El Niño Con el Pijama de Rayas

El Niño Con el Pijama de Rayas Temas

La Desigualdad de Género

Boyne se preocupa por la difícil situación de los personajes femeninos, aunque los detalles de sus situaciones específicas se revelan a través del lente de la narración de Bruno. El silenciamiento literal de la madre por parte del padre en la mayoría de sus conversaciones es representativo del silenciamiento figurativo de las voces de las mujeres en este momento de la historia, así como también lo es en muchos momentos de guerra. Al principio, la madre reacciona de una manera pasiva-agresiva, de la única manera que puede, por ejemplo al referirse al padre como "algunas personas". Cuando Bruno oye a su madre confrontar a su padre en el capítulo diecisiete, ella habla por sí misma y exige abandonar Auchviz. Le dice a su esposo: "es tu misión, no la nuestra. Te quedas si quieres" (187). En un momento en que los roles de género determinan que una esposa obedezca a su esposo, esta distinción entre sus responsabilidades y las suyas es una declaración audaz.

La abuela es franca sobre su fuerte desaprobación del nuevo nombramiento del padre a Comandante y ella representa la voz más fuerte entre los personajes femeninos, que son las únicas con dudas sobre lo que está sucediendo en su país. María debe mantener el silencio debido a su dependencia financiera hacia el padre de Bruno y la madre hace pequeños gestos desafiantes como proteger a Pavel, pero la abuela fue la que habló alto y claro sobre su desaprobación. Desafortunadamente, debido a su posición como mujer no puede hacer nada para evitar que su hijo continúe su carrera en el partido nazi.

El Malentendido infantil de la tragedia

Una de las formas en que Boyne establece que la narración en tercera persona es desde el punto de vista infantil de Bruno es a través del uso de mayúsculas y al cambiar nombres de cosas reconocibles por palabras que suenen similar. Por ejemplo, Bruno se refiere al jefe de su padre como "el Furias"; el lector debe extrapolar que esto es realmente "el Furor" o Adolfo Hitler. Cuando el padre lo impulsa a gritar "¡Heil Hitler!" al dejar la oficina al final del capítulo cinco, Bruno asume que este notorio saludo Nazi es sólo "otra forma de decir, 'Bueno, adiós por ahora, que tengas una tarde agradable'" (54). Bruno entiende que en la oficina del padre está "Prohibido Entrar Bajo Ningún Concepto y Sin Excepciones", una frase que ha memorizado después de escucharla muchas veces por sus padres. La hermana de Bruno, Gretel, es presentada como un "Problema Desde el Primer Día" (21). Esta forma de pensar las cosas de una manera tan concreta, de dar sentido a una regla y aplicarla a todas las situaciones es una característica de Bruno que lo identifica como un niño. Se alienta al lector a asumir este punto de vista infantil mediante el uso de mayúsculas. Debido a los límites del narrador, el lector puede acercarse a los horrores del Holocausto como si no tuviera conocimiento previo, al igual que Bruno. Se requiere que el lector reúna los detalles que Bruno insinúa para dar sentido a los problemas más importantes.

La Atemporalidad de la Guerra y el Genocidio

En el capítulo tres, Gretel le dice a Bruno que el lugar en el que viven ahora se llama "Auchviz", y ésta es la manera en la que continúa llamándolo por el resto de la narración. Es claramente un malentendido del nombre "Auschwitz", pero al no referirse al campo de concentración por su nombre propio, Boyne evita la especificidad en cierta medida. Bruno no entiende el término despectivo con el que el teniente Kotler llama a Pavel y más tarde a Shmuel. Al no nombrar específicamente la palabra, Boyne permite que el lector adopte la perspectiva infantil de Bruno y sugiere la universalidad de esta interacción. El teniente Kotler podría ser cualquier soldado durante cualquier tiempo de guerra, gritando un término despectivo para deshumanizar a la víctima de cualquier genocidio. Esto permite que la narración proporcione una sensación de atemporalidad, que se extiende más allá de la situación específica en Auschwitz.

En los últimos capítulos, Boyne implica una llamada de acción para el lector que podría estar viviendo durante un tiempo de guerra o genocidio. El ejemplo más obvio es el tono irónico en la última página de la historia, después de que un padre devastado se ha alejado de Auchviz: "Por supuesto, todo esto sucedió hace mucho tiempo y nada de eso podría volver a suceder hoy en dia "(216). Boyne busca que el lector considere todo lo contrario: hay genocidios ocurriendo hoy en día, en todo el mundo, y es probable que el lector emplee varias estrategias de afrontamiento para ignorarlos o descartarlos. La molestia de Bruno al ser obligado a marchar con el grupo de judíos en el campo de concentración es representativo de la desconexión de muchos testigos de la experiencia del genocidio. Mientras camina a través del frío y la lluvia, "anhelaba volver a su casa, para mirar todo desde la distancia y no envuelto en el centro" (211). Esta idea es un comentario sobre la perspectiva de aquellos que permitieron que ocurriera el Holocausto mientras permanecieron alejados de él, ya que no los afectó personalmente. Se aplica a todos los testigos de genocidio en cualquier momento o lugar. El lector debe cuestionar cuán fácil es mirar "desde la distancia", siempre y cuando uno no sea víctima.

