Grandes esperanzas

Grandes esperanzas Citas y Análisis

Creo que mi hermana tenía la idea general de que yo era un joven criminal, a quien un policía comadrón cogió el día de mi nacimiento para entregarme a ella, a fin de que me castigasen de acuerdo con la ultrajada majestad de la ley. Siempre me trataron como si yo hubiese porfiado para nacer a pesar de los dictados de la razón, de la religión y de la moralidad y contra los argumentos que me hubieran presentado, para disuadirme, mis mejores amigos.

Pip, Capítulo 4, p.25

Una de las críticas sociales que Dickens suele integrar en sus novelas es aquella que cuestiona el modo en que se trata a los niños en las sociedades de la época. Y, en efecto, Grandes esperanzas pone en escena, desde un comienzo, la problemática del maltrato infantil y el sufrimiento que esto produce en los niños que lo padecen. El protagonista es un niño huérfano al cuidado de su hermana, quien toma el rol de madre adoptiva, aunque no le ofrece a Pip nada parecido a un cálido amor maternal: lo único que le destina son lamentos, quejas, gritos y órdenes, sin preocuparse jamás por cómo puede estar sintiéndose el niño.

Después de decirle al empleado el día que tenía que volver a casa de la señorita Havisham, emprendí el camino para recorrer las cuatro millas que me separaban de nuestra fragua. Mientras andaba iba reflexionando en todo lo que había visto, rebelándome con toda mi alma por el hecho de ser un aldeano ordinariote, lamentando que mis manos fueran tan bastas y mis zapatos tan groseros.

Pip, Capítulo 8, p. 68

La visita a casa de la señorita Havisham constituye un episodio definitorio en la vida de Pip. El joven no se siente ordinario ni desprecia su previsible destino de herrero en la fragua hasta que conoce a la alta sociedad, con toda su elegancia y aparente sofisticación. Es solo en la comparación, en la mirada que una dama de sociedad como Estella le dedica a Pip, que el joven empieza a verse a sí mismo en su carácter ordinario. Así, empieza a nacer en Pip el desprecio por sí mismo y su propia clase social, y el anhelo por convertirse en un elegante caballero.

Tan inmutable era la triste y vieja casa, y la amarillenta luz en las oscuras habitaciones, así como el aspecto marchito de la buena señora junto al tocador, que, muchas veces, me pregunté si al pararse los relojes se había parado también el tiempo en aquel lugar misterioso, y si mientras yo y todos los demás crecíamos y nos desarrollábamos, cuanto había en la casa permanecía siempre en el mismo estado.

Pip, Capítulo 17, p.127

Una extraña atmósfera inunda la casa de la señorita Havisham, y es que desde el día en que fue abandonada en el altar, la mujer parece haber muerto, o al menos detenido el transcurso de la vida, congelándolo todo en aquel instante. Así, años después del evento traumático, la señorita Havisham continúa vistiendo el traje de novia, ya amarillento. También frenó el mover de las agujas de todos los relojes e impidió que el sol volviera a entrar en sus habitaciones. Efectivamente, la casa entera parece emular el sentir de la señorita Havisham, incapaz de superar aquel hecho que tanto dolor le infligió, y por lo tanto atada al pasado de un modo que le impide continuar el fluir natural de la vida.

Dios sabe que nunca debemos avergonzarnos de nuestras lágrimas, porque son la lluvia que limpia el cegador polvo de la tierra que cubre nuestros corazones endurecidos.

Pip, Capítulo 19, p.162

Dickens construye a un protagonista sumamente humano, que incluso en los momentos en que actúa incorrectamente sabe intuir el error en su propio accionar. Pip es un personaje que se deja llevar por aspiraciones que lo distancian de sus más queridos, pero no por eso actúa libre de culpa. Por el contrario, está constantemente invadido por una consciencia que le advierte sobre el sufrimiento que puede estar infligiendo en los demás y en sí mismo. El protagonista de Grandes esperanzas es un muchacho que se permite llorar y reflexionar sobre su pena, sobre todo cuando lo agobia la sensación de estar endureciendo demasiado su corazón.

Todos los falsificadores de la tierra no son nada comparados con los que cometen falsificaciones consigo mismos, y con tales falsedades logré engañarme.

Pip, Capítulo 28, p.226

Desde que conoce el universo de la alta sociedad, Pip no puede pensar en otra cosa que en convertirse en un elegante caballero. En adelante, cuando la vida le concede ese deseo, el protagonista no encuentra felicidad alguna en su cotidianidad como rico joven londinense. Sin embargo, continúa engañándose a sí mismo, intentando convencerse de que esa es la vida que él desea, y por la cual vale la pena ignorar a personas que años antes le ofrecieron su cariño, tan solo porque ellas pertenecen a una baja clase social.

