harry, eso no es bueno” (172). De hecho, Ron parece identificarse con el espanto de Justin y lo justifica: “No te sorprenda que Justin se asustara, parecía como si estuvieras incitando a la serpiente, o algo así. Resultaba repulsivo…” (172). Esa es la reacción común de los estudiantes, que luego del club de duelo se apartan de él “como si les diera miedo contagiarse” (172).

Hermione da un paso más y aporta un conocimiento más profundo: sabe que Salazar Slytherin era conocido por hablar pársel, por eso la casa de Slytherin es simbolizada con una serpiente. Los tres comprenden que esa coincidencia hace que todo el colegio tema que Harry sea el heredero de Slytherin, y Hermione confiesa que sería muy difícil de probar lo contrario, ya que Slytherin vivió hace mil años. Harry, en su fuero interno, teme también que sea cierto y eso lo convierta a él en un propulsor de la ideología supremacista de sangre pura. Juega a favor de esto una de sus principales inseguridades: ser huérfano y desconocer el origen de la familia de su padre. En este punto de la novela, Harry está experimentando la misma exclusión social que siente con los Dursley, como resultado de los prejuicios contra habilidades que no elige ni controla.

Esos prejuicios, y las conjeturas que ellos desencadenan, quedan ejemplificados en la escena que Harry presencia en la biblioteca, cuando oye la charla entre los alumnos de Hufflepuff. Allí no solo se exhiben los miedos que el colegio experimenta ante los sucesos que se viven, sino también las especulaciones que se están haciendo en torno a Harry. La conjetura de Ernie se vuelve extrema y Harry pasa a ser así un villano peor que Voldemort. Se evidencia también que los hechos que se viven están empezando a despertar miedos antiguos, que tal como dijo Dobby, no se veían desde la derrota de Voldemort. Resulta muy impactante que Ernie, al enfrentarse a Harry, le eche en cara, a modo de defensa, la pureza de su sangre: “Y por si te entran ideas... he de decirte que puedes rastrear mis antepasados hasta nueve generaciones de brujos y brujas y no encontrarás una gota de sangre de muggle” (176). Harry intenta desmarcarse de la ideología esencialista, asegurando a Ernie “¡No me preocupa qué tipo de sangre tengas!” (176), pero no logra convencerlo.

Así, la trama deja a Harry en un lugar muy vulnerable: lo mismo que lo convirtió en héroe y salvador ahora hace que la gente le tenga miedo. Pero en ninguno de los dos casos Harry pudo decidir sobre su destino. Lockhart tenía razón, en cierto modo, sobre los peligros de la fama temprana. El lector vive estas acusaciones contra Harry con mucho dramatismo, en la medida en que sabe que Harry no es responsable de los crímenes e incluso se muestra muy preocupado por la persecución contra los muggles.

Cuando Harry tropieza con Justin petrificado parece que el destino, incluso la propia trama, se alinean en su contra. Justin es la persona que más temía a Harry, y la que todos pensarían sería el siguiente objetivo del heredero. Y a pesar de esa desgracia, Harry piensa en alejarse pero su impulso de ayudar lo mantiene en el lugar del crimen de nuevo, donde es embaucado por Peeves, que contribuye a acentuar el equívoco y a confundir más a todo el colegio.

El encuentro en el despacho de Dumbledore parece no tener demasiada utilidad en la resolución de la trama, en la medida en que Harry no se atreve a confesarle lo que está viviendo. El gesto de Dumbledore de preguntarle a Harry si tiene algo para decirle da cuenta de las sospechas del profesor respecto de las dudas que surcan al chico, pero no alcanza para que Harry se exprese. Esto representa una ironía dramática, ya que el lector espera que Harry confíe en Dumbledore, y que este pueda encargarse del peligro que acecha. Sin embargo, una vez más, el mundo de los adultos se muestra incompetente a la hora de mantener a los chicos a salvo y Harry debe valerse por sí mismo, al menos por ahora.

Sin embargo, la descripción que hace Dumbledore de Fawkes presagia los poderes que permitirán al pájaro salvar a Harry al final de la novela: la fuerza, la piedad y la lealtad.

En esa escena también Harry se acerca otra vez al Sombrero Seleccionador, intentando encontrar respuestas a sus miedos, pero ello solo enfatiza su inseguridad. Harry queda así aislado socialmente, atravesado por sus diferencias y anomalías: escucha voces que nadie oye, habla una lengua que pocos hablan y debe ocultar su temor a lo que el Sombrero le sugirió por miedo a asustar a los pocos que aún confían en él.

Por último, resulta muy significativo el encuentro que tienen Harry y Ron, transformados en Crabbe y Goyle, con Malfoy, en la medida en que permite conocer a este último en su intimidad. Allí se muestra con total crudeza su temperamento sádico y vengativo, en tanto se muestra interesado en ayudar al heredero de Slytherin, con el fin de acabar con los “sangre sucia”: “la última vez que se abrió la Cámara de los Secretos, murió un 'sangre sucia'. Así que supongo que solo es cuestión de tiempo que muera otro esta vez… Espero que sea Granger” (196). Sus fantasías equivalen a una limpieza étnica.

Además, Draco revela un secreto de la familia Malfoy: dónde están escondidos los objetos de artes oscuras en su mansión. Sus identidades transformadas permiten a Harry y Ron acceder a este conocimiento secreto. Así, con esta transformación, cobra relevancia otra vez la importancia del tema de la identidad en la novela y cómo ella determina la posición social y, por lo tanto, el poder, la confianza y el acceso a la información de los personajes.