El brillo de las luciérnagas

El brillo de las luciérnagas Resumen

El brillo de las luciérnagas está dividida en los siguientes cinco capítulos:

Seis años antes

Este capítulo se sitúa seis años antes del presente de la narración. Es sumamente breve (de hecho, está conformado por un solo subcapítulo) y funciona como una especie de prólogo de la obra.

Aquí, el narrador y protagonista de la novela recuerda cuando, a sus cinco años, le pregunta por primera vez a su padre por qué no pueden salir del sótano. En aquella ocasión, el padre le dice que, si él quiere, puede salir, ya que la puerta siempre estaba abierta, pero que su familia está allí, en el sótano, y eso es todo lo que él necesita para ser feliz. Entonces, la madre, el padre, la abuela y el hermano (todos ellos con el rostro desfigurado por un incendio que sucedió años atrás) miran al niño con ternura. La única que no lo mira es la hermana, quien tiene el rostro cubierto con una máscara porque, según sus padres, el fuego la deformó mucho más que a los otros. Este capítulo termina en el momento en el que el niño agarra el picaporte de la puerta.

Presente

Este capítulo está anclado en el presente de la narración. Está conformado por veinte subcapítulos. Es el más largo de la novela.

Aquí, el narrador y protagonista tiene diez años. Él y su familia continúan viviendo en el sótano. El capítulo comienza en el momento en que la hermana del narrador, ayudada por sus padres, da a luz a su bebé. Durante el parto, la hermana quiere sacarse la máscara, argumentando que le falta el aire, pero los padres se lo prohíben, bajo el pretexto de que nadie tiene por qué ver su horrible cara.

Pese a las complicaciones, el parto resulta exitoso. El narrador, que por entonces ya siente una enorme curiosidad por saber cómo es el mundo exterior, establece de inmediato una relación afectiva con su pequeño sobrino. Lo pasea por el sótano, lo cuida cuando llora y comparte con él el pequeño rayo de sol que se filtra en el sótano.

En este capítulo, a través de los ojos del protagonista, el lector conoce los pormenores de la vida de la familia. La madre y la abuela son presentadas como dos mujeres cariñosas que intentan mantener el orden en el hogar y cuidar tanto al narrador como al bebé. El padre es presentado como un hombre malvado y maltratador, que a menudo se ensaña con el narrador y su hermana. Ella es considerada la oveja negra de la familia. Tiene una pésima relación con todos, incluso con el narrador y su bebé, al que desprecia profundamente. El hermano es presentado como un chico con problemas mentales. No habla con claridad, sino que rebuzna y se la pasa saltando y riendo ensimismado.

La familia se alimenta gracias a la intervención de alguien denominado “el de arriba”, a quien el narrador asocia con Dios. En reiteradas ocasiones, el narrador escucha a sus padres hablar sobre la escasez de alimentos y los problemas que está teniendo “el de arriba” para proveerlos.

A lo largo de este capítulo, el narrador realiza varios descubrimientos que lo impelen a querer salir del sótano. En primer lugar, descubre que la puerta que años atrás su padre le dijo que lo conducía al mundo exterior lo conduce, en realidad, a una pared sin salida. Luego, se da cuenta de que su hermana está envenenando con veneno para ratas a su bebé. Entonces, la denuncia con sus padres, convencido de que su hermana es tan malvada como ellos aseguran. Después, sin embargo, ella se encarga de cambiar su opinión: le dice que el padre de su bebé es el padre de ellos, que la viola sistemáticamente por las noches, y que ella es, en realidad, una víctima. El narrador se resiste a creer la historia de su hermana, pero ella lo convence mostrándole su cara debajo de la máscara, esa cara que sus padres le prohíben mostrar so pretexto de que es monstruosa. El narrador descubre, entonces, que la hermana tiene una cara perfecta, sin quemaduras.

Once años antes

Este capítulo transcurre once años antes del presente de la narración. Aquí, el narrador (que en el presente, como hemos dicho, tiene diez años) aún no existe. La narración es llevada a cabo en una tercera persona omnisciente. Este capítulo está compuesto por siete subcapítulos.

“Once años antes” comienza una tarde de lluvia. La familia vive aún en la casa. Además del padre, la madre, la abuela, la hermana y el hermano, aparece también el abuelo, personaje que antes no había sido mencionado. Esa tarde, la madre está mirando la televisión. En todos los noticieros se habla de una chica que ha desaparecido diez días atrás en el pueblo. La madre no le da importancia a la noticia y sigue con sus quehaceres diarios, hasta que descubre que su hijo no está en la casa y entra en pánico. El narrador cuenta, entonces, que el hijo tiene problemas de salud mental debido a un accidente doméstico en el que su hermana ha tenido una enorme responsabilidad (de allí el desprecio que tienen sus padres hacia ella). Cuando la madre se dispone a salir a buscar a su hijo en medio del temporal, este aparece en la puerta de la casa. Trae en sus brazos el cuerpo de la chica desaparecida. Entonces, la familia se entera de que el hijo ha encontrado a la niña en las rocas y, en lugar de avisar, la ha mantenido encerrada en una cueva durante cinco días. Al mostrarle el cuerpo de la chica a su madre, el hijo dice varias veces que “ella dejó de hablar”, y que van a tener un hijo.

