Enrique V

Enrique V Resumen y Análisis Prólogo, Acto I

Resumen

Prólogo

Entra el coro. Se pregunta en voz alta si el escenario podrá contener los vastos campos de Francia. Luego, le pide al público que imagine dos reinos poderosos enfrentados entre sí, a Enrique cabalgando con fortaleza, ejércitos; que imagine caballos cuando se hable de caballos, y que en una hora de reloj se permita saltar de año en año. Finalmente, le ruega al público que tenga paciencia para juzgar amablemente la obra.

Escena I

El arzobispo de Canterbury y el obispo de Ely discuten acerca de una ley que fue presentada en el Parlamento, y que despojaría a la iglesia de muchas tierras. Canterbury le dice a Ely que le prometió una enorme suma de dinero al rey para financiar su campaña militar a Francia. Su objetivo es que Enrique V se distraiga y no vote a favor de dicha ley.

Ambos religiosos destacan que el rey Enrique V es un gran hombre, contrariamente a lo que se esperaba de él. Recuerdan que, en su juventud, pasaba su tiempo rodeado de malhechores, bebiendo y cometiendo fechorías. Sin embargo, desde que asumió la corona, se ha convertido en un gran estratega militar, un conocedor de los asuntos religiosos y un enorme político.

Escena II

Enrique V, su tío Exeter y Westmoreland se disponen a recibir a un embajador francés. Antes de la reunión, el rey quiere conversar con Canterbury y Ely. Los manda a llamar. Cuando entran, les pregunta si realmente consideran que él tiene derecho legal a reclamar el trono de Francia. Enrique pretende realizar ese reclamo apoyándose en su descendencia materna. Sin embargo, Francia adhiere a la ley sálica, que indica que ninguna mujer puede ser heredera del trono, lo que anularía el pedido del rey inglés. Antes de darles la palabra, este les ruega a Canterbury y a Ely que no le mientan sobre este asunto, ya que, de haber guerra, una enorme cantidad de personas perdería la vida.

Canterbury argumenta que la ley sálica, en realidad, nació en tierras germanas, y por ello es ilegal que se aplique en Francia. Luego, realiza una enumeración absurdamente excesiva de diferentes personajes históricos que, en teoría, habrían obtenido el trono por herencia materna. Exeter y Westmoreland impelen también a Enrique a que le declare la guerra a Francia.

El rey hace pasar al embajador francés. Este trae la respuesta del delfín al pedido que hizo Enrique sobre ciertos ducados franceses. Le entrega un cofre. Cuando el rey lo abre, descubre que el delfín le envió un montón de pelotas de tenis. Tras despedir al embajador, decide comenzar de inmediato los preparativos para invadir Francia.

Análisis

Enrique V es la cuarta y última obra de la Tetralogía Lancaster, en la que se representan hechos históricos que sucedieron en Inglaterra entre 1398 y 1420. Para comprender cabalmente la obra, se deben conocer ciertas cuestiones puntuales del contexto histórico en el que se enmarca, así como de las otras obras que conforman la tetralogía (Ricardo II y las dos partes de Enrique IV). En cada una de estas secciones, además de analizar cuestiones inmanentes de la obra, nos encargaremos de realizar dicha contextualización.

Comencemos enmarcando la obra históricamente. Enrique V nació en 1387. Fue el hijo primogénito de Enrique Bolingbroke y María Bohun. En 1399, su padre destronó a Ricardo II y se convirtió en el rey Enrique IV. El joven Enrique adquirió entonces el título de Príncipe de Gales. A los catorce años, asumió el mando de las fuerzas reales y, demostrando una gran capacidad militar, derrotó a los rebeldes ingleses, escoceses y galeses que se habían levantado contra el rey.

En 1413 murió Enrique IV, y el joven Enrique se convirtió en el rey Enrique V. Con una gran astucia política, este logró aplacar a los rebeldes que su padre, durante todo su reinado, no había podido controlar. Tras lograr la paz dentro de la nación, Enrique V decidió atacar Francia, país con el que Inglaterra se encontraba en guerra desde 1337 (esta guerra, llamada la Guerra de los Cien Años, termina recién en 1453). En 1415, Enrique V venció a los franceses en la Batalla de Azincourt. En 1420, Carlos VI, rey de Francia, y el rey inglés firmaron el Tratado de Troyes. Mediante este tratado, el país galo le entregó a Inglaterra los ducados de Normandía, Aquitania, Guyena y Gascuña. Además, Enrique V se casó con Catalina de Valois, hija de Carlos VI, y se estableció que el primogénito de ambos sería considerado heredero de la corona francesa.

