Libro de buen amor

Fuentes

El principal influjo que revela el Libro de buen amor es el de la tradición literaria eclesiástica de su tiempo, pues Juan Ruiz tenía una formación retórica exigida por su cargo religioso, adquirida probablemente en alguna escuela catedralicia de la región de la cuenca del Henares, quizá la de Alcalá. La mayor parte de sus materiales se relacionan con la estructura del sermón popular (o divisio extra), en la que un tema moral era expuesto con el complemento de exempla. Además, aparecen en el libro un tratado de la confesión, catecismos y oraciones e himnos devotos.

Por otro lado, el tema fundamental del amor está basado en la literatura pseudo-ovidiana medieval que, en forma de comedias elegíacas o tratados derivados del Ars amandi y los Remedia amoris, circulaban por toda Europa. También hay huellas de los conceptos del amor cortés provenzal y de la literatura goliárdica.

De este modo, las más importantes fuentes del Libro de buen amor pertenecen al ámbito de la literatura europea occidental. Así, aunque algún exemplum provenga de la cuentística árabe, estos habían sido casi en su totalidad traducidos al latín o a las lenguas romances peninsulares en el siglo XIII.

Américo Castro defendió la vinculación del libro con la literatura árabe, viéndolo como una fusión mudéjar, por la variedad métrica, la frecuente alternancia de ficción y realidad y, sobre todo, por la presencia del hilo conductor como una autobiografía amorosa, aspecto que este crítico relacionaba con El collar de la paloma de Ibn Hazm. Sin embargo, ninguno de estos rasgos está ausente de la literatura europea, y la autobiografía de tipo erótico es característica de la materia ovidiana medieval. Por otro lado, es muy improbable que Juan Ruiz leyera el árabe clásico, y, aunque aparecen términos léxicos moriscos, estos se deben al árabe coloquial de las comunidades mudéjares, abundantes en Hita y en otros lugares de sus alrededores.

María Rosa Lida de Malkiel relaciona la autobiografía con el género hebreo de las maqāmat, más concretamente con el Libro de las delicias de Yosef ben Meir ibn Sabarra (n. hacia 1140), pero se pueden aducir las mismas objeciones que para la literatura árabe: el desconocimiento del hebreo por parte del arcipreste y que el mismo rasgo puede ser explicado a partir de obras cristianas.

Gerald Burney Gybbon-Monypenny, en la introducción a su edición del Libro de buen amor de 1984,[7]​ relaciona la autobiografía ficticia con el romance francés versificado, en especial con el Voir-Dit de Guillaume de Machaut, con los que establece cierta analogía: un poema narrativo que incluye canciones líricas. Ya a fines del siglo XIII, en el Roman du Châtelain de Coucy et de la Dame de Fayel, se encuentra un protagonista poeta enamorado que, con ocasión de sus aventuras eróticas, incluye poemas líricos provenientes de los cancioneros. Otros poetas como Nicole de Margival, en su Dit de la Panthère, dialoga con los dioses del amor y utiliza para autorizar sus sentimientos poemas propios y de Adam de la Halle. Incluso cabe citar una autobiografía amorosa ficticia con canciones líricas intercaladas austríaca, Frauendienst (1255), del minnesänger Ulrich von Liechtenstein.

Entre las fuentes concretas de episodios independientes, cabe citar —además de la cuentística de origen oriental, introducida por los árabes en la Península, en colecciones como el Calila e Dimna o el Sendebar)—, a Pedro Alfonso, judeoconverso oscense y a Esopo, al que remiten algunos de los exempla del Libro, como el de la «Disputa del pleito que el lobo y la raposa tuvieron ante don Gimio [Simio], alcalde de Buxía». Por otro lado, aparecen citas y ecos de los Salmos, las Horas Canónicas, el Libro de Job o el Apocalipsis, además de San Gregorio Magno, las Decretales de Clemente V o el Decreto de Graciano, probablemente a partir de manuales propios de su formación clerical.

La crítica concuerda mayoritariamente en que el Libro de buen amor constituye la parodia de las comedias elegíacas De vetula y Pamphilus, en las que el autor es a su vez protagonista de una historia en la que las aventuras amorosas alternan con la inclusión de poesías relacionadas con los episodios que se representan. Además, el Pamphilus es una fuente reconocida en el propio texto del Libro de buen amor, cuyo autor reconoce que el episodio de Don Melón y Doña Endrina reelabora esta comedia latina pseudo-ovidiana. Al mismo Ovidio se le atribuyó el De vetula, y aparece, por tanto, como protagonista de las aventuras eróticas de esta obra. No está de más señalar que los sacerdotes de la Edad Media predicaban sus sermones en primera persona, técnica con gran capacidad de atracción para un público que se requería adoctrinar. La declarada intención didáctica de Juan Ruiz, pese a las continuas ironías y ambigüedades de interpretación, estaría en correspondencia con el sermón medieval popular en primera persona.


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