La vejez y el paso del tiempo
En esta segunda parte de Enrique IV aparecen varios personajes que en la primera parte aún se encontraban vitales y fuertes, y ahora están debilitados por el paso de los años. Northumberland es ahora un hombre mayor al que le advierten que no debe irritarse porque puede sufrir un colapso mortal. Falstaff es burlado numerosas veces por su edad, y él mismo lamenta haber perdido su juventud. El Rey Enrique IV se encuentra directamente al borde de la muerte. Sufre de insomnio y todo tipo de dolencias físicas que le impiden proyectarse a largo plazo como rey. Además de estos personajes, cabe destacar al Juez Trivial, quien no deja de lamentarse por los tiempos perdidos y comienza a prepararse para morir. De hecho, a él pertenece esta famosa línea de la obra: "La muerte, como dice el Salmista, es segura para todos. Todos morirán" (p. 171).
El pasado
En Enrique IV: segunda parte, el pasado se presenta como una sombra que se cierne constantemente sobre el presente.
En el pasado, el Rey Enrique IV ha tomado por la fuerza la corona deponiendo a Ricardo II. Para ello ha tenido que aliarse con diferentes nobles que, desde entonces, no dejan de realizarle todo tipo de reclamos y de levantarse en su contra. El hecho de haberse coronado de una manera ilegítima, en definitiva, no le permite en ningún momento reinar en paz.
Por su parte, en el pasado, el Príncipe Hal ha vivido como un descarriado. Ha pasado su tiempo rodeado de prostitutas, ladrones y borrachos. En el presente, tal como le dice Poins, no puede ni siquiera permitirse llorar la muerte de su padre, porque entonces el pueblo lo consideraría un hipócrita al que nunca le importaron sus responsabilidades y solo quiere aparentar tristeza.
El pasado también acecha a Falstaff. Gracias a su estilo de vida descarriado logra forjar una amistad con el Príncipe Hal. Sin embargo, cuando el Príncipe Hal se convierte en el Rey Enrique V, todo cambia, y Falstaff es desterrado por haber corrompido al rey en su juventud.
La relacion entre padre e hijo
La relación del Rey Enrique IV y el Príncipe Hal no es solo la de un rey y su sucesor, sino que es una compleja relación entre un padre y un hijo con concepciones opuestas del mundo.
El Rey Enrique IV considera que lo más importante es defender el honor. Su hijo, por el contrario, se toma la vida más a la ligera. Su racionalidad le permite distanciarse y hasta reírse de los juicios que se emiten en su contra por su estilo de vida descarriado. Sin embargo, íntimamente tiene un gran deseo de redimirse a los ojos de su padre, y lograr que esté orgulloso de él. Esto lo logra en el cuarto acto de ambas partes de la obra. En la primera parte, lo consigue en el campo de batalla, cuando, combatiendo con valentía, le salva la vida al rey y hace huir a Douglas. En la segunda parte, lo logra en la última conversación que tiene con su padre, al convencerlo de que puede morir tranquilo, ya que él se convertirá en un gran rey.
De esta manera, la relación entre padre e hijo se va transformando a lo largo de las dos partes de la obra. Comienza siendo una relación absolutamente conflictiva, entre dos polos opuestos, y termina en absoluta armonía.
La madurez
En Enrique IV: segunda parte asistimos a la transformación del Príncipe Hal en el Rey Enrique V. Esta transformación es asimismo la de un adolescente que madura y se convierte en adulto.
Ya en el final de la primera parte, Hal da importantes señales de estar dejando de ser un joven descarriado. Sin embargo, en la segunda parte, aún no puede aceptar la pérdida de su juventud y las responsabilidades que ha de tener como adulto. Se lamenta entonces de seguir sintiendo ganas de beber cerveza ordinaria y de bromear con personas como Poins y Falstaff. No obstante, tras la muerte de su padre, atravesado por el dolor, Hal termina aceptando su adultez y, como un hombre serio y maduro, se coloca la corona y se convierte en el Rey Enrique V.
La guerra
En Enrique IV: segunda parte, la guerra se presenta como algo inevitable. El reino vive en un estado bélico constante. Las guerras se van sucediendo con breves intervalos de paz. Esta paz es insostenible porque aquellos que perdieron derechos o personas queridas en la última guerra que se haya disputado pretenden una nueva guerra para vengar a sus muertos queridos o recuperar los derechos perdidos. Northumberland es el ejemplo más claro al respecto.
Ahora bien, en su lecho de muerte, Enrique IV le aconseja a Enrique V que mantenga el reino ocupado en guerras extranjeras. De ese modo, logrará evitar los conflictos armados internos. Es decir, incluso para obtener la paz, el único camino parece ser la guerra.
Pensamiento medieval vs. pensamiento renacentista
El Rey Enrique V es considerado por los historiadores como el primer monarca renacentista. El Renacentismo fue un movimiento filosófico y cultural que se produjo durante los siglos XV y XVI. Recordemos que la obra está situada a comienzos del siglo XV. Una de las características fundamentales del Renacimiento es la preponderancia del pensamiento racional por sobre las pasiones. Enrique V y su hermano Juan de Lancaster se caracterizan por su inteligencia política. Enrique V sabe que con los enemigos se debe negociar para no entrar en pugna. Juan de Lancaster, por su parte, sabe que es mejor ganar una batalla a través de la astucia en lugar de ganarla usando las armas, y así derrota al Arzobispo de York.
Por el contrario, el Rey Enrique IV es un hombre que tiene un claro pensamiento medieval. Valora el honor y el coraje por sobre todas las cosas, y durante su reinado siempre ha intentado resolver los conflictos a través de las armas. Aquí, ya en el final de su vida, advierte que su estrategia no ha dado buenos frutos. Nunca consiguió que reine la paz en Inglaterra y eso lo imposibilitó, entre otras cosas, a cumplir su sueño de ir a luchar en las cruzadas.
En Enrique IV: segunda parte, escrita por Shakespeare en pleno auge renacentista, la razón y la astucia se imponen sobre la fuerza y el coraje.
El poder vs. la responsabilidad
Enrique IV y Enrique V tienen concepciones muy diferentes acerca de lo que significa llevar la corona. Para Enrique IV, la corona es un símbolo de poder. Todo lo que hace en la primera y la segunda parte de la obra tiene como finalidad hacer valer dicho poder y mantenerlo. Por el contrario, para Enrique V, la corona es un símbolo de responsabilidad. Ser rey no es algo que lo haga sentirse superior al resto. A diferencia de su padre, quien obtuvo la corona por la fuerza, Enrique V hereda la corona. No tiene el deseo de convertirse en rey, pero debe hacerlo. Enrique V no quiere imponer su poder a tontas y ciegas. Quiere ejercer sus responsabilidades como monarca de la mejor manera posible.
La cuarta escena del cuarto acto ilustra esto a la perfección. Hal le quita la corona a su padre, quien está en el lecho de muerte, porque siente que esta es una carga que lo oprime. Su padre, al despertar, erróneamente cree que su hijo le quitó la corona porque quiere detentar el poder.