Poemas de Fernando Pessoa

Poemas de Fernando Pessoa El sensacionismo en Fernando Pessoa

El sensacionismo es uno de los mayores movimientos artísticos de la vanguardia portuguesa de principios de siglo XX. Como el mismo Pessoa afirma, el sensacionismo se deriva del simbolismo francés, el decadentismo tardío portugués, del futurismo, el cubismo y otras corrientes vanguardistas menores de Europa.

A grandes rasgos, el sensacionismo busca la descomposición de la sensación. El propio Fernando Pessoa, pionero del sensacionismo, explica que lo único que verdaderamente existe son las sensaciones. En 1924, escribe en un borrador que los datos sensibles pueden ser de tres tipos: los que son propiamente sensaciones, es decir, datos directos de los sentidos; los que resultan de la transmisión de sensaciones e impresiones ajenas captadas en la convivencia social; y los que resultan de impresiones tomadas de libros, en museos, laboratorios, etcétera.

Así las cosas, cada hombre, al procesar por medio de su intelecto todas las sensaciones (de cualquier tipo) percibidas, elabora de manera enteramente propia, en virtud de su temperamento o base mental innata, el caos abstracto, constituyendo la realidad o, más precisamente, su versión de la realidad. De esta forma, en un sentido amplio, la sensación es para Pessoa sinónimo de realidad.

En otras palabras, podemos decir que de la unión de una realidad externa y una realidad interna, temperamento o base mental, resulta la sensación o versión de la realidad. Asimismo, esta realidad integrada en el incesante devenir se convierte en cultura que, a su vez, modifica la naturaleza de la nueva experiencia y, en consecuencia, se transforma a sí misma.

La obra de arte, que sería una sensación del tercer tipo, sigue un proceso similar, pero con una diferencia: es premeditadamente un objeto. De ahí que los postulados de la estética sensacionista sean:

1) Todo objeto es una sensación.

2) Todo arte es la conversión de una sensación en objeto.

3) Todo arte es la conversión de una sensación en otra sensación.

Por otro lado, Pessoa niega el Romanticismo y reacciona contra el Neo-clasicismo y el Simbolismo. Con cada uno de ellos define discrepancias: del Clasicismo francés rechaza la simplificación de sentimientos y conceptos (lo cual, en su opinión, limita la visión de las cosas) y la reducción al mínimo de la intervención del temperamento del artista; del Romanticismo, su confianza en el fugaz “momento de inspiración” como condición creadora; y del Simbolismo, su preocupación por la vaguedad y, sobre todo, la subordinación de la inteligencia a la emoción, recriminación esta última que también hace al Romanticismo. Sin embargo, Pessoa también establece coincidencias con estos movimientos: del Neo-Clasicismo acepta la preocupación por el equilibrio formal e intelectual del poema; del Romanticismo, la preocupación por la plasticidad y la sensibilidad “simpatética-sintética” ante las cosas; y del Simbolismo su preocupación por la musicalidad y sensibilidad analítica que examina a fondo los estados de ánimo.

Fernando Pessoa es parte de un proceso intelectual en el que objetividad y subjetividad buscan el equilibrio en la obra. En la persecución de este equilibrio es que conviven los heterónimos pessoanos, intentando aprehender una realidad, en principio, objetiva, pero cuyo significado no se entiende sino en lo subjetivo.

En ese sentido, Pessoa asimila la cultura de su tiempo, establece sus propios patrones de modernidad y realiza la crítica misma de la cultura portuguesa en un intento de incorporarla —rejuvenecida, reelaborada— a un mundo desarrollado capaz de trazar patrones universales.