El misántropo

El misántropo Temas

La misantropía

Desde el título, la obra instala la temática de la misantropía. Esta se desarrolla encarnada en el protagonista, un hombre que encuentra intolerable el comportamiento hipócrita, falso y traicionero de las personas que lo rodean. Alcestes se considera inmerso en una sociedad lisonjera, donde todos se comportan guiados por el propio interés y la conveniencia, traicionando las ideas de verdad y honestidad que él encuentra virtuosas. Ve enviciado el comportamiento de sus iguales y eso le produce un aborrecimiento por la humanidad toda. El único lazo que lo une a la sociedad parecería ser el amor por una joven que, sin embargo, posee todos los atributos que él critica en la sociedad. Cuando ese lazo de deseo se quiebra, a causa de una traición, Alcestes no ve obstáculos para cumplir con lo que entiende como su destino: abandonar la vida social y refugiarse en soledad en un desierto despojado de otros humanos.

La obra pone en escena a la misantropía, entonces, como encarnada en el protagonista. De este modo, el tratamiento de la temática es interesante en la medida en que, si bien se explicitan las nobles razones del personaje para aborrecer a los hombres, también se escenifican las consecuencias de llevar al extremo este carácter. El odio que Alcestes tiene para con la injusticia y la falsedad se trasluce así en un odio por la humanidad toda y esto le conduce, inevitablemente, a la más absoluta soledad.

La honestidad

La obra presenta una sucesión de acciones que ponen en escena el tema de la honestidad.

Desde el inicio de la pieza, el protagonista insiste en la necesidad de ser honesto en todo momento y sin importar las conveniencias, los intereses y las circunstancias del caso. La sinceridad, la franqueza, son para Alcestes virtudes insobornables: él se comporta de este modo y espera lo mismo de todas las personas. Así, critica a quienes adulan falsamente a alguien, dejan salir de su boca un juicio que no concuerda con la verdad u ocultan una parte de esta. Faltar a la verdad es, para el protagonista, una traición.

La obra muestra entonces a un protagonista que insiste una y otra vez en la necesidad de ser honesto y transparente con el propio pensamiento, incluso en situaciones en las que esto trae consecuencias negativas. El hecho de que algunos humanos (o instituciones como la Justicia) reaccionen negativamente a una expresión honesta no hace sino evidenciar, para el personaje, lo enviciado de la sociedad, lo injusto y traicionero del comportamiento humano en su época.

Efectivamente, en la sucesión de acciones que se ponen en escena en la obra, la actitud honesta del protagonista y lo que eso genera en sus interlocutores no hace sino dejar en evidencia lo atípico de la franqueza en el mundo social, y lo normalizado de la falsedad y la hipocresía. Así, Molière parecería exponer con su pieza el modo en que el vicio ha calado tan hondo de la sociedad que la hipocresía es considerada una virtud sociable y un rasgo de amabilidad, mientras que la franqueza pareciera concebirse como un acto violento y descortés.

La hipocresía

Uno de los temas más tratados en la obra, y en la producción teatral de Molière en general, es el de la hipocresía. La pieza no hace sino retratar una seguidilla de situaciones que expone a la hipocresía como un rasgo fundamental y frecuente en la vida social. El hecho de que el protagonista sea un defensor de la honestidad y una suerte de purista de la verdad permite visibilizar, por contraste, lo arraigada y aceptada que está la mentira en la sociedad. En la obra, un personaje, tras exigir una sincera opinión sobre sus versos al protagonista, se ofende al recibir una devolución franca; un pleito judicial se resuelve en contra de Alcestes porque este se niega a competir contra la falsedad de la contraparte; y Celimena se ofende cuando su enamorado le exige pronunciarse honestamente acerca de sus sentimientos.

Así, la obra realiza una fuerte crítica a la hipocresía de la sociedad de su época, retratando el modo en que esta parece constituir la base de todos los vicios de la vida social. El protagonista no hace sino denunciar constantemente las actitudes hipócritas de sus iguales, que se guiarían, no por el respeto a la verdad, sino por un esquema de conveniencias e intereses personales que les lleva a actuar ocultando constantemente lo que piensan o sienten.

La ética individual vs. la vida en sociedad

Desde el inicio de la obra se pone en escena el tema de la disyuntiva o las tensión entre la ética individual y la vida en sociedad. Esta tensión se materializa en opiniones contrapuestas encarnadas por diversos personajes. El protagonista sostiene unos valores de honestidad y franqueza que para él son infranqueables, insobornables.

