Enrique V

Enrique V Resumen y Análisis Acto III

Resumen

Coro

El coro describe a los soldados del ejército real inglés abordando los barcos que los llevarán a Harfleur. Luego, le pide al público que se imagine que el embajador francés le dice a Enrique V que el rey Carlos VI le ofrece a su hija y algunos ducados a cambio de la paz. Los espectadores deben imaginar también que al monarca inglés esa oferta no le agrada y decide de inmediato atacar Harfleur.

Escena I

Enrique V da un discurso para motivar a sus hombres a tomar por asalto Harfleur.

Escena II

Bardolfo insta a Nim, a Pistola y al muchacho que los sirve a que vayan a luchar a la brecha. Estos, sin embargo, se niegan a aceptar la orden. Prefieren seguir con vida. Entra en escena el capitán Fluellen. Golpea a Pistola y a Nim por su cobardía y los obliga a ir a la brecha. Tras la partida de estos, el muchacho afirma que deberían buscarse otros hombres a los que servir, ya que Bardolfo, Pistola y Nim son tres cobardes fanfarrones.

Escena III

El capitán Fluellen (galés) y el capitán Gower (inglés) hablan sobre los túneles que está cavando el capitán MacMorris (irlandés) para destruir la fortaleza de Harfleur. Fluellen afirma que MacMorris no sabe nada de estrategia bélica.

Entran en escena el capitán Jamy (escocés) y MacMorris. Fluellen intenta darle consejos de guerra al irlandés, argumentando que no hay muchos en su nación que tengan conocimientos al respecto. MacMorris le pregunta de qué nación está hablando, y luego lo amenaza con cortarle la cabeza.

Una trompeta proveniente de Harfleur llama a parlamentar. Enrique V insta a los franceses a rendirse. En caso contrario, destruirán la ciudad, violarán a las mujeres y matarán a los niños. El gobernador de Harfleur le responde que el delfín no les ha dado apoyo bélico y que, por lo tanto, aceptan la rendición.

Escena IV

Esta escena se lleva a cabo en francés. La princesa Catalina, hija de Carlos VI, le pide a Alice, su dama de honor, que le enseñe a hablar inglés. Aprende a nombrar diferentes partes del cuerpo.

Escena V

El rey Carlos VI se encuentra sorprendido y algo acobardado por el rápido avance de las tropas inglesas. El delfín afirma que las mujeres francesas se están burlando de ellos, que prefieren acostarse con ingleses, y que deben salir ya mismo a combatir. El condestable afirma que el ejército de Enrique V es mucho más pequeño que el de Francia. Además, muchos soldados ingleses están enfermos y hambrientos. Finalmente, Carlos ordena que envíen a un embajador para ofrecerles a los ingleses rendirse voluntariamente.

Escena VI

El capitán Fluellen le dice a Gower que ha visto a Exeter defender el puente de Harfleur valientemente. Luego, agrega que Exeter está acompañado por el alférez Pistola, quien también es un gran soldado.

Entra Pistola en escena. Le pide a Fluellen que le exija a Exeter la libertad de Bardolfo. Este se ha robado una reliquia de una iglesia y fue condenado a la horca. Fluellen se niega a interceder a favor de un ladrón. Pistola lo maldice y se va. En ese momento, Gower lo reconoce. Afirma que es un rufián que, de vez en cuando, va a una guerra para fanfarronear cuando vuelve a Londres vestido de soldado.

Entra el rey Enrique. Fluellen le informa que Exeter ha mantenido el puente casi sin sufrir ninguna baja, excepto la de Bardolfo, que debe ser ejecutado por ladrón. El rey avala esta decisión: cualquiera que robe debe ser ejecutado.

Llega Montjoy, embajador del rey Carlos VI. Le dice a Enrique que, hasta el momento, el ejército francés se encontraba descansando. Afirma que los galos podrían haber rechazado a los ingleses en Harfleur pero decidieron esperar para arremeter con más vehemencia. Carlos VI le exige al rey inglés que entregue una compensación por los daños causados y se vaya de Francia. Enrique V acepta la debilidad de su ejército, pero no la rendición. Le responde a Montjoy que los ingleses están dispuestos a morir batallando.

