Crónica de una Muerte Anunciada

Crónica de una Muerte Anunciada Resumen y Análisis del Capítulo 5

Resumen

En el último capítulo se vuelve a retratar el comienzo de la historia: los momentos previos al asesinato de Santiago Nasar, cómo nadie logra impedir su muerte, aun cuando las intenciones de los gemelos Vicario son de público conocimiento. Unas dos semanas después del crimen aparece el juez enviado por el gobernador y, ante la cantidad de gente que se acerca a declarar, se ve obligado a pedir refuerzos. Santiago Nasar es apreciado por casi todos en el pueblo (a excepción de Polo Carrillo, dueño de la planta eléctrica, quien lo considera cínico y dice que puede darse el lujo de ser así porque tiene dinero). Años más tarde en el pueblo se sigue hablando de la muerte de Santiago: "...ninguno de nosotros podía seguir viviendo sin saber con exactitud cuál era el sitio y la misión que le había asignado la fatalidad" (p. 111), dice el narrador con respecto a esto.

Momentos antes del crimen, Indalecio Pardo, un hombre con el que Santiago Nasar tiene buenos vínculos, pasa por la tienda de Clotilde Armenta. Los hermanos Vicario le dicen que apenas se vaya el Obispo, matarán a Santiago. Al principio, Indalecio no les cree, pero luego Clotilde lo convence de que los gemelos Vicario están hablando en serio. En este punto, el narrador especula que los hermanos Vicario le cuentan sus planes a Indalecio Pardo, tal vez, porque piensan que es la persona indicada para impedir el crimen sin que ellos queden en vergüenza. Así y todo, cuando Indalecio se cruza con Santiago Nasar, que está volviendo del puerto con su amigo Cristo Bedoya, no se anima a prevenirlo.

Por su parte, Cristo Bedoya despide a Santiago en la esquina de la plaza. Inmediatamente después, Yamil Shaium, un amigo árabe del padre de Santiago, le hace una seña a Cristo para que se acerque y le cuenta sobre el plan de los hermanos Vicario. Cristo sale rápidamente en busca de Santiago, pero no tiene éxito: cuando llega a casa de los Nasar, Santiago no está allí. Cristo Bedoya les advierte a Victoria Guzmán y a Divina Flor sobre los planes de los Vicario; ellas ya lo saben, pero decidieron no prevenir a Santiago. Cuando Bedoya se topa con la madre de Santiago, no tiene el valor de contarle y se va de la casa de los Nasar a continuar con la búsqueda de su amigo. En la tienda de Clotilde Armenta se encuentra con los hermanos Vicario, y ellos le piden que le diga a Santiago Nasar que lo están esperando para matarlo. Clotilde alienta a Cristo Bedoya a que se apure y prevenga a su amigo, ya que sólo él puede prevenir la tragedia.

Mientras sigue buscando a Santiago, Cristo Bedoya se encuentra con el coronel Aponte y le advierte que los gemelos tienen nuevos cuchillos y siguen firmes en su idea. El coronel Aponte le asegura que se ocupará de ellos enseguida, pero entra al Club Social para confirmar una cita de dominó para esa noche. Bedoya piensa que Santiago puede estar desayunando con la hermana del narrador y se dirige allí. En el camino, se topa con Próspera Arango, quien le pide por favor que revise a su padre. Cristo Bedoya tarda cuatro minutos en establecer el estado del enfermo y tres minutos más en ayudar a Próspera a llevarlo al cuarto, pero esa pequeña demora no le permite llegar a tiempo a advertirle a Santiago sobre el plan de los hermanos Vicario.

Santiago, por su parte, va a la casa de su novia, Flora Miguel. Ella lo recibe enojada, le entrega un cofre con cartas y le dice que ojalá lo maten. Santiago Nasar está perplejo. Flora Miguel se va a su habitación. El padre de Flora, Nahir Miguel, le cuenta a Santiago que los hermanos Vicario están buscándolo para matarlo. Santiago adopta una actitud tanto de miedo como de turbación. Nahir Miguel le ofrece quedarse en la casa o salir con un rifle. Santiago Nasar, absorto, confiesa no entender "un carajo" y se va. La gente del pueblo reunida en la plaza se da cuenta de que Santiago Nasar ya sabe que lo van a matar y trata de ayudarlo gritándole cosas, indicándole por dónde le conviene ir o dónde puede esconderse. Pero Santiago Nasar está tan absorto que continúa caminando en dirección a su casa.

