Las venas abiertas de América Latina

Críticas

Se ha indicado que la obra contiene una visión excesivamente simplificada de la historia.[6]​ Con respecto a la explotación moderna de América Latina narrado en el último capítulo de Las venas abiertas de América Latina, el relato se vincula a la Teoría de la dependencia, de gran predicamento entre los años 65 y 75 tanto entre las izquierdas latinoamericanas como entre los sectores nacional-desarrollistas (ver Desarrollismo), y a las teorías desarrollistas de industrialización por sustitución de importaciones de los investigadores y teóricos de la CEPAL, apoyadas por los sectores nacional-desarrollistas entre los años 40 y principios de los 70.

Tras la II Bienal del Libro y la Lectura de Brasilia en que el propio autor dijo que “no sería capaz de leer el libro de nuevo”, que “esa prosa de izquierda tradicional es pesadísima”[7]​ y que "cuando lo escribí no sabía tanto sobre economía y política",[8]​ grandes medios de todo el mundo, interpretando esa autocrítica como si él renegara su propia obra, se apresuraron a publicar que uno de los máximos referentes del pensamiento de izquierda había sufrido un proceso de conversión, como Vargas Llosa.[cita requerida] Sobre ese frenesí de los medios Eduardo Galeano comentó: “Es la prueba de que escribir sirve, al menos para despertar celebraciones y protestas, aplausos y también indignaciones. El libro, escrito hace siglos, sigue vivo y coleando. Simplemente tengo la honestidad de reconocer que a esta altura me resulta un estilo pesado en el que me cuesta reconocerme ahora que quiero ser cada vez más breve y volandero. Con Vargas Llosa nada que ver.”[9]​

En conjunto, citando a Eduardo Devés Valdés puede decirse que "...Las venas abiertas de América Latina de Eduardo Galeano es un ensayo deudor, de punta a cabo, de la obra de la CEPAL y de las categorías de la dependencia..."[10]​ y por ello es valioso para quien desea adquirir una visión general de ciertas ideas características del pensamiento e identidad latinoamericanos.[11]​

Para algunos críticos, el libro Del buen salvaje al buen revolucionario (1976) del venezolano Carlos Rangel es la antítesis al libro de Galeano. Rangel busca una nueva interpretación de la realidad de América Latina alejada y en confrontación con lo que el autor considera son mitos difundidos y poco cuestionados sobre la identidad latinoamericana que promueven sobre todo las clases intelectuales nacionalistas y socialistas de la región, y que inclusive ha sido exportada como imagen al resto del mundo.[12]​


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