Los padres, desesperados, deciden protegerlo. Consideran que lo que sucedió no es su culpa, ya que él no es consciente de sus actos. Los abuelos están de acuerdo. La única que está en desacuerdo es la hermana, quien incluso amenaza con llamar a los padres de la chica desaparecida y contarles la verdad. Los padres ignoran su opinión. Deciden construir una casa en el sótano y encerrar allí a su hijo, ya que, si lo dejaran vivir con ellos, en libertad, tarde o temprano terminaría delatándose y delatándolos. El plan de los padres es informar a la policía que su hijo ha desaparecido, tal como aquella chica, y seguir viviendo normalmente. Cuidarán a su hijo, lo visitarán diariamente y lo criarán lo mejor que puedan.

Durante dos meses, el padre construye la vivienda en el sótano. El plan, sin embargo, sufre un traspié. Una tarde, la hija, tras una nueva discusión con sus padres, llama al padre de la chica desaparecida y le cuenta la verdad. Los padres y los abuelos advierten, entonces, que la única forma de seguir adelante y no ir todos a prisión es encerrarse ellos también en el sótano. El abuelo decide quedarse afuera y ser el encargado de proveerles los víveres necesarios para su supervivencia (el lector descubre así que él es “el de arriba”). Además, él se encargará de brindar una coartada para la desaparición de los demás: encenderá el bote familiar y lo dejará partir. Cuando la policía llegue, él dirá que la familia huyó.

En medio de esta conversación, llega el padre de la chica desaparecida y comienza a arrojar bombas molotov dentro de la casa de la familia. Todos se apresuran a entrar al sótano a través de las escaleras ocultas que conectan la cocina de la casa con el sótano. La única que se resiste a entrar es la hija. No quiere ser cómplice, y menos aún quiere vivir encerrada junto a los demás miembros de la familia. Entonces, el abuelo la empuja por las escaleras y cierra la puerta del sótano. Padre, madre, abuela y hermano se abrazan. La hija advierte que en el piso hay una bomba molotov que rodó por las escaleras y no ha explotado. Sin dudarlo, la agarra y se la arroja a los demás miembros de su familia, generando un incendio.

El último subcapítulo de “Once años atrás” transcurre seis semanas después de dicho incendio. La familia ha sobrevivido a las quemaduras, aunque los rostros de todos los integrantes, excepto el de la hermana, han quedado desfigurados. En este último subcapítulo le quitan el vendaje a la abuela y descubren que ella, además de estar desfigurada, ha perdido la vista. Ese mismo día, también la madre descubre que está embarazada. Quien nacerá nueve meses después, en el sótano, es el narrador.

Al final del capítulo, la abuela entra a tientas al cuarto de los padres y atraviesa la puerta secreta que conecta el sótano con el mundo exterior. Regresa de allí con un paquete que la da el abuelo: allí está la máscara que, desde ese momento, utilizará la hermana obligatoriamente. Su familia ya no tolera ver su cara impoluta, sana.

Presente

El cuarto capítulo nuevamente se centra el presente. Está compuesto por ocho subcapítulos. Aquí, el narrador y su hermana planifican y ejecutan el escape del sótano. La idea es que salga el narrador y, una vez afuera, le avise a todo el mundo que la familia está escondida.

El escape se lleva a cabo una noche en la que el abuelo entra al túnel para dejar los víveres. El narrador, entonces, entra subrepticiamente al cuarto de los padres, atraviesa una puerta que está allí oculta y recorre el túnel a tientas. El plan se arruina en el último momento, cuando el narrador está por salir al mundo exterior y el abuelo lo atrapa.

Entonces, la familia tiene una charla con el narrador. Primero, por supuesto, le presentan a su abuelo. Luego le cuentan su versión de las cosas. Le dicen que la idea de ellos es que el narrador viva afuera y reemplace al abuelo (quien ya está enfermo y no podrá seguir encargándose de los víveres por mucho tiempo más). Le explican que el maltrato de su padre hacia él en el último tiempo obedecía, en realidad, a la intención de espantar al niño del sótano e instarlo a que sienta deseos de salir. Ahora bien, ellos no querían que escapara, sino que lo pidiera. Además, la familia desmiente lo que dijo la hermana sobre el bebé y le explica que, en realidad, ese hijo no es del padre, sino del hermano, que ha violado a la hermana, así como tiempo atrás lo hizo con la chica desaparecida. En este momento se da una fuerte discusión entre la hermana y los padres. Ella intenta acuchillar al padre. Entonces, la madre le arroja el tarro de las luciérnagas en la cara, desfigurándola de inmediato.

Este capítulo termina en el momento en que el narrador sale del sótano, dispuesto a vivir en el mundo exterior y hacerse cargo de proveer a la familia.

Quince años después

Este capítulo consta de un solo subcapítulo y funciona como epílogo de la novela. Aquí, el narrador le da un cierre a la historia. Cuenta que el día en que salió del sótano, su hermana murió a causa de un coágulo de sangre, producto de las heridas que le generaron los cristales. Cuenta también que el abuelo vivió un tiempo más y llegó a enseñarle cómo funcionaba el mundo exterior y lo que debía hacer para seguir proveyendo a su familia. En el pueblo, el abuelo lo presentó como un pariente lejano que heredaría la propiedad. Él, ahora, tiene un pequeño hijo con el que disfruta la vida en libertad.