El misántropo

El misántropo Ironía

Orontes exige la honestidad de Alcestes respecto a sus versos, pero luego se ofende por la franqueza de su juicio (Ironía situacional)

En la segunda escena del primer acto, Orontes se presenta ante Alcestes para pedirle su opinión sobre unos versos que ha escrito. El protagonista, en principio, se niega, alegando que teme “ser más sincero de lo conveniente” (p.91), pero el poeta insiste en que, precisamente, es su sinceridad lo que anhela: “Eso es lo que pido, y me quejaría si, exponiéndome a vos para que me hablases sin fingimiento, me traicionarais ocultándome algo” (ibid.). Sin embargo, la situación cobra un giro irónico cuando Alcestes brinda su sincera opinión sobre los versos, a los que encuentra malos, y el poeta se ofende por su franqueza.

Con el objeto de expresar lo contrario, Celimena califica de “linda flor” la acusación de Alcestes (Ironía verbal)

En la primera escena del segundo acto, Alcestes acusa a Celimena de decir iguales palabras de amor a todos sus pretendientes, traicionando así su relación. La muchacha exclama entonces: “¡Linda flor para ofrecida por un enamorado, y de buena persona me tratáis!” (p.96). La frase constituye una clara ironía verbal, en tanto la mujer busca significar lo opuesto a lo que dice: el comentario de su supuesto enamorado es todo lo contrario a un lindo regalo, como una flor. Más aún, el planteo de Alcestes la pinta a ella como a una mentirosa cruel, algo bastante alejado de lo que es ser una “buena persona”.

Celimena llama farsante e hipócrita a Arsinoe, pero la recibe como a su más querida amiga cuando esta ingresa en el salón (Ironía dramática)

En la tercera escena del tercer acto, Celimena se encuentra con Acasto y Clitandro. Cuando uno de los hombres le pregunta por la casta Arsinoe, Celimena se lanza a un largo discurso crítico contra aquella, a la que llama farsante, hipócrita y envidiosa. En un momento, mientras afirma que no ha visto “mujer más necia ni más impertinente en grado sumo” (p.103), la interrumpe la súbita presencia de Arsinoe en el salón. En ese instante, Celimena desvirtúa abruptamente su discurso y, recibiendo con los brazos abiertos a la otra, exclama, sonriente: “¿Qué bendita suerte os trae aquí?” (p.98). Así, el momento presenta una clara ironía dramática, ya que tanto el público como el resto de los personajes son testigos del paradójico cambio de actitud de Celimena.

Aunque Celimena aconseja a Arsinoe mirarse a sí misma antes de juzgar a los demás, traiciona su propio consejo al actuar exactamente de ese modo (Ironía situacional)

En la cuarta escena del tercer acto, Celimena y Arsinoe se enfrentan en una discusión. En un momento, la primera aconseja a la otra, diciéndole que debería ocuparse “menos en los actos ajenos y atender más a los vuestros; que ha de mirarse uno bien antes de pensar en condenar al prójimo” y que “a las correcciones que a los demás se hacen, debe añadirse el peso de una vida ejemplar” (p.105). Si se tiene en cuenta el accionar que ya ha evidenciado el personaje, la situación es claramente irónica: Celimena no hace sino señalar constantemente los defectos ajenos y condenar a los demás sin jamás revisar su propio comportamiento ni llevar una vida en absoluto ejemplar.