En 1421 nació el único hijo de este matrimonio, quien, en 1422 con la muerte de Enrique V, se convertiría en el rey Enrique VI. En teoría, él debía regir Inglaterra y Francia, pero durante su reinado los franceses, liderados por Juana de Arco, recuperaron sus tierras y deslegitimaron a Enrique VI como rey del país galo.

Antes de entrar en el análisis puntual de la obra, es importante destacar que no todo lo que sucede en ella tiene un antecedente histórico. La obra está basada en hechos reales, pero sigue siendo una pieza ficcional. Esta mezcla entre realidad y ficción se evidencia tanto en el comienzo de cada uno de los actos como en el final de la obra, con la aparición del coro. Este cumple la función de situar a los espectadores en tiempo y espacio. También brinda información sobre algunos sucesos históricos que es fundamental conocer para comprender la totalidad de la obra. Además, el coro se permite hacer bromas sobre la simpleza del escenario y su incapacidad para presentar con fidelidad los hechos históricos que allí se representan. El coro se encuentra a mitad de camino entre la ficción y la realidad: por un lado, forma parte de la pieza, pero, por otro, tiene la potestad de dirigirse al espectador, dando por hecho que lo que está sucediendo sobre el escenario es ficcional. Este recurso de hacer interactuar a uno o más personajes de la obra con los espectadores se denomina “derribar la cuarta pared”.

En el prólogo de la obra, el coro derriba la cuarta pared para presentarles la obra a los espectadores y pedirles que realicen un pacto de ficción. Les pregunta entonces: “¿Puede este gallinero contener los vastos campos de Francia? ¿O podemos hacer entrar en esta O de madera los cascos que aterraron el aire en Azincourt?” (p. 30). Luego de aceptar que las condiciones materiales del escenario no posibilitan una representación fiel de la historia, el coro les pide ayuda a los espectadores: “Completen nuestras imperfecciones con sus pensamientos: dividan a un hombre en mil partes y construyan un poderoso ejército imaginario” (p. 30).

Según una parte de la crítica, Enrique V se estrenó en el recién renovado Teatro Globo, y las referencias del coro a la humildad del escenario forman parte de una broma en alusión a la precariedad del recinto. Otra parte de la crítica afirma que la obra se estrenó en el Teatro Curtain, y que estas frases del coro solo cumplen la función de establecer un pacto ficcional con los espectadores.

Tras el prólogo, el coro se retira y comienza el primer acto. Aquí se introduce al protagonista, Enrique V, y al conflicto principal: la contienda bélica con Francia. Enrique V es presentado como un hombre brillante, que sabe tanto de estrategia militar como de cuestiones religiosas y políticas. En la primera escena, la conversación entre Canterbury y Ely demuestra que la Iglesia católica, pese a tener un enorme poder, no puede dominar a Enrique V. Por el contrario, debe brindarle un total apoyo al monarca para no perder dicho poder. Enrique V es un rey con absoluta legitimidad. A diferencia de su padre, Enrique IV, que pasó todo su reinado defendiendo el trono que había usurpado de manera ilegal (estos hechos se representan en las primeras partes de la Tetralogía Lancaster), Enrique V logra en poco tiempo convertirse en un monarca respetado y consolidado. Ni siquiera la Iglesia católica, una institución que en la Edad media era tan poderosa como la monarquía (o quizás más), puede conspirar contra él.

Es importante destacar que la Iglesia católica conspiró en diferentes ocasiones contra Enrique IV, uniéndose con líderes de las naciones vecinas de Inglaterra: irlandeses, galeses y escoceses. Al dominar la iglesia, Enrique V logra poner de su lado estas naciones. Eso, como veremos más adelante, es fundamental para vencer a Francia en Azincourt.

En la primera escena del primer acto, Canterbury y Ely, además de presentar a Enrique V como un monarca brillante, hablan sobre el pasado del rey y destacan su transformación. Dice Canterbury: “El curso de su juventud no lo prometía. No bien la vida abandonó el cuerpo de su padre, su salvajismo, que lo mortificaba, pareció morir también (…). Nunca nadie se hizo erudito tan bruscamente; nunca llegó la reforma como una oleada de tan impetuosa corriente a lavar los pecados; ni nunca el extravío con cabeza de Hidra perdió tan pronto su asiento, y tan de repente, como en este rey” (pp. 31-32).

En Enrique IV: primera y segunda parte, el príncipe Hal, que tras la muerte de su padre se convertirá en el rey Enrique V, es un joven descarriado que pasa su tiempo haciendo fechorías junto a un grupo de malvivientes. Tanto la realeza como el pueblo temen lo que puede suceder con Inglaterra cuando Hal se convierta en rey. Sin embargo, en el primer acto de la primera parte, Hal les informa a los espectadores que, en realidad, su estilo de vida descarriado es parte de una performance. Hal quiere que el pueblo crea que es un malviviente para sorprender a todos cuando se convierta en un rey recto y prudente. Tal como se ve en Enrique V, Hal ha logrado su cometido.

La sabiduría, la prudencia y la capacidad para liderar de Enrique V se ven claramente en la segunda escena de este primer acto. El rey inglés nunca se deja llevar por las pasiones. A diferencia de su padre, amante de la guerra, Enrique V sabe que las guerras desgastan al pueblo y horadan su poder. Por eso le pregunta a Canterbury si realmente tiene legitimidad su reclamo del trono francés. Dice: “Nunca dos reinos semejantes combatieron sin que corriera mucha sangre, cuyas gotas inocentes son en cada caso una aflicción, una queja dolorida contra aquel cuyas faltas afilaron las espadas que provocaran tal derroche de veloz mortandad” (p. 34).

Esta duda del rey sobre la legitimidad de su reclamo se relaciona con la llamada “ley sálica” que imperaba entonces en Francia. La ley sálica indicaba que ninguna mujer podía ser heredera del trono. Enrique V era descendiente de Enrique II, quien en 1152 se casó con Leonor de Poitou, duquesa de Aquitania, territorio francés. El rey inglés consideraba que este matrimonio, celebrado trescientos años antes, debía otorgarle validez a su reclamo. Los franceses, amparados en la ley sálica, negaban su validez. Argumentaban que, de acuerdo a esta ley, Leonor de Poitou no fue nunca heredera de la corona francesa y, por ende, Enrique V tampoco lo era.

Desde la perspectiva de la historia moderna, el reclamo del monarca inglés era legítimo. Sin embargo, por ese entonces, la situación era sumamente confusa. El parlamento con el que Canterbury, en la segunda escena de este acto, le “explica” a Enrique V que la ley sálica no debería aplicarse lo demuestra a la perfección. Canterbury afirma que la ley sálica, en realidad, nació en Alemania, y luego, en muy pocas líneas, menciona a quince personajes, de diferentes momentos históricos, que habrían accedido a la corona por línea materna. A través de este parlamento absurdo y rebuscado, Shakespeare introduce la comicidad en la obra. Al igual que la primera parte de Enrique IV, Enrique V es una pieza en la que se mezclan constantemente el drama y la comedia.

De hecho, en el final de este primer acto, hay un momento icónico de la comedia shakesperiana: el momento en el que Enrique V recibe por parte del delfín un cofre lleno de pelotas de tenis en respuesta a su reclamo por tierras francesas. Este episodio, además de ser sumamente hilarante, sirve para construir el personaje del delfín [1]. Las pelotas de tenis funcionan como un símbolo de su inmadurez e irresponsabilidad. Shakespeare construye al príncipe francés como la cara opuesta de Enrique V. El delfín es arrogante, Enrique V es humilde; el delfín es colérico, Enrique V es racional; el delfín es superficial, Enrique V es sabio; el delfín es burlón, Enrique V es serio; el delfín, en definitiva, es un joven e inmaduro príncipe, mientras que Enrique V ya ha pasado por esa etapa de su vida, y ahora es un gran rey.

[1] “Delfín” era el título nobiliario que recibían los príncipes franceses herederos de la corona. Es el equivalente al título nobiliario inglés de “Príncipe de Gales”. El delfín que aparece en la obra es Luis de Guyena, hijo del rey Carlos VI.