Mientras Alcestes condena cualquier acción humana que falte a la verdad, su amigo Filinto plantea que la vida en sociedad implica algunas concesiones. Si bien en términos teóricos, según Filinto, la honestidad es superior a la hipocresía, esto no sería practicable todo el tiempo en la vida en sociedad, donde a veces parece conveniente actuar de otro modo. Desde la perspectiva más pragmática de este personaje, los ideales deben relativizarse, deben pensarse en relación con las circunstancias. En ciertos casos, las normas de cortesía convienen, en la vida social, antes que una franqueza brutal.

Ante ello, Alcestes no da el brazo a torcer: nada justifica el entregarse a “los vicios” (p.88) de la época. Nuestro protagonista prefiere, como podemos comprobar al final de la obra, abandonar la vida en sociedad y retirarse a un desierto con tal de perseverar en lo que cree honesto.

La razón vs. la pasión

El protagonista padece un conflicto interno que puede sintetizarse en la disyuntiva entre razón y pasión. Alcestes se encuentra en una contradicción entre lo que racionalmente considera que debe hacer y lo que le dictamina su deseo amoroso. Por un lado, él aborrece las nuevas modas de cortesía que hacen carne en la sociedad de su época, ya que encuentra a las personas gobernadas por la hipocresía y la falsedad, motivadas por el interés, la conveniencia y la mentira. Por el otro, se siente completamente atraído por Celimena, una mujer que posee todas las características que él critica en su sociedad. Cuando su amigo Filinto le plantea esta contradicción entre sus ideales y su elección amorosa, Alcestes señala que el amor no se determina por cuestiones racionales. Efectivamente, este conflicto de intereses al interior del protagonista parecería resumirse en una disyuntiva, un combate interno entre la razón y la pasión. Esta lucha se libra en el protagonista durante toda la obra: en términos racionales, Alcestes preferiría rehuir a su relación con Celimena, pero se considera preso de ese lazo amoroso porque su componente más sanguíneo, pulsional, le impide alejarse de ella.

La cortesía

El misántropo tematiza un asunto importante en su contexto histórico original, el tema de la sociedad cortesana, la nobleza, los altos estratos sociales, y un conjunto de normas de comportamiento que se dieron en llamar “de cortesía”.

Enmarcado en Francia, en la segunda mitad del siglo XVII, el contexto espacio temporal de El misántropo está cifrado por el ascenso del rey Louis XIV, quien en 1661 había dejado de residir en París para instalar la Corte en Versalles. En ese período, Francia se instaló como modelo estético y artístico, imponiendo su moda y sus costumbres. El palacio de Versalles reunía a una sociedad cortesana, al interior de la cual se definía, entre otras cosas, el gusto artístico, y desde el cual se proyectaba un modelo que los críticos e historiadores definen como “de la politesse”, es decir, de la cortesía. Se trata de un modelo de conducta que luego se filtraría en varios planos, como el mundo de la diplomacia, de las letras y hasta la vida cotidiana.

En El misántropo se hace una crítica a los comportamientos de la sociedad cortesana de la época, a la hipocresía reinante en ese ámbito. El protagonista denuncia desde un primer momento los modos viles que hacen carne en “la gente de moda” (p.87), ya que no ve en su entorno sino “lisonjas, injusticia, interés, traición y truhanería”, tanto “en la ciudad como en la Corte” (p.88). Desde la perspectiva del protagonista, el comportamiento de las personas parece gobernado por la hipocresía y la falsedad, y motivado por el interés. Ningún halago sería genuino, toda palabra de admiración de un hombre a otro no estaría signado sino por la conveniencia y la mentira. En boca de su protagonista, Molière parecería denunciar lo que se esconde detrás de la cortesía reinante en la época, señalándola como pura forma, pura máscara que no hace sino ocultar la verdad, una verdad opuesta a lo que se dice.

La infidelidad

En la obra, la infidelidad funcionan como una temática que reúne los enredos amorosos de la trama con la crítica moral que Molière establece para con la sociedad de su época. Como una forma de ocultamiento, la infidelidad constituiría una traición a la verdad, algo que vincula este tema al otro más general de la hipocresía. Así, el protagonista sospecha desde el inicio de la obra que Celimena oculta algo, en tanto la muchacha no puede ser abiertamente honesta en su discurso acerca de sus sentimientos. Luego, cuando la infidelidad es efectivamente develada, lo que pareciera infligir el mayor dolor a Alcestes no es una cuestión de celos, sino el hecho de que la muchacha haya mentido, que le haya faltado a su palabra. La infidelidad funciona así como una acción que reúne varios juicios morales que se dictaminan a lo largo de la obra, pero que fundamentalmente funciona para exponer lo arraigados que están en la sociedad los comportamientos ligados a la falsedad, el ocultamiento, la traición y la mentira.