El burlador de Sevilla y convidado de piedra

El burlador de Sevilla y convidado de piedra Símbolos, Alegoría y Motivos

“¡Qué largo me lo fiáis!” (Motivo)

El motivo central de esta obra es la tensión entre la deuda que surge de la falta y el plazo para saldarla. “¡Qué largo me lo fiáis!”, repite como un leitmotiv don Juan, expresando así la idea de que se puede aplazar indefinidamente el momento de su castigo. Cabe mencionar que, según Harold G. Jones, este motivo “procede de una historieta tradicional recogida ya a mediados del siglo XVI” (1995: p. 50).

Hacia el final de la obra, la canción que se escucha durante la cena macabra, que pone de manifiesto la perspectiva de la estatua del comendador, funciona como contrapunto a la idea del burlador:

Adviertan los que de Dios
juzgan los castigos grandes,
que no hay plazo que no llegue
ni deuda que no se pague.
(…)
Mientras en el mundo viva,
no es justo que diga nadie,
«¡Qué largo me lo fiáis!»,
siendo tan breve el cobrarse (vv. 2743-2754).

Dar la mano (Motivo)

Antes de deshonrarlas, don Juan le pide la mano a cada una de sus víctimas mujeres: Isabela (v. 18), Tisbea (v. 948) y Aminta (v. 2078). De esta manera, el gesto se convierte en un motivo que conecta las burlas entre sí y con el castigo final de don Juan: en la primera cena, la estatua de piedra solicita la mano del burlador (vv. 2455) y, en la segunda, repite el gesto con más énfasis: “Dame esa mano, / no temas, la mano dame” (2760-2761). Esta vez, consecuentemente, la víctima es don Juan.

El banquete macabro (Símbolo)

El banquete macabro, que le ofrece la estatua del comendador a don Juan, consistente en alacranes y víboras (vv. 2732-2733) y bebida de hiel y vinagre (v. 2740), constituye un símbolo funesto y anticipa de la muerte del burlador y su condena al Infierno. Las víboras que contiene ese “manjar” (v. 2734), como lo llama la estatua, remiten a la condena en el Infierno, por la asociación de este animal con lo demoníaco; mientras que la hiel se asocia metafóricamente al sentimiento de pena intensa o a los disgustos.

Lucrecia y Emilia (Símbolos)

Cuando don Juan se presenta en la habitación de Aminta, ella le advierte: “Ved que hay romanas Emilias / en Dos Hermanas también, / y hay Lucrecias vengativas” (vv. 2023-2025). Las referencias a estas dos matronas de la Antigua Roma, Emilia y Lucrecia, eran frecuentes en el teatro de la época y se citaban como símbolos de honradez. Así, Aminta se refiere a ellas para sugerirle a don Juan que será fiel a Batricio.

Emilia Tercia, fue la esposa de Escipión el Africano, un importante cónsul de la república romana en los años 205 a. C. y 194 a. C, y representaba un ejemplo de fidelidad a su esposo. Por su parte, Lucrecia contrajo nupcias con Lucio Tarquinio Colatino y se suicidó luego de ser violada por Sexto Tarquinio, el hijo del último rey romano, Lucio Tarquinio. Este suceso influyó en la caída de la monarquía en Roma y en el establecimiento de la República. En síntesis, ambas mujeres se erigieron como representantes de la fidelidad femenina.

Besar los pies del rey (Símbolo)

El gesto de besar los pies del rey es un símbolo de vasallaje. Cuando el duque Octavio se presenta ante el rey para pedir justicia, exclama: “A esos pies, gran señor, un peregrino, / mísero y desterrado, ofrece el labio” (vv. 1094-1095), para mostrar su sumisión al gobernante. También don Diego hace el ademán de besar los pies del rey, en este caso, para mostrar su gratitud. A esto se refiere cuando exclama: “Señor, dame esas plantas” (v. 1092).