Las medias rojas

Biografía

Infancia y educación

Emilia Pardo Bazán[n. 1]​ era hija de una familia gallega noble y muy pudiente de España: el conde pontificio de Pardo-Bazán, José María Pardo-Bazán y Mosquera, título que Alfonso XIII le concedió a ella en 1908, y Amalia María de la Rúa-Figueroa y Somoza. Su padre, convencido sobre los derechos de la mujer,[2]​ le proporcionó la mejor educación posible, fomentando su amor por la literatura.[5]​ Además de la residencia de la calle Tabernas, la familia poseía otras dos casas, una cerca de Sangenjo, y la otra en las afueras de La Coruña, el Pazo de Meirás. A la edad de nueve años ya empezaba a mostrar un gran interés por la escritura. En la biblioteca paterna encontró acceso a una gran variedad de lecturas; declaró que sus libros preferidos entonces fueron Don Quijote de la Mancha, la Biblia y la Ilíada. En la casa de La Coruña leyó además La conquista de México de Antonio de Solís y las Vidas paralelas de Plutarco. Los libros sobre la Revolución francesa le fascinaban. Durante las estancias familiares de invierno en Madrid, Emilia asistía a un colegio francés protegido por la Real Casa[5]​ donde fue introducida en la obra literaria de La Fontaine y Jean Racine —lo que le sería especialmente útil posteriormente, dados sus frecuentes viajes a Francia para conectar con el mundo literario europeo y conocer y tratar a relevantes autores como Victor Hugo—. A los doce años la familia decidió quedarse en La Coruña durante los inviernos y allí Emilia estudió con instructores privados. Se negó a seguir las modas que limitaban a las mujeres al aprendizaje de la música y la economía doméstica. Recibió una formación sobre todo tipo de materias con atención especial a las humanidades y a los idiomas, llegando a manejar con soltura el francés, el inglés y el alemán. No pudo acudir a la universidad, vetada para las mujeres, por lo que los avances científicos y filosóficos los siguió a través de los amigos de su padre y de los libros.[2]​ A los quince años, escribió su primer cuento (Un matrimonio del siglo XIX), que sería el primero de los numerosos cuentos que publicaría a lo largo de su vida.[6]​

Matrimonio e inicios como escritora

Se casó a los dieciséis años con José Quiroga, también de familia hidalga; él tenía diecinueve años y todavía era estudiante de derecho. La relación era bien vista por los padres de ambos. La boda se celebró en 1868 en Meirás y después de la misma, la pareja recorrió España. El matrimonio no se separó de su familia y durante años vivieron con sus padres y viajaron por Europa.[2]​

Emilia Pardo Bazán

En 1869 ella y su marido se trasladaron a vivir a Madrid cuando su marido, José Quiroga, fue elegido diputado a Cortes tras la Revolución de 1868. Cuando este dejó su escaño, los cuatro emprendieron un viaje de varios meses a Francia e Italia. Emilia publicó las crónicas de este viaje en el diario El Imparcial —recogidas después en uno de sus libros de viajes, Por la Europa católica (1901)—, y en ellas denunció la necesidad de europeización de España, recomendando viajar al menos una vez al año como medio para educarse.[7]​

Partidaria del carlismo durante el Sexenio Revolucionario, según Isaak Pavlovski, Pardo Bazán llegó incluso a traficar armas para los defensores de Don Carlos,[8]​ aunque años después abandonaría esta causa.[9]​

Casa de Emilia Pardo Bazán en La Coruña.

Según los documentos de la época, su marido José Quiroga era tranquilo y reservado. El matrimonio mantenía una buena armonía, ella lo apoyaba en sus estudios de abogacía y él valoraba los intereses intelectuales de su esposa. Pasaron ocho años de matrimonio hasta tener su primer hijo, Jaime (1876); después nacieron Blanca (1879) y Carmen (1881). En los años siguientes la relación matrimonial se resintió, más a causa de los trabajos intelectuales y literarios de ella que por causas personales, aseguran los cronistas.[2]​

Monumento dedicado a Emilia Pardo Bazán en La Coruña.