Escena VII

Un grupo de nobles franceses asentado cerca de Azincourt conversa sobre nimiedades. Hacen chistes sexuales en los que comparan a las mujeres con caballos. Entra un mensajero en escena. Les informa que el ejército inglés se encuentra a quinientos mil pasos del campamento. Los franceses están convencidos de que derrotarán con facilidad a los británicos. Esperan con ansias la llegada de la luz del día para comenzar a combatir.

Análisis

Al principio de este tercer acto, el coro introduce al personaje de Catalina, la princesa francesa. Les cuenta a los espectadores que Carlos VI le ofreció a Enrique V la mano de su hija y unos ducados a cambio de firmar la paz, pero que este la rechazó [1]. Como se verá más adelante, el rey inglés pretende casarse con Catalina. Entonces, ¿por qué rechaza la propuesta del rey galo? Enrique V es un monarca racional. Sí, desea fervientemente casarse con la princesa francesa, pero no se deja arrastrar por la pasión ni por sus voluntades individuales. Se propone aunar el bien de la nación con su propio bien y, para ello, debe conseguir no solo la mano de Catalina, sino los ducados franceses que reclama y, sobre todo, el derecho a que su hijo herede la corona gala.

Catalina es un personaje sumamente interesante. Es tímida y algo infantil, pero astuta y previsora, como lo demuestra el hecho de que esté intentando aprender inglés. A diferencia de su padre y de su hermano, el delfín, la princesa prevé que terminará convirtiéndose en la esposa de Enrique V. Es decir, prevé que los ingleses derrotarán a Francia. Este personaje es presentado sobre las gradas en una escena cómica muy particular, que se lleva a cabo en su totalidad en francés. La princesa, ayudada por su dama de honor, va aprendiendo cómo se dicen en inglés las diferentes partes del cuerpo:

Catalina: Comment appelez-vous le col?

Alice: De nick, madame.

Catalina: De nick. Et le menton?

Alice: De chin.

Catalina: De sin. Le col, de nick; le menton, de sin.

(p. 68)

Cabe destacar que en la época en la que Shakespeare escribe la obra, los espectadores ingleses, en su gran mayoría, no sabían francés. Por lo tanto, para que esta escena fuera comprensible y divertida, Catalina y Alice debían realizar mímicas que acompañaran cada una de sus líneas. En los gestos de los actores [2] y la pronunciación afrancesada del inglés radicaba la comicidad de la escena.

Desde este tercer acto hasta el final de la obra, las bromas basadas en las diferencias de lengua serán recurrentes. Asimismo, el carácter de los franceses e ingleses se diferenciará cada vez más. Aquella oposición que aparece en el primer acto entre Enrique V y el delfín se expande en este tercer acto. En la tercera escena, Shakespeare muestra la seriedad, la humildad, la honra y el compromiso de cada uno de los capitanes y los nobles ingleses, mientras que en la quinta y en la séptima escena se evidencian la banalidad y la arrogancia de los capitanes y los nobles franceses:

Condestable: ¡Bah! Tengo la mejor armadura del mundo. Ojalá fuera de día.

Orleans: Tienes una armadura excelente. Pero reconoce que mi caballo tiene lo suyo.

Condestable: Es el mejor caballo de Europa.

Borbón: ¡Qué noche larga es esta! No cambiaría mi caballo por ninguno que ande sobre cuatro cascos. ¡Ajá! Rebota en la tierra como si tuviera entrañas de espuma: le cheval volant, el Pegaso, qui a les narines de feu! Cuando lo monto me elevo, soy un halcón; trota en el aire, la tierra canta cuando la toca, el cuerno más bajo de su casco es más musical que la flauta de Hermes.

