Metamorfosis

Metamorfosis Resumen y Análisis Libros VII-VIII

Resumen

En el comienzo del Libro VII, los argonautas llegan al reino del rey Eetes, y Jasón exige la devolución del vellocino de oro. Mientras tanto, Medea, la hija del rey, se enamora de Jasón. Después de una lucha interior, Medea decide traicionar a su padre y ayudar a Jasón a recuperar el vellón. Jasón promete casarse con Medea a cambio de su ayuda y ella le da algunas hierbas mágicas. Jasón realiza su primera tarea para recuperar el vellocino de oro: unir dos toros que escupen fuego y arar un campo con ellos. Luego cose el suelo con dientes de dragón, de los que nacen los guerreros. Con la ayuda de Medea, Jasón los derrota arrojando una piedra en medio del grupo, lo que los hace atacarse entre sí. Finalmente, Jasón usa las hierbas y los encantamientos de Medea para dormir al dragón que guarda el vellón. Luego, él y los argonautas huyen con Medea y el vellón.

Más tarde, Jasón regresa a casa y encuentra a su padre extremadamente enfermo. Medea promete salvar al padre de su amado, y viaja durante nueve días y nueve noches, recogiendo hierbas para un ritual oscuro que cura a Esón y le devuelve la juventud. Durante la enfermedad de Esón, las hijas de Pelias habían usurpado el trono de Esón, y Medea las engaña para que maten a Pelias con el pretexto de salvarle la vida también. Ella huye en su carro tirado por dragones alados y regresa a Corinto mucho más tarde, solo para descubrir que Jasón ha tomado una nueva esposa, Glauce. Medea la mata a ella y a los propios hijos de Jasón y también asesina a Glauce antes de huir una vez más a Atenas, donde Egeo le da refugio y se casa con ella.

Teseo llega a Atenas, y Medea intenta matarlo. Sin embargo, Egeo reconoce a Teseo como su propio hijo e impide el asesinato justo a tiempo. Medea escapa en medio de la niebla. Al poco tiempo, se desata una amenaza de guerra: Minos de Creta declara la guerra a Atenas porque su hijo, Andrógoo, murió en tierras de Egeo. En preparación para la batalla, Céfalo de Atenas pide ayuda al pueblo de Enipia, recientemente rebautizada como Egina. Éaco de Egina promete ayudar a Atenas y, mientras tanto, cuenta la historia de su ciudad. Dice que Juno los golpeó con una plaga que mató a muchos, hasta que rezó a Júpiter, que se había acostado con el tocayo de la ciudad, Egina. Júpiter repobló Egina con una colonia de hormigas que habían anidado en un roble, a las que convirtió en hombres trabajadores conocidos como mirmidones. Estos mirmidones se unen a Atenas para luchar contra Creta.

Mientras Céfalo y los mirmidones esperan un viento favorable para regresar a Atenas, Céfalo cuenta la historia de cómo estuvo casado con Procris, hija de Erecteo. Después de dos meses de casados, la diosa Aurora intentó seducirlo. Céfalo se negó, enojando a Aurora, quien a modo de venganza le dijo que su esposa Procris le era infiel. Aurora le permitió alterar su apariencia y poner a prueba la fidelidad de Procris, algo que él hizo: haciéndose pasar por otro hombre, Céfalo le ofreció a Procris una enorme fortuna por una noche en la cama. Procris vaciló y Céfalo se reveló, provocando que Procris tuviera que huir a las montañas. Por último, Céfalo y Procris se reconciliaron y, a modo de disculpa, Procris le ofreció a Céfalo el perro más rápido del mundo y una lanza mágica que siempre da en el blanco y regresa a la mano de quien la arrojó.

Céfalo recurre a la historia del perro y dice que este, de nombre Lépalo, fue llamado para atrapar una bestia muy veloz que asolaba Tebas. Lépalo alcanzó a la bestia, pero no pudo atraparla, y las dos criaturas se convirtieron en estatuas de mármol, congeladas en su persecución. Céfalo también cuenta una historia trágica sobre su lanza, diciendo que iba a cazar todas las mañanas con la lanza y llamaba a la brisa Aura al final de cada día. Alguien lo escuchó y le dijo a Procris que Aura era su amante, por lo que Procris se escondió durante una de sus cacerías para ver si era cierto. Céfalo la escuchó crujir entre los arbustos y la mató con la lanza, pensando que era un animal. Ella murió en sus brazos mientras él le explicaba el malentendido.

Al mismo tiempo que Céfalo y sus hombres regresan a Atenas, Minos arrasa las ciudades cercanas y pone a prueba su poder. Mientras él lucha contra Alcatoe, la tierra del rey Niso, la hija de Niso, Escila, se enamora de Minos. Después de debatir, Escila decide traicionar a su ciudad a cambio del amor de Minos; trae como ofrenda el mechón de pelo morado de su padre. Minos retrocede ante Escila, condenando su traición antinatural a Alcatoe, y Escila, enfurecida, atormenta a Minos por el extraño adulterio de su esposa, quien se había enamorado de un toro y había concebido una criatura a través de él. Finalmente, Escila se arroja al mar, intentando alcanzar el barco de Minos. Niso, que se ha convertido en águila marina, la picotea hasta que ella se transforma en pájaro.

Minos regresa a casa y su esposa da a luz a una criatura mitad humana, mitad toro. A propósito de esto, Minos ordena a Dédalo que cree un laberinto para albergar a la bestia, apodada el minotauro. Minos establece que cada nueve años se sacrificará un joven ateniense en homenaje al monstruo. Llega el tercer tributo, y Teseo es designado como el sacrificio. Sin embargo, sobrevive al minotauro con la ayuda de la hija de Minos, Ariadna, quien le da a Teseo un carrete de hilo para ayudarlo a encontrar el camino a través del laberinto. Teseo y Ariadna zarpan hacia Dia, donde Teseo la abandona. Ariadna encuentra consuelo en Baco, quien transforma su corona en una constelación.

Mientras tanto, Dédalo planea escapar de Creta. Crea alas con plumas y cera de abejas: un par para él y otro para su hijo Ícaro. Le advierte a Ícaro que no vuele demasiado alto o el sol derretirá la cera, ni demasiado bajo o la humedad pesará sobre las plumas. Pero mientras están en vuelo, Ícaro vuela demasiado alto, emocionado por la capacidad de volar, y sus alas se desmoronan. Acto seguido, cae en picada hasta la muerte. En el momento en que Dédalo está enterrando a su hijo, una perdiz le recuerda a uno de sus antiguos rivales, Telus, que también fue un brillante inventor hasta que Dédalo lo defenestró por envidia. Minerva cambió a Telus por la perdiz mientras caía. Por último, Dédalo encuentra refugio en la tierra del rey Cócalo.

La fama de Teseo se extiende y muchos solicitan su ayuda, incluido el rey Eneo de Calidón, que se olvidó de la diosa Diana en un sacrificio. En venganza, un feroz jabalí asola Calidón. Un grupo de héroes, incluidos Teseo, Jasón, Atalanta y Meleagro, el hijo de Eneo, cazan al jabalí. Meleagro se enamora desesperadamente de Atalanta y, después de que los dos cooperan para matar al jabalí, Meleagro se lo ofrece a Atalanta como tributo. Los celosos tíos de Meleagro intentan impedírselo y Meleagro, furioso, los mata. La madre de Meleagro, Altea, venga sus muertes quemando un tronco que el destino había vinculado con la mortalidad de Meleagro. Todo Calidón llora la muerte de Meleagro, y Altea se suicida de pena. Las hermanas de Meleagro están tan angustiadas que Diana se apiada de ellas y las convierte en gallinas de guinea.

En su camino de regreso a Atenas, Teseo se refugia de una tormenta en la casa de Aqueloo, un dios del río. Aqueloo le cuenta a Teseo la historia de las cinco islas cercanas a su casa, diciendo que las islas habían sido ninfas que lo olvidaron durante un sacrificio a los dioses locales. Aqueloo señala otra isla y explica que alguna vez fue una joven a quien amaba. Después de que él le quitó la virginidad, su padre la arrojó desde un acantilado, y Tritón la transformó en una isla a petición de Aqueloo. Uno de los hombres presentes, Pirítoo, objeta que tales cosas son imposibles. En respuesta, un hombre llamado Lelex cuenta una historia que dice que Júpiter y Mercurio una vez se disfrazaron de mortales y fueron de casa en casa buscando refugio. Solo los recibió una pareja anciana y piadosa, Baucis y Filemón. La pareja les ofreció todo lo que tenían y, a cambio, los dioses los llevaron a una colina. Desde esta posición vieron a los dioses destruir el área excepto su casa, que fue transformada en un templo glorioso. Además, los dioses concedieron a Baucis y Filemón su único deseo: poder morir a la misma hora para no tener que estar nunca separados. A la hora de su muerte, Baucis y Filemón se transformaron en árboles.

Teseo pide escuchar más historias de los dioses, y Aqueloo le cuenta sobre Erisictón y Mestra. Erisictón era un hombre impío que una vez profanó un árbol sagrado para Ceres. Como venganza, Ceres arregló con Hambre que Erisictón estaría eternamente hambriento, sin importar cuánto comiera. Él come tanto en su casa como fuera de ella, pero no logra saciarse. Incluso, se propone vender a su hija, Mestra, para comprar más comida. Mestra, por su parte, apela a Neptuno, quien le ha quitado la virginidad, para que la salve, y Neptuno le concede la capacidad de cambiar su forma. Ella se transforma en pescador y convence al hombre que la había comprado de que lo han engañado. Erisictón se entera de la nueva habilidad de su hija y la explota para engañar a los hombres. Al final, sin embargo, Erisictón no tiene forma de comprar más comida y se come a sí mismo. Luego de finalizar el relato, Aqueloo menciona que él también tiene la capacidad de cambiar de forma.

