Estrenada en el Teatro Ateneo de Buenos Aires el 1 de abril de 1949, la obra podría fundamentarse en la misión de la propia institución que se representa: «sembrar ilusión», que, según palabras del propio autor puestas en el protagonista, es:
«Una misión tan digna por lo menos como sembrar trigo.» Mauricio («Los árboles mueren de pie», Alejandro Casona)
A su vez, este aspecto ilustra uno de los vértices que concentran la mayoría de las críticas al autor: su visión evasiva de la realidad.
Estrenada por primera vez en España el 18 de diciembre de 1963 en el Teatro Bellas Artes de Madrid, es considerada como uno de los éxitos más notables del autor tras su consagración como dramaturgo con La sirena varada.[1]