En 1876 se dio a conocer su primer trabajo como escritora con Estudio crítico de las obras del padre Feijoo, un ensayo sobre este intelectual gallego del siglo XVIII por el que la escritora siempre tuvo gran admiración, posiblemente por su obra avant la lettre.[7]​ Con la obra ganó un premio, compitiendo en este certamen con Concepción Arenal. En el mismo año publicó su primer libro de poemas, Jaime, que dedicó a su hijo recién nacido, editado por Francisco Giner de los Ríos.[7]​

Colaboró en la revista católica La Ciencia Cristiana, desde la que en 1877 se opuso, con argumentos cientificistas, a la teoría del darwinismo sobre el origen de las especies.[10]​

Su primera novela apareció en 1879, Pascual López, autobiografía de un estudiante de medicina, novela romántica y realista al mismo tiempo, localizada en Santiago de Compostela. La publicó en la Revista de España, influida por la lectura de Pedro Antonio de Alarcón y de Juan Valera, y todavía al margen de la orientación que su narrativa tomaría una década después.[7]​ El éxito de la novela la llevó a seguir el mismo camino, publicando en 1881 Un viaje de novios, sobre el matrimonio imprudente de una mujer joven, hija única de un nuevo rico, y un hombre maduro, una obra híbrida, en la que elementos puramente realistas se mezclan con otros propios de la novela de tesis —en este caso, la imprudencia de un matrimonio de conveniencia—[11]​ y con profusas descripciones de paisajes y personajes, que toma de Balzac y Daudet, y que ya anuncian su próximo interés por el naturalismo.[7]​

Es también en 1881 cuando se data el inicio de la correspondencia epistolar entre Emilia Pardo Bazán y Benito Pérez Galdós con quien inicialmente mantiene una relación literaria que derivará hacia una intimidad amorosa de larga duración, especialmente tras la separación de Emilia y su esposo a partir de 1883, cuando[12]​ Galdós se encontraba en el apogeo del triunfo de La desheredada y doña Emilia acababa de publicar La cuestión palpitante.

La cuestión palpitante y el naturalismo

Pardo Bazán admira el naturalismo francés pero defiende la literatura española y su carácter castizo que considera un realismo propio.[2]​ Aunque parte de su obra está considerada como "naturalista" algunos especialistas establecen que lo relevante es el hecho de que la autora introdujo en España el debate sobre las propuestas de Émile Zola a través de sus ensayos de divulgación periodística.[13]​

Emilia Pardo Bazán en 1887

En 1882 comenzó, en la revista La Época, la publicación por entregas de una serie de artículos sobre Émile Zola y la novela experimental, reunidos posteriormente en el volumen La cuestión palpitante (1883), acreditándola como una de las principales impulsoras del naturalismo en España. En la obra, prologada por Clarín, defiende el realismo "a la española" de sus contemporáneos Galdós y Pereda, y a pesar de que sus ideas habían sido publicadas por entregas anteriormente, causó un gran escándalo.[2]​

Se consideró el alegato indecente de una mujer casada y respetable en favor de la literatura francesa considerada, en España,[14]​ atea y pornográfica. En realidad, aunque criticaba el naturalismo defendía el valor literario de Zola y se la identificó con la postura atea y provocativa del escritor.[2]​

La obra provocó un importante revuelo[15]​ y recibió numerosos ataques al ser considerada un manifiesto en favor de la pornografía francesa y la literatura atea, sumado el hecho de que la autora era una mujer, esposa y madre.[7]​ Los defensores de la religión y la moral encontraron terreno abonado para el ataque, secundado por algunas personas que habían sido incluso amigas y admiradoras suyas, como es el caso de Marcelino Menéndez Pelayo.[2]​

Su marido, «horrorizado» —según describen sus biografías— por los ataques recibidos, le pidió que dejara de escribir. Le asustaba —detallan algunas biografías de Pardo Bazán— que identificaran a su esposa con el personaje femenino valiente y revolucionario de su novela La tribuna. Emilia se negó. Se fue de viaje a Italia y no volvieron a vivir juntos. Con el escándalo el libro aumenta sus ventas y aumenta la notoriedad de la escritora.[2]​ Desde Francia Zola acogió positivamente el texto y se mostró sorprendido de que la autora fuera una mujer.