Gastábamos tanto dinero como podíamos y, en cambio, recibíamos tan poco como la gente podía darnos. Casi siempre estábamos aburridos; nos sentíamos desdichados y la mayoría de nuestros amigos y conocidos se hallaban en la misma situación. Entre nosotros había la alegre ficción de que nos divertíamos constantemente, y también la verdad esquelética de que nunca lo lográbamos. Y, según creo, nuestro caso era, en resumidas cuentas, en extremo corriente.

Pip, Capítulo 34, p.277

La novela ofrece un desconcertante panorama de la alta sociedad londinense a mediados del siglo XIX. El protagonista, que de niño no soñaba sino con convertirse en un caballero de sociedad, logra entrar a a los anhelados y selectos círculos sociales para no encontrar allí más que borracheras, despilfarro y una constante sensación de vacío.

Tal y como lo compone el cuadro de Grandes esperanzas, la insatisfacción no solo asola a Pip: todos los caballeros en esa situación se sienten aburridos y vacíos, sin encontrar un camino en la vida.

Yo la solicitaba constantemente, y de ello no resultaban más que penalidades sin cuento para mí. En su compañía jamás gocé de una sola hora de felicidad, y, sin embargo, durante las veinticuatro horas del día no pensaba más que en tenerla a mi lado hasta la hora de mi muerte.

Pip, Capítulo 38, p.304

La paradoja principal en la vida del protagonista yace en su relación con Estella. Pip sueña constantemente con casarse con ella, y se convence de que conseguirá la felicidad apenas logre estar con ella para siempre. Sin embargo, cada vez que está en compañía de Estella se siente miserable y desgraciado.

De alguna manera, esta paradójica relación con Estella funciona como una expresión de la relación de Pip con la alta sociedad en su conjunto: es un universo al que quiere pertenecer a pesar de que este no le trae ninguna felicidad.

Parece —dijo Estella con la mayor tranquilidad— que existen sentimientos e ilusiones, pues no sé cómo llamarlos, que no me es posible comprender. Cuando usted me dice que me ama, comprendo lo que quiere decir, como frase significativa, pero nada más. No despierta usted nada en mi corazón ni conmueve nada en él.

Estella, Capítulo 44, p.365

Estella fue criada por la señorita Havisham para vengarse del género masculino. La madre adoptiva, rencorosa por haber sido abandonada en el altar, procura que su niña resulte tan hermosa como impasible frente al sufrimiento de los hombres que la pretendan. Así, termina educando a una muchacha incapaz de sentir y de compadecerse por los sentimientos ajenos. En la frase citada, Estella misma le explica a Pip que sus palabras de amor y de piedad no pueden significar nada para ella.

Jamás me había sentido tan culpable de ingratitud hacia Joe como en aquellos momentos, gracias a la descarada impostura de Pumblechook. Cuando más embustero era él, más sincero y bondadoso me parecía Joe, y cuanto más bajo y despreciable era Pumblechook, más resaltaba la nobleza de mi buen Joe.

Pip, Capítulo 52, p. 424

Pip siempre vio en Joe, el esposo de su hermana y su padre adoptivo, a un hombre generoso y solidario. Sin embargo, apenas conoce a la alta sociedad, a Pip comienza a inquietarle el carácter analfabeto y ordinario del herrero. Solo mucho después, tras conocer la falta de generosidad y humanidad en las personas de la alta sociedad (como Pumblechook), donde todo se reduce a una cuestión de interés, el protagonista logra ver la extrema nobleza que define a Joe.

(...) el sufrimiento ha sido más fuerte que todas las demás enseñanzas y me ha hecho comprender lo que era su corazón. He sufrido mucho; mas creo que, gracias a eso, soy mejor ahora de lo que era antes.

Estella, Capítulo 59, p.488

Estella, criada para no sentir ni compadecerse por los sentimientos ajenos, aprende de la peor manera a quebrar la carcasa de hielo que rodeaba su corazón. Tras casarse con un hombre soberbio y cruel que la somete durante años a varios padecimientos, Estella no puede sino sufrir, y así descubrir los sentimientos en su interior que hasta entonces desconocía. A partir de esto, logra comprender aquello que los otros llamaban sufrimiento, y lamenta haber producido en otras personas, como Pip, una emoción tan dolorosa.