Réquiem por un campesino español

Réquiem por un campesino español Resumen y Análisis Parte 6

Resumen

Mosén Millán piensa en lo que don Valeriano y el duque han hecho por su iglesia y por eso no le reprocha nada a don Valeriano: "Mosén Millán no conocía el vicio de la ingratitud" (p.100). Don Valeriano ha dado plata para una verja de hierro y el duque ha dado el dinero para reparar la bóveda.

La figura de Paco crece ante la mirada del pueblo, especialmente en lo que se dice de él en el carasol: “los tenía bien puestos” (p.100). Para Paco, la prioridad seguía siendo la de mejorar la vida de las personas que vivían en las cuevas.

En una ocasión, Mosén Millán se comunica con Paco porque, a diferencia de lo que ha sucedido todos los años, esta vez no lo han llamado para la romería que se hace en una ermita en las tierras del duque. Paco le explica al cura que el pueblo está en contra del duque y no tiene interés en celebrar esa festividad. El cura, quien se encuentra fuera de sí por lo que está pasando, le reprocha a Paco amenazar de muerte al duque. Don Valeriano ha estado inventando historias y el cura se las ha creído. Paco no puede convencer a Mosén Millán que nunca ha amenazado de muerte al duque.

A medida que se implementan muchos cambios en el pueblo, quien se encuentra inconforme con todo es el zapatero. Él, que ha sido uno de los más entusiasmados con la huida del rey, ahora se siente defraudado. El cura, por su parte, está cada vez más nervioso con los cambios.

De pronto, don Valeriano y don Gumersindo vuelven a mostrarse en el pueblo, donde ya no queda guardia civil. Los concejales, entre ellos Paco, están nerviosos porque sospechan que algo está por suceder.

Un día llegan unos jóvenes armados al pueblo. Lo primero que hacen es darle una paliza al zapatero, luego matan a seis campesinos. No hay guardias para defender a la gente del pueblo. El cura intenta interceder al hablar con don Valeriano, a quien los jóvenes armados han proclamado alcalde. Todos en el pueblo andan con cuidado, incluso Jerónima habla con prudencia.

Paco está desaparecido, nadie sabe dónde se encuentra, pero los señoritos lo buscan intensamente. Encuentran al zapatero muerto de un tiro. Otras personas también aparecen muertas, incluso asesinan a los concejales. En el carasol se habla a menudo sobre los muertos y lo que está sucediendo en el pueblo.

Al padre de Paco nadie lo toca. Mosén Millán decide ir a hablar con él. Todos en la casa parecen tristes, pero no lloran. Mosén Millán pretende que ya sabe dónde está Paco. El padre confía en las palabras del cura y termina revelando el escondite. Inmediatamente Mosén Millán se arrepiente de haber llevado al padre a esa confesión porque ahora él sabe algo que preferiría ignorar. De todas maneras, el cura está seguro de que va a poder mantener el secreto en el caso de que los señoritos lo interroguen.

Análisis

La novela narra a la par la historia de Paco como líder del pueblo y la historia de la culpa con la que tiene que lidiar Mosén Millán por su participación en la muerte de Paco. En esta parte de la novela vemos con más claridad exactamente cuál va a ser la participación del cura.

En primer lugar, cabe reflexionar sobre la situación en la que se encuentra Mosén Millán. Por un lado, como en la mayoría de los pueblos españoles, el cura es un referente para el pueblo. Por otro lado, su alianza con los poderosos es indudable. Ahora bien, Mosén Millán en particular siente que le debe gratitud al duque y a don Valeriano por lo que han hecho por su iglesia. Sin embargo, cuando la violencia escala y el cura percibe la participación de don Valeriano en todo esto, intenta interceder por las personas del pueblo e interviene. Sin embargo, lo hace de una manera muy tenue y resulta inútil.

El alcance de su influencia se ve disminuido. Por una parte, no es capaz de hacer a don Valeriano entrar en razón, pero, por otro, el pueblo también resiente su silencio. Cuando el pueblo decide no ir a la romería anual, Mosén Millán siente cómo el conflicto entre el duque y el pueblo le puede afectar de manera directa y concreta.

La llegada de los señoritos al pueblo marca el final de toda esperanza de cambio y reforma. Uno de los aspectos con los que la novela insiste es el contraste entre la apariencia de los señoritos y sus actitudes. Parecen personas educadas, pero las acciones que llevan adelante finalmente acaban siendo salvajes. Por ejemplo, asesinan a seis campesinos y dejan los cuerpos entre el pueblo y el carasol, un lugar estratégico para mandar un mensaje de terror. Además, todos los cambios son revertidos a la fuerza como, por ejemplo, el regreso de don Valeriano como alcalde del pueblo.

Es irónico que la primera víctima de las agresiones sea precisamente el zapatero. Así como al inicio de la república fue él el más entusiasta, es el primero en desencantarse de lo que sucede en la república. El zapatero representa esa porción de la población que no está comprometida con ningún bando, que percibe los vicios de ambos lados y que, sin embargo, sufre en carne propia la lucha entre los dos bandos. Uno de los vicios que percibe el zapatero es la asignación de cargos a cualquier persona mientras que, cuando le ofrecen a él una tarea en el gobierno, contesta: “yo me atengo al refrán que dice: zapatero a tus zapatos” (p.103).

Si bien la llegada de los señoritos amedrenta a la población, el enojo también es palpable y las mujeres en el carasol al principio intentan ser prudentes, pero terminan por expresar su odio hacia los responsables del terror. Como si les sirviera para sortear la censura, dirigen sus críticas y su veneno a las mujeres de los hombres poderosos del pueblo. Hablan de la Gumersinda, la Valeriana y la Cástula, en lugar de despotricar contra los hombres. Es significativo que no se refieran a “la mujer de” o utilicen los nombres, sino que en su lugar recurran a las formas femeninas de los nombres masculinos. Sabemos que esta sociedad es machista y que valora el coraje como un atributo masculino. Más de una vez se menciona que Paco “los tenía bien puestos” (p.100) o que Jerónima había visto a Paco de niño en pañales y sacó la conclusión de que no lo echarían del baile porque estaba bien dotado. Esto muestra que al utilizar los nombres de los poderosos en sus formas femeninas es el modo en que las mujeres del carasol se revelan ante el poder y demuestran su irreverencia.

Esta parte termina con el error que comete Mosén Millán al pretender que sabe dónde está Paco. Hay cierta ambigüedad con respecto a las verdaderas intenciones del cura. ¿Realmente lo hizo por el pudor de reconocer que su amistad con Paco ya no era tan estrecha? ¿Lo hizo por el deseo de probar su entereza al no traicionar a Paco si lo interrogaban los señoritos? ¿Lo hizo pensando en que iba a poder convertirse en un auténtico mártir si no confesaba? La ambigüedad en este punto es esencial porque es lo que le da sentido a lo que está viviendo Mosén Millán en su conciencia. Ni el cura parece comprender bien sus motivaciones y no puede lidiar con lo que hizo después de la conversación con el padre de Paco.