El ensayo La cuestión palpitante y la novela La Tribuna fueron el origen de su fama de escritora rebelde y provocadora.[2]​

La Tribuna, primera novela naturalista española

Estatua de las cigarreras que aparecen en La Tribuna.Antigua Fábrica de Tabacos que aparece en La Tribuna.

En 1883 publica La Tribuna, considerada la primera novela social y la primera novela naturalista española.[16]​ Cuenta la historia de una mujer obrera y refleja el ambiente de trabajo en una fábrica, mostrando el ambiente de las cigarreras de La Coruña a la que da el nombre literario de Marineda.[17]​ Amparo, su protagonista, es una mujer trabajadora con discurso propio.[3]​ La novela narra la historia de una huelga y su protagonista es una joven valiente y resuelta que encabeza las reivindicaciones obreras, una mujer guapa engañada por un «señorito» que la seduce y la abandona y termina con los gritos populares a favor de la República al tiempo que ella da a luz a su hijo.[2]​

Emilia Pardo Bazán incorpora por primera vez en la novela española al proletariado —antes que Pérez Galdós y Blasco Ibáñez— y describe los métodos industriales, formas de trabajo, duros horarios y el ambiente obrero en años de intensa movilización social, a la vez que realiza también un profundo análisis del mundo femenino y de la doble jornada de las obreras siendo madres y trabajadoras.[2]​

A partir de 1884 y tras el escándalo generado por La cuestión palpitante, Pardo Bazán comenzó a distanciarse del «zolismo» sin suponer la descalificación de la doctrina del maestro por el que siempre guardará admiración. «Los primeros síntomas de tal alejamiento se hacen explícitos en sus Apuntes autobiográficos (1886), cuando, refiriéndose al libro de 1883, declara que en él examina «la estética naturalista a la luz de la teología, descubriendo y rechazando sus elementos heréticos, deterministas y fatalistas, así como su tendencia al utilitarismo docente, e intentando un sincretismo que deja a salvo la fe» (O. C., III, pp. 722-723). «Un paso más en ese proceso se manifiesta al año siguiente, en sus conferencias sobre la literatura rusa; en ellas, más que —como a veces se ha dicho— sustituir en su devoción a Zola y el naturalismo francés por Tolstoi y el espiritualismo ruso, doña Emilia ofrece una visión más totalizadora y comprensiva de lo que en el movimiento literario europeo ha significado la propuesta de «le roman expérimental», señala José Manuel González Herrán, catedrático de Literatura Española, especialista en su obra.[13]​

En 1885 publicó La dama joven en la que habla de crisis matrimoniales, justo en el momento en el que empieza la separación entre ella y su marido.

Tanto el naturalismo practicado por Pardo Bazán como el de Galdós, frente a los principios ideológicos y literarios de Zola, acentuaba la conexión de la escuela francesa con la tradición realista española y europea lo que le permitía acercarse a un ideario más conservador y católico en lo que respecta a ella, que nunca abandonó el catolicismo, por más que admitiera las bases ideológicas del determinismo social y darwinista.

El método naturalista culminó en Los pazos de Ulloa (1886-1887), su novela más famosa, y la obra que la consagró como una de las grandes escritoras de la literatura española. En ella describe la decadencia de la oligarquía terrateniente que ha perdido su papel de liderazgo social, la nobleza degradada, patética pintura de la decadencia del mundo rural gallego y de la aristocracia. Un año más tarde publica su continuación con La madre naturaleza (1887), fabulación naturalista en la que cuenta los amores incestuosos entre dos jóvenes que no saben que son hermanos.

A partir de la década de 1890 Pardo Bazán se aparta del naturalismo y explora nuevos caminos literarios como el idealismo y el simbolismo también tendencias europeas. Sigue escribiendo novelas que influenciarán a Vicente Blasco Ibáñez, uno de los grandes escritores de fin de siglo.[2]​

Madurez literaria

Retrato de Emilia Pardo Bazán (1896), del pintor coruñés Joaquín Vaamonde Cornide.