Análisis

Medea es uno de los personajes más complejos de la mitología antigua, sobre todo porque elude continuamente el castigo. En cierto modo, parece otro ejemplo de una mujer mortal corrompida por el amor y el orgullo excesivo. Su amor por Jasón la lleva a traicionar a su padre y asesinar a los rivales de Aesón. Al igual que otras historias que comienzan con una traición a la familia, sabemos que la de Medea no terminará bien y, de hecho, arremete contra sus propios hijos, como Progne antes que ella, cuando descubre que Jasón se ha casado con otra mujer. Sin embargo, la historia de Medea no termina ahí; ella continúa hacia Atenas, solo para huir de allí también. Aquí es donde su historia es diferente: Medea muestra los fracasos inducidos por el amor y el orgullo de muchos otros, pero ella evade la transformación. Con su magia, ha aprovechado el poder de las metamorfosis y por eso lo utiliza para escapar de las consecuencias. Medea representa así al mortal que mejor resiste la lógica del crimen y castigo que determina gran parte de Metamorfosis; inspira lástima por el trato ingrato de Jasón y miedo por el cruel asesinato de otros. Ella es, al mismo tiempo, otro ejemplo de una mujer que se rebela -como Progne o Escila-, pero, al mismo tiempo, la perspicacia y la audacia necesarias para resistir su destino.

Hablando de Escila, ella y Medea tienen mucho en común, pero Escila casi podría describirse como la anti-Medea. Mientras Medea es astuta, Escila es obtusa. Medea consigue una promesa de matrimonio de Jasón antes de ayudarlo; Escila asume que Minos la amará por su traición. Además, mientras Medea simplemente le consigue a Jasón el vellocino de oro, Escila prácticamente mata a su propio padre cortándole el mechón de pelo que lo protege. Es una traidora sin estrategia, y Minos la vilipendia tanto por su traición a su país como por su falta de dignidad. A diferencia de Medea, ella encuentra un final típico: es transformada en pájaro.

En esta sección, Ovidio vuelve a enfatizar sobre los peligros que conlleva el amor. Incluso cuando el amor parece destinado a traer solo felicidad, a menudo sobreviene la destrucción. La trágica historia de Céfalo con Procris, por ejemplo, sugiere que los celos y la desconfianza persiguen naturalmente incluso a los amantes más genuinos. Tanto Céfalo como Procris permiten que otros envenenen la confianza mutua, lo que lleva a celos trágicos. Al parecer, se aman tanto que no pueden confiar el uno en el otro: es una paradoja en el corazón del deseo. Su miedo a que su amor se vea amenazado es la verdadera amenaza, la definitiva.

Una vez más, Ovidio recurre a la estrategia narrativa del relato marco-enmarcado. Es decir, dentro de una historia, narra como un personaje, a su vez, narra otra historia. En estas secciones, las historias son contadas por hombres en lugar de mujeres, y los relatos pretenden simplemente ayudar a pasar el tiempo en lugar de competir o rebelarse. Céfalo cuenta sus historias tanto para explicar el origen de su lanza como para ilustrar una lección para los príncipes. Les cuenta la triste historia de su esposa y, claramente, espera que consideren las consecuencias de sus acciones y eviten cometer los mismos errores. El acto de contar historias sobre las propias acciones continúa cuando Aqueloo le cuenta a Teseo cómo perdió su cuerno. Ovidio ilustra así las posibilidades morales de las historias. Estos dos pretenden que otros obtengan sabiduría de sus propios errores pasados, incluso cuando simplemente están pasando el tiempo. De manera similar, Ovidio pretende que su relato de las debilidades de dioses y hombres corrija nuestros comportamientos humanos errantes, sin sacrificar la cuota de entretenimiento que persigue su poema.

Finalmente, en estos dos libros Ovidio presenta varias deidades menores y un ser humano que llevan al concepto de metamorfosis a un nuevo nivel: muchos de ellos tienen la capacidad de cambiar su propia forma. Aqueloo puede transformarse en varios animales diferentes, al igual que Mestra, hija de Erisictón. En relación con esto, Ovidio enfatiza que el poder de transformarse a uno mismo no es tan grande como el poder de transformar a los demás. El poder de Aqueloo ni siquiera le permite superar a Hércules, que aún no es un dios. Los poderes de Mestra son utilizados únicamente por su padre, quien esencialmente la esclaviza para intentar aliviar su hambre voraz. El poder supremo de los dioses y diosas proviene de su capacidad para transformar a los mortales en lo que deseen o, cuando se transforman a sí mismos, para hacerlo como un medio para manipular a otros. Ovidio vuelve a subrayar así la vulnerabilidad de los mortales a los caprichos de los dioses.