Beowulf

Beowulf Resumen y Análisis de Secciones 31-36 (líneas 2144-2693)

Beowulf elogia la generosidad y gentileza del rey Hrothgar, quien abrió su tienda de joyas y tesoros a Beowulf, para que escoja lo que él desease llevar al rey Higlac. Los hombres de Beowulf llevan estos tesoros a Higlac, jurando lealtad a su señor:

"Beowulf había traído a su rey / Caballos y tesoros - como lo tiene que hacer un hombre,/ Sin tejer redes de malicia para sus camaradas,/ Preparando su muerte en la oscuridad, con secretas,/ E ingeniosas trampas". pág. 91, líneas 2165-2169

Higlac y Beowulf son primos y camaradas, que confían el uno en el otro en tiempos de guerra y paz. Beowulf le da a Higd, el regalo de Welthow - un collar y tres caballos; él comprendió el consejo de generosidad de Hrothgar.

Seguimiento del Tema: Cristiano/Pagano 8

El poeta nos cuenta como Beowulf fue despreciado cuando era niño, no favorecido por ninguno de los gautas. Higlac saca la espada del padre de Beowulf y se la da a Beowulf. Después de la muerte de Higlac, Herdred, su hijo, gobernó muchos años. Después de su muerte a manos de los Suecos, Beowulf gobernó a los gautas durante más de cincuenta inviernos, con sabiduría y justicia. Entonces fue un dragón, quien había estado durmiendo en una torre escondida, despertó en Geatland.



Un esclavo había llegado a la entrada de la guarida del dragón, vio un tesoro escondido y oro, y huyó con una copa enjoyada. El dragón despertó, sabiendo exactamente lo que habían robado. El hombre escapó:

"El era el esclavo de alguien, había sido maltratado / Por sus amos, había desaparecido de la vista de los hombres,/ Pero sin lugar donde esconderse; luego encontró el oculto / Sendero, y lo uso". pág. 92, líneas 2223-2226

Seguimiento del Tema: El Bien y el Mal 10

El poeta nos cuenta la historia del tesoro, dejado tiempo atrás al final de una dinastía, su rey enterró el oro en una torre de piedra, dándolo a la tierra. El oro y el tesoro no debieran dejarse sin uso por el hombre, aun si el oro no pueda traer placer a aquellos que lo abandonan. Un dragón que escupe fuego, deambulando furioso en la cueva en busca de comida, se encontró con el oro hace muchos siglos, y desde entonces ha dormido junto a la pila.

El dragón sigue las huellas del esclavo que lo despertó, en busca de venganza por la copa robada; su codicia por el tesoro causará guerra y muerte. Espera hasta que la noche llega:



"Contaba las horas hasta que el candil del Topoderoso se apagó,/ Y llegó la tarde, loco de ira / Podía volar incendiando la tierra, matando / Y destruyendo con su aliento. Luego el sol se iba,/ Y su corazón se alegraba; brillando con rabia /...impaciente de corresponder / A sus enemigos. El pueblo sufría". pág. 95, líneas 2302-2309

Seguimiento del Tema: Los Hombres y los Monstruos 10

El dragón, con su aliento mortal de fuego, destruye todos los hogares y tierra en Geatland. Destruye el salón de Beowulf y su trono; el pesar se extiende por toda la tierra. Bewoulf, ya viejo, aunque todavía un guerrero, empieza a planear su venganza por la furia del dragón. Se fabrica un gran escudo de hierro; el poeta nos adelanta que esta batalla será la última de Beowulf, y que terminará tanto en su muerte como en la del dragón.

Beowulf cuenta la historia de su primer Señor, la pena de Hrethel, cómo cuando era joven, el hijo mayor de su Señor, Herbald, fue muerto por su hermano, Hathcyn. La muerte fue accidental, un error en una excursión de caza. El dolor de Hrethel por su hijo muerto fue grande; él no sentía simpatía por Hathcyn, y la vida se volvió sombría. Cuando Hrethel había muerto, sus dos hijos menores heredaron el reino y todos sus tesoros. La guerra surgió entre los suecos y los gautas, como respuesta ante la muerte de Hrethel. Hathcyn, ahora rey de los gautas, fue muerto por una espada sueca. Los soldados de Higlac vengaron la más horrible de las muertes, y Efor le partió el cráneo al rey sueco.

Beowulf enseguida habla de la muerte de Higlac, cómo él aplastó al hombre que había matado a Higlac sólo con sus manos. El justifica el uso de la espada en su duelo con el dragón; él 'peleará tanto con la mano como con la espada'. Beowulf necesita el escudo de hierro para protegerse del aliento ardiente del dragón.

Seguimiento del Tema: Cristiano/Pagano 9

Beowulf se prepara para la batalla, declara que el tesoro custodiado por el dragón será suyo cuando muera el monstruo. Entra en el salón abovedado y da un grito de batalla. Al escucharlo, el dragón, sediento de sangre, ataca, lanzando fuego y humo sobre Beowulf. El escudo de hierro primero resiste, pero después empieza a fundirse, una señal de que el destino está en contra de Beowulf. Beowulf golpea al dragón con su espada, atravesándole la piel, la sangre brota. La espada se quiebra por el peso. No dispuesto a dejar este mundo por la eterna oscuridad, Beowulf continúa la pelea. Replegándose, el dragón envuelve a Beowulf en un remolino de llamas, mientras todos sus valientes seguidores corren hacia los bosques - todos excepto uno: Wiglaf.

Wiglaf, hijo de Wexstan, se queda al lado de Beowulf, levantando su espada amarilla y escudo, armas que una vez pertenecieron al sobrino de Onela, las cuales su padre había ganado y posteriormente se las había entregado. Con la espada y su fuerte alma, él habla a todos, recordando la gentileza de su señor, y como sus camaradas otrora habían jurado lealtad y ahora corrían como traidores. Él grita:

"Él nos llevó / Como soldados, como hombres. Él quiso matar / El mismo este monstruo, nuestro poderoso rey, Pelea esta batalla solo y sin ayuda,/...Del Todopoderoso Dios,/ Preferiría quemarme que ver / Llamas alrededor de mi señor...Juro que nada que / El alguna vez hizo merecía un final / Como este, morir solo y de la peor manera, / Masacrado por esta salvaje bestia". pág. 105, líneas 2641-2644, 2650-2652, 2656-2659

Wiglaf se sumerge en las llamas destructivas, gritando el nombre de su señor, distrayendo al dragón al saltar bajo el escudo de Beowulf. El guerrero Beowulf golpea al dragón con lo último de sus fuerzas; Nagling le parte la cabeza al dragón. La espada se rompe en pedazos en las manos de Beowulf, el dragón le arroja fuego, y clava sus colmillos profundamente en el cuello de Beowulf.