El Adoctrinamiento

El adoctrinamiento de los niños empleados por el partido nazi es más obvio en el personaje de Gretel. Cuando la conocemos por primera vez en el capítulo tres, ella es claramente una niña, aunque unos años mayor que Bruno. Ella pasa la mayor parte de su tiempo arreglando sus muñecas mientras ha llevado consigo toda la colección de Berlín. Simbólicamente, ella es la que le dice a Bruno que el nombre de su nuevo hogar es "Auchviz". Este desconocimiento de la ubicación específica marca a Gretel como una niña en este momento, en contraste con la adolescente en la que se convertirá al final de la historia. Cuando Bruno señala lo joven que es al teniente Kotler, ella responde con un chasquido: "Tendré trece en un par de semanas. Una adolescente. Así como tú" (74). Sus palabras al teniente Kotler logran dos cosas: primero, presagian su cambio mental a medida que deja la niñez; y segundo, recuerdan al lector que algunos de los soldados nazis que cometieron acciones horribles contra los judíos en los campos de concentración eran adolescentes adoctrinados. Finalmente, Gretel reemplaza su colección de muñecas con mapas de Europa que le entregó su padre. Los actualiza usando los periódicos cada día mientras lee acerca de los acontecimientos de la guerra. Su transición de la ingenuidad infantil está claramente representada en su corrección hacia Bruno por el uso de "Auchviz" en lugar de "Auschwitz". Fue ella quien primero le dijo el nombre del lugar, pero ahora ella lo corrige. Su comprensión de la situación es todavía simplista y carece de comprensión: ha aceptado lo que su padre y Herr Liszt le han enseñado sin mucho pensamiento crítico.

Lo Natural vs. Lo Antinatural

El tema de lo no natural, especialmente en lo que se refiere a Auschwitz y al Holocausto en general, se presenta en el capítulo seis. En lugar de responder a la pregunta de Bruno sobre si le gusta Auchviz, María describe cuánto le gustaba el jardín en la casa de Berlín. Bruno toma esto como una respuesta indirecta a su pregunta, ya que contrasta fuertemente con la atmósfera en Auschwitz. El tema de que el Holocausto es antinatural surge nuevamente en el capítulo once, cuando la madre protesta por la mudanza a Auchviz diciendo: "... como si fuera lo más natural del mundo y no lo es, simplemente no lo es ..." (124) Los nazis usaron el argumento de que la raza aria era "naturalmente" superior a todas las demás, usando la idea del dominio natural como justificación para exterminar a la población judía. Pero Boyne voltea de cabeza esta suposición, señalando a lo largo de la historia cuán "antinatural" es realmente la atmósfera y la situación en Auchviz.

La Justificación de Acciones Malvadas

Boyne inserta preguntas e ideas clave sobre la naturaleza de la interacción humana en las conversaciones de los personajes con el fin de llamar la atención del lector sobre cuestiones más amplias. Por ejemplo, el padre le asegura a Bruno que los judíos al otro lado de la valla "no son personas "; así se justifica a sí mismo por las muertes en Auschwitz (53).

La descripción de María de cuán amable ha sido el padre con ella sirve como comentario sobre la justificación mental y emocional de los soldados nazis en general que pueden tener gestos amables y parecer personas maravillosas en otras partes de sus vidas, mientras que simultáneamente llevan a cabo el exterminio de Judíos.

La Complacencia

La traición de Bruno a Shmuel frente al Teniente Kotler es representativa de las numerosas personas que traicionaron a sus vecinos y amigos judíos durante el Holocausto de manera similar, simplemente por ser

complacientes. Al distanciarse de Shmuel porque tiene miedo de las consecuencias al asociarse con él, Bruno contribuye al castigo de Shmuel por un crimen que no cometió: robar comida. La forma en que Bruno considera sus acciones inmediatamente después del evento refleja una desconexión personal: "Se preguntaba cómo un chico que pensaba que era una buena persona realmente podía actuar de una manera tan cobarde hacia un amigo" (174). Se siente avergonzado de sí mismo, pero no toma medidas para corregir lo incorrecto. Cuando Shmuel finalmente regresa para encontrarse con él en la cerca, con la cara cubierta de hematomas, Bruno se disculpa. Sus palabras podrían haber provenido fácilmente de cualquiera de los alemanes que se alinearon con los nazis y no defendieron a los judíos durante el Holocausto.