Santiago logra llegar a su casa, pero su madre, que acaba de enterarse de que los hermanos Vicario están buscando a su hijo para matarlo porque Victoria Guzmán acaba confesándoselo, cerró la puerta principal con llave pensando que su hijo estaba adentro. Es ahí que los hermanos lo interceptan y lo acuchillan repetidas veces. Santiago Nasar se muestra altivo frente a la inevitabilidad de su muerte. Los hermanos Vicario descargan toda su energía en sus cuchillazos y no pueden entender cómo Santiago sigue de pie. Los hermanos Vicario logran escapar en dirección a la plaza, perseguidos por Yamil. Santiago, malherido, bordea la casa y logra entrar por la puerta trasera. Se derrumba en la cocina y muere.

Análisis

En este último capítulo hay un repaso de los hechos que derivan en la muerte de Santiago Nasar. Al mismo tiempo, el pueblo trata de explicarse cómo pudieron darse tantas circunstancias juntas como para que todo acabara así. Esta necesidad que tienen los habitantes del pueblo de revisar los detalles de cómo se llega a la muerte de Santiago también se relaciona con la intención de expiar esa culpa colectiva que se cierne sobre ellos.

Esto se puede ver claramente en el caso de Cristo Bedoya, amigo de Santiago Nasar y que estuvo con él hasta poco antes de su muerte. Cuando Bedoya se entera de los planes de los hermanos Vicario, busca a Santiago Nasar para advertirle, pero no llega a tiempo, en parte porque en el camino pierde unos minutos atendiendo a un enfermo. Esta distracción es una de las tantas circunstancias que contribuyen a que el asesinato de Santiago se pueda concretar, y será lo que atormente a Cristo Bedoya durante años. Al mismo tiempo, si pensamos que el crimen de Santiago solo fue posible debido a una gran complicidad colectiva, esa demora de Bedoya, más allá de que no fuera intencional, es su cuota de responsabilidad en la muerte de su amigo.

El caso de Indalecio Pardo es diferente: él sí intercepta a Santiago a tiempo, pero no le salen las palabras cuando lo tiene enfrente. Este acto de cobardía por parte de Indalecio es su cuota de responsabilidad en la muerte de Santiago, y también le produce culpa años más tarde. Por otro lado, tenemos al padre de la novia de Santiago, Nahir Miguel, quien le cuenta a Santiago sobre los planes de los hermanos Vicario y le ofrece ayuda, pero ni siquiera así logra torcer el destino del joven Nasar.

Entonces, podemos decir que hay personajes que se abstienen de hacer algo para impedir la muerte de Santiago, ya sea intencionalmente o por negligencia; hay otros que intentan intervenir, pero no lo logran; y hay uno en particular, Nahir Miguel, que le advierte y le ofrece ayuda, pero tampoco logra evitar que Santiago muera. Se consolida así la idea de que el destino es siempre ineludible, más allá de la gran cantidad de oportunidades que haya para evitarlo, y que el de Santiago Nasar era morir ese día. Sin embargo, la gran mayoría de los personajes que son consultados por el narrador sobre el día del asesinato de Santiago, recuerdan su participación en los hechos con pudor, y dejan entrever que se sienten culpables, incluso muchos años después del crimen. Dicho de otra forma: ni siquiera la justificación del inevitable destino fatal que aguardaba por Santiago los libra de la culpa de que podrían haber hecho algo más por evitarlo.

Al mismo tiempo, en estas últimas páginas, se describe la escena de la muerte de Santiago Nasar como nunca antes en la novela. El nivel de detalle sobre el momento del asesinato de Santiago no solo refleja la convicción del narrador de investigar a fondo el hecho y esclarecer algunas cuestiones del caso que habían quedado difusas, sino que también constituye un ejemplo de la estrategia narrativa utilizada por García Márquez en esta novela. El hecho de valerse de un género periodístico como es la crónica contribuye a darle mayor nivel de verosimilitud a la historia y puede asociarse al perfil periodístico del autor.