(pp. 76-77)

El ejército inglés, además de tomarse en serio la batalla y no creerse vencedor de antemano, tiene un valor agregado: la unión de las naciones vecinas. Enrique V logra que Gales, Irlanda y Escocia (naciones que durante el reinado de su padre fueron enemigas) apoyen a Inglaterra. Para demostrar esta unión, Shakespeare pone en escena a un representante de cada país británico: el capitán Gower (inglés), el capitán Fluellen (galés), el capitán MacMorris (irlandés) y el capitán Jamy (escocés). Entre estos cuatro hombres hay algunas diferencias y resquemores, pero la unidad prevalece. Al respecto, cabe destacar el momento en el que Fluellen se permite desconfiar de las capacidades bélicas de MacMorris, argumentando que no hay buenos estrategas militares en su nación. El irlandés le responde entonces: “¿Mi nación? ¿Qué es mi nación? ¿Qué pasa con mi nación? ¿Quién habla de mi nación?” (p. 65). Esta respuesta cómica, en la que Shakespeare juega con el modo estereotípico de hablar de los irlandeses, evidencia la cohesión del ejército inglés. Los límites de las naciones británicas se han desdibujado a favor de la unión. En el ejército de Enrique V no hay cuatro naciones, hay una sola: la que comanda el gran monarca.

El liderazgo del rey de Inglaterra es absoluto y carece de fisuras. Sus discursos son presentados por Shakespeare como la artillería más poderosa de su ejército. En la primera escena de este acto, Enrique V motiva a sus hombres a sitiar Harfleur, e inmediatamente los hombres consiguen hacerlo [3]. En la tercera escena, insta al gobernador de esta ciudad a rendirse definitivamente, y el gobernador lo hace. La destreza militar o el poderío bélico inglés no tienen importancia en la obra. El monarca inglés no necesita más que su voz. Esto se demuestra con creces en el cuarto acto, cuando el ejército británico, tras escuchar su discurso, vence a los franceses en Azincourt con una cantidad de soldados cinco veces menor.

Ahora bien, el liderazgo del rey inglés no se basa solamente en su gran retórica, sino que es producto de su integridad. En otras obras históricas de Shakespeare (como Ricardo II y Ricardo III), los reyes ascienden al poder, demuestran sus falencias y descienden. Enrique V demostró sus falencias cuando aun era el príncipe Hal. Su camino no fue desde lo más alto hacia lo más bajo. Fue al revés. A medida que pasaron los años, Enrique V fue dejando sus falencias en el pasado y convirtiéndose cada vez más en un hombre íntegro.

Al respecto, es interesante destacar lo que sucede con Bardolfo en la sexta escena. Este personaje era amigo íntimo del príncipe Hal en las dos partes de Enrique IV. Juntos cometieron robos y otras fechorías. Sin embargo, aquí, cuando Fluellen le informa que Bardolfo será ejecutado por hurto, Enrique V no solo no reconoce a su antiguo amigo, sino que apoya su condena: “Querríamos que todos los delincuentes de ese tipo sean eliminados, y damos órdenes expresas de que en nuestras marchas a través del país no se tome nada por la fuerza en las aldeas, nada sin pagarlo, y que ningún francés sea insultado o maltratado con lenguaje desdeñoso” (p. 74).

No importa que Bardolfo sea un amigo del pasado ni que sea inglés. Es un ladrón y debe ser condenado. Tampoco importa que les haya robado a los franceses. La nacionalidad no debe ser considerada cuando se habla de justicia. Acciones de este tipo construyen a Enrique V como un líder indiscutible, un rey idóneo, tanto para la corona inglesa como para la francesa.


[1] Esto sucedió en la primavera de 1414. Carlos VI ofreció 600.000 coronas, el ducado de Aquitania y la mano de su hija. Enrique V, tal como sucede en la obra, rechazó de cuajo este ofrecimiento.
[2] Cabe destacar que, hasta 1660, las mujeres no tenían permitido actuar. Los jóvenes y, a veces, los niños representaban los papeles femeninos.
[3] El sitio de Harfleur tuvo lugar entre el 18 de agosto y el 22 de septiembre de 1415. Tal como sucede en la obra, los ingleses rodearon los muros de Harfleur, aislando la ciudad. El gobernador pidió, entonces, parlamentar con Enrique V, y ofreció su rendición. Durante esta acción militar, los ingleses sufrieron muchas bajas y quedaron en una posición muy desfavorable de cara a la Batalla de Azincourt.