Cien años de soledad

Cien años de soledad Ironía

Aureliano se transforma en aquello contra lo que luchaba

En el Capítulo 5, Aureliano Buendía se une a la facción liberal al ver la violencia con que los militares conservadores golpean al padre Nicanor Reyna y asesinan a culatazos a una mujer frente a su familia. Muchos años después, ya condecorado coronel, Aureliano vuelve a Macondo habiéndose convertido en un déspota. En ese entonces, en Macondo gobierna José Raquel Moncada, un hombre de la facción conservadora, pero con quien el coronel Aureliano había forjado amistad pese a las diferencias políticas.

Cuando la facción liberal gana, todos los conservadores son sentenciados a muerte y el coronel Aureliano no hace nada para salvar a su amigo. Antes de que lo maten, el coronel visita a Moncada, quien le señala una ironía que nos resulta fundamental para comprender el destino del coronel: “—Lo que me preocupa es que de tanto odiar a los militares, de tanto combatirlos, de tanto pensar en ellos, has terminado por ser igual a ellos” (187).

Remedios intenta afearse pero consigue lo contrario

Remedios, la bella, es tan hermosa que provoca una insoportable atracción en los hombres que la rodean. Debido a ello, Úrsula le insiste constantemente para que sea cuidadosa en su aspecto y sus maneras. Sin embargo, Remedios solo busca la comodidad, vivir sin leyes, comer a cualquier hora y andar desnuda por la casa. Además, no tiene ningún interés en los hombres que se le acercan. Eventualmente, cansada de las exigencias de Úrsula, la joven termina haciéndose un precario camisón y se rapa el pelo para vivir sin ser molestada. Sin embargo, “mientras más se desembarazaba de la moda buscando comodidad, y mientras pasaba por encima de los convencionalismos en obediencia a la espontaneidad, más perturbadora resultaba su belleza increíble y más provocador su comportamiento con los hombres” (264). Resulta irónico, en este punto, que mientras más intente afearse, más provocativa la perciban los hombres.

Fernanda del Carpio y su hijo José Arcadio se mienten mutuamente

Luego de enviar a su hijo José Arcadio a instruirse para ser papa a Roma, Fernanda pasa la mayor parte de su tiempo escribiéndole cartas en las que miente u omite información para hacerle creer que es feliz en Macondo. Cuando ella muere y José Arcadio vuelve a la casa de los Buendía, encuentra unos manuscritos de su madre en los que relata todas las verdades que nunca le dijo. Lo que ella nunca pudo saber es que José Arcadio, su hijo predilecto, había dejado sus estudios desde el primer día y le mentía sobre eso a ella: “Ni a él ni a Fernanda se les ocurrió pensar nunca que lo suyo fuera un intercambio de fantasías” (417). El hecho de que Fernanda mienta para quedar bien frente a su hijo presenta una ironía si consideramos que él también le mentía a ella por lo mismo.

Petra afirma irónicamente que Aureliano Segundo ha llegado “¡A buena hora!” a ocuparse de ella

Cuando el gran diluvio detiene toda actividad en Macondo, Aureliano Segundo se encuentra casualmente junto a su esposa, Fernanda del Carpio. En ese momento, decide quedarse en la casa hasta que la lluvia finalice, dejando sola a Petra Cotes con el cuidado de sus animales de granja. Sin embargo, los meses transcurren sin que se produzca un cambio en el régimen de lluvias. Eventualmente, el lamentable estado del pueblo lleva a que Aureliano se preocupe por Petra y sus animales, y se dirige hacia su casa a visitarla. Cuando llega, advierte que solo ha sobrevivido una escuálida mula y que su amante está demacrada por el hambre y envejecida. Al verlo, Petra Cotes lo saluda diciendo: “¡A buena hora!” (364). Aquí, Petra manifiesta irónicamente lo contrario a lo dice: lejos de haber llegado a tiempo, Aureliano se presenta cuando el diluvio ya ha hecho estragos en la casa, la granja y ella misma.