Electra

Electra Resumen y Análisis Episodio III

Resumen

Orestes, disfrazado de paisano de Fócida, entra al palacio con Pílades. Mientras algún sirviente va en busca de Egisto, Orestes le dice a Electra, sin reconocerla, que los restos de Orestes están en la urna que lleva consigo. Electra toma la urna y hace un largo lamento sobre ella, contándole a Orestes su propio dolor y la alegría de Clitemnestra.

Orestes, disfrazado, se conmueve profundamente por el lamento de Electra. Finalmente, le muestra a su hermana un anillo que perteneció a su padre, y Electra se da cuenta de quién es. El joven le pide a su hermana que guarde silencio. Ella responde que nunca se rebajará a temer a Clitemnestra. Orestes contraargumenta, diciéndole que considera que en las mujeres también vive un espíritu guerrero. La propia Electra, dice, es prueba de ello.

El joven afirma que no quiere oír hablar de su madre ni de Egisto. Pedagogo aparece y les implora que abandonen los discursos; anuncia que Clitemnestra está sola y que es momento de emprender, de una vez, la acción.

Orestes entra. Electra hace una breve oración a Apolo pidiendo ayuda para el cumplimiento de los planes. Ella también entra en la casa.

Análisis

La situación que se suscita durante y después del anuncio de la supuesta muerte de Orestes compone una clara ironía dramática, y en ese marco las reacciones de los diversos personajes producen un efecto tragicómico. Si bien la alegría de una madre frente a la noticia del fallecimiento de su hijo puede resultar amarga, el público asiste a este comportamiento de Clitemnestra a sabiendas de que la noticia no concuerda con la realidad, puesto que Orestes en verdad está vivo. De la misma forma, también se aliviana el sufrimiento de Electra, que se asume derrotada y perdida por la muerte de su hermano, en tanto el público sabe que pronto la verdad dará vuelta la situación. Efectivamente, la revelación de que Orestes está vivo compone un giro importante en el drama, un punto de inflexión que invierte la suerte de los personajes.

Los disfraces caen cuando Orestes se revela ante Electra. La supuesta urna funeraria que carga Orestes proporciona otro momento de ironía dramática: Electra llora sobre el cuerpo de su hermano muerto, cuando en realidad está vivo y de pie junto a ella. La urna es una manifestación perfecta de una apariencia exterior (una urna funeraria) que sugiere el contenido interno incorrecto (es decir, las cenizas de Orestes), una metáfora, entonces, para muchas otras cosas en la obra. Es también mediante un disfraz que Egisto, más adelante en la obra, será engañado para su posterior asesinato. El hombre piensa que ve el cuerpo de Orestes, pero una vez quitado el manto que lo oculta, el cadáver resulta ser el de Clitemnestra. Así, la idea de disfraz y de apariencia entra en sintonía con el carácter que adquieren las palabras, los discursos falsos en la obra, que dan a entender algo que no es, como parte de una estrategia de engaño. Es llamativo, en este sentido, que, hacia el final de la obra, todos los personajes intenten dejar de hablar y comenzar a actuar, creando una constante acumulación de tensión que culmina con el asesinato. Los intrincados trucos y manipulaciones de las palabras están a punto de dejarse de lado en favor de los actos directos.

Sófocles ofrece una versión distinta a la de Esquilo en lo que respecta al reconocimiento entre Electra y Orestes. En la obra de Esquilo, Electra reconoce a su hermano por sus mechones de cabello, sus huellas y una tela tejida por ella misma. En la versión de Sófocles, el reconocimiento entre hermanos aparece mediado por un elemento que los vincula a su origen común, a su padre: Electra reconoce a Orestes por un anillo que perteneció al mismo Agamenón. La crítica lee esta situación como un énfasis de Sófocles en el amor de Electra por su padre, un amor que motoriza la acción de este personaje y el de Orestes en la obra.