Otro ejemplo del tema de la complacencia es cuando el teniente Kotler ataca a Pavel por derramar accidentalmente el vino sobre él. El narrador sólo dice que "lo que ocurrió entonces fue imprevisto y sumamente desagradable. El teniente Kotler se puso furioso con Pavel y nadie —ni Bruno, ni Gretel, ni Madre, ni siquiera Padre— intervino para impedir que hiciera lo que hizo a continuación, aunque ninguno de ellos tuvo valor para mirar."(148-49). Esta omisión de detalles hace que la interacción represente todos los actos de violencia contra los judíos a manos de los nazis y, de hecho, contra el grupo oprimido en cualquier genocidio a lo largo de la historia. Bruno y su familia representan a los testigos que fueron rechazados por no actuar para detener la violencia.

Los Límites Arbitrarios

El límite más obvio en la historia es la valla que divide el lado de Bruno y el lado de Shmuel en Auchviz. Pero Boyne cuestiona los límites arbitrarios que llevaron a cada chico a su lado de la cerca: lo más importante, entre judíos y "opuestos". Shmuel sirve como un personaje espejo de Bruno; nacieron el mismo día, y Bruno expresa: "Somos como gemelos" (110). Los símbolos de la Estrella de David y la esvástica nazi, que nunca se mencionan, representan el límite arbitrario que permitió a los nazis exterminar a otros seres humanos. En el capítulo doce, Shmuel describe cómo llegó a tener que usar el brazalete de la Estrella de David y dibujar el símbolo en la tierra. Bruno señala que su padre usa uno, también, y dibuja el símbolo nazi en la tierra de su lado de la cerca. La diferencia clave entre ellos es que Shmuel es judío y por lo tanto un miembro del grupo oprimido en este genocidio, mientras que Bruno es alemán y por lo tanto un miembro del grupo opresor. Cuando Bruno le dice a Shmuel que su padre también lleva un brazalete, Shmuel observa: "Sí, pero son diferentes, ¿verdad?" (127).

El punto de vista de Shmuel difumina aún más el límite entre los dos chicos. Cuando Bruno se puso el pijama y se dio la vuelta para mostrarle a Shmuel su aspecto, "fue casi (pensó Shmuel) como si todos fueran exactamente iguales" (204). Boyne pone la indicación del punto de vista de Shmuel entre paréntesis para implicar que si bien el pensamiento es de Shmuel, también es un comentario sobre la situación en general. Una vez que Bruno se pone el pijama, no se ve diferente a Shmuel, pero en realidad, la distinción hecha entre los judíos y los alemanes es arbitraria y errónea, ya que todos son seres humanos.

La Naturaleza Humana

En el centro de esta historia está la cuestión de qué constituye la naturaleza humana. Este tema emerge especialmente a través de las acciones y personalidades de los diferentes personajes. Mientras Shmuel y Bruno representan la capacidad infantil para demostrar el bien y la bondad, el Teniente Kotler y el padre demuestran la capacidad del hombre para ejecutar una crueldad increíble. En una historia sobre el Holocausto, esta cuestión de cómo los humanos se inclinan a tratarse unos a otros y reaccionar en situaciones trágicas es uno de los temas más importantes.

Boyne parece sugerir que los humanos eligen constantemente cómo tratarse a sí mismos y a los demás, en lugar de señalar una tendencia inherente al bien o al mal. Incluso a una edad temprana, Bruno puede cambiar su perspectiva con respecto a la vida en "Auchviz" a lo largo de la historia. En contraste, Gretel decide ser adoctrinada y envuelta en el malvado lavado de cerebro nazi.

La Inocencia

El tema de la inocencia está ligado a la incomprensión infantil de Bruno hacia una tragedia que está viviendo. Su inocencia le impide comprender, en los últimos capítulos, el destino que está a punto de experimentar en la cámara de gas. Mientras él marcha junto con los otros prisioneros, "quiso susurrarles que todo estaba bien, que su padre era el Comandante, y que si éste era el tipo de cosas que él quería que la gente hiciera, entonces debía estar bien. "(210). Bruno está, por supuesto, completamente equivocado: éste es el tipo de cosas que su padre quiere que hagan los judíos, pero no hay nada "bueno" al respecto. El mismo personaje en quien Bruno tiene fe es el que está causando la muerte de tantos, incluida la de su propio hijo.