La separación amistosa de su marido le permitió a Pardo Bazán seguir con libertad sus intereses literarios e intelectuales sin obstáculos. Se preocupó, ya no solo de polémicas literarias, sino de intervenir en el periodismo político y de luchar incansablemente por la emancipación social e intelectual de la mujer.[18]​ Publicó ensayos como La revolución y la novela en Rusia (1887) o La mujer española (1890) y sus conferencias en instituciones de renombre tenían tanto éxito que con frecuencia era invitada a repetirlas. Tal popularidad le granjeó en ocasiones enemistades entre los escritores de su tiempo, que veían invadido un sector tradicionalmente reservado a los hombres por una mujer considerada más competente que muchos de ellos. Esto le llevó a decir: «Si en mi tarjeta pusiera Emilio, en lugar de Emilia, qué distinta habría sido mi vida.»[5]​

En 1888 visitó en Venecia al pretendiente carlista al trono de España y los artículos que escribió a raíz de la visita contribuyeron a la escisión del carlismo.

Coincidiendo con la muerte en 1890 de su padre, su obra evolucionó hacia un mayor simbolismo y espiritualismo, patente en Una cristiana (1890), La prueba (1890), La piedra angular (1891), La quimera (1905), La sirena negra (1908) y Dulce dueño (1911). Esta misma evolución se observa en sus más de quinientos cuentos y relatos, recogidos en Cuentos de la tierra (1888), Cuentos escogidos (1891), Cuentos de Marineda (1892), Cuentos sacro-profanos (1899), entre otros.

En Una Cristiana y La Prueba, de 1890, parece trabar polémica a través de la ficción con algunos de sus detractores morales, como el padre Coloma, Menéndez Pelayo y Pereda. La diferencia de edad entre enamorados, el cruce de afectos o deberes familiares y el remordimiento religioso son ingredientes clave. Adán y Eva, que agrupa las novelas Doña Milagros (1894) y Memorias de un solterón (1896), parece, según algunos críticos literarios, la justificación de su relación con Galdós. En La Quimera (1905), sin embargo, vuelve al aguafuerte para retratar el Madrid polvoriento.

Gastrónoma aficionada, fue autora de La cocina española antigua (1913) y La cocina española moderna (1917).[19]​

Nuevo Teatro Crítico

Cada uno (El Cuento Semanal, 15 de febrero de 1907)

En su afán reformador, en 1890 doña Emilia aprovechó la herencia paterna para crear una revista de pensamiento social y político totalmente escrita y financiada por ella: Nuevo Teatro Crítico, titulada en homenaje a Benito Jerónimo Feijoo del que fue seguidora. En ella se incorporaron ensayos, críticas literarias, noticias sobre otros escritores y estudios de actualidad política y social con el objetivo de reflejar la vida intelectual de su época y cuyo contenido en gran parte está dedicado a la conciencia de la igualdad entre hombres y mujeres y su implantación.[3]​[20]​

En un principio tuvo éxito, su estilo directo y sinceridad acrecentó la polémica que ella no desdeñó y le crean fama de vehemente y revolucionaria. La experiencia duró tres años y en su despedida a los lectores declaró que había perdido en la empresa humor y dinero.[2]​

La rica obra de Emilia Pardo Bazán incluye también los libros de viajes, como Por Francia y por Alemania (1889), Por la España pintoresca (1895) y las biografías San Francisco de Asís (1882) y Hernán Cortés (1914). Varela Jácome ha descubierto una novela inédita: Los misterios de Selva.[21]​

En el año 2012, se publicó por primera vez en España su primera novela, escrita con trece años de edad, Aficiones peligrosas.[22]​[23]​

Escudo de la condesa de Pardo Bazán, dama de la Orden de María Luisa.

Sus extensas Obras completas se imprimieron ya en vida (Obras Completas, Madrid: Imprenta A. Pérez Dubrull, 1891, 43 vols.), pero la que parece más completa es la póstuma de 1924 (Obras Completas, Valladolid: Imprenta Colegio de Santiago, S. A., 1924). Federico Carlos Sainz de Robles hizo otra edición con estudio y notas, pero limitada a su narrativa: Obras Completas (Novelas y Cuentos) con estudio preliminar, notas y prólogo de Federico Carlos Sainz de Robles (Madrid: Aguilar, 1947, 2 vols.) La misma editorial imprimió una selección con ese título en 1973 encomendada a un hispanista especializado: Obras Completas, introducción bibliográfica, selección de material crítico, prólogo, clasificación de cