Enrique V

Enrique V Metáforas y Símiles

"¿Qué me importa entonces que la guerra impía, adornada con llamas como el príncipe de los demonios, con el rostro tiznado se libre a todas las ferocidades ligadas a la ruina y la completa desolación?" (Símil) (Enrique V, Acto III, Escena II, p. 66)

En el tercer acto, Enrique V amenaza al pueblo de Harfleur con saquear la ciudad, violar a las mujeres y matar a los niños si no presentan su rendición. Pese a ser sumamente religioso, Enrique V compara aquí la guerra con Satanás, el príncipe de los demonios, y deja en claro que, si las circunstancias se lo exigen, su compasión cristiana quedará olvidada en pos de obtener la victoria bélica.

"Tiene la cara llena de bubones, pústulas, verrugas y fuegos fatuos, y los labios le soplan en la nariz, que es como un carbón encendido" (Símil) (Fluellen, Acto III, Escena VI, p. 73)

Tanto en Enrique IV: primera parte como en Enrique V, aparecen numerosas bromas relacionadas con el tamaño y la forma de la nariz de Bardolfo. Aquí, Fluellen la compara con un carbón encendido. Las bromas físicas son recurrentes en las comedias shakesperianas, y en esta obra, mitad comedia, mitad drama histórico, están presentes.

"No cambiaría mi caballo por ninguno que ande sobre cuatro cascos. ¡Ajá! Rebota en la tierra como si tuviera entrañas de espuma" (Símil) (Borbón, Acto III, Escena VII, p. 76)

Antes de la batalla, los franceses se encuentran tan confiados y relajados que, en lugar de hablar sobre estrategias bélicas, conversan sobre banalidades y se deleitan imaginando la estelar actuación que tendrán en combate. El duque de Borbón lleva a cabo un monólogo en el que elogia a su caballo. A través del simil citado, da a entender que este puede saltar altísimo, con total elegancia y liviandad. Luego, en la Batalla de Azincourt, no habrá caballo alguno que pueda salvarlo del aguerrido ejército inglés.

"Estas carroñas isleñas, negligentes de sus huesos, mal combinan con el campo mañanero" (Metáfora) (Grandpré, Acto IV, Escena II, p. 92)

Uno de los grandes defectos de los franceses es su arrogancia. Antes de Azincourt, los galos dan por hecho que los ingleses no son rivales de temer, y que la batalla está prácticamente ganada. En esta metáfora, el conde de Grandpré asocia a los británicos con carroñas isleñas a las que deben sacar del campo de batalla porque no combinan con el paisaje.

"Esos tipos de lengua infinita, capaces de ganar a fuerza de rimas los favores de las damas, siempre vuelven a salir de ellos razonando" (Metáfora) (Enrique V, Acto V, Escena II, p. 113)

En medio de su cortejo, Enrique V le dice a Catalina que él es un hombre de poca capacidad retórica, pero mucha fidelidad y honestidad. Metafóricamente, se refiere a los hombres que saben usar la palabra como "tipos de lengua infinita". Lo curioso, e incluso cómico, de este parlamento es que, a lo largo de la obra, Enrique V ha demostrado una y otra vez ser un orador notable, con una capacidad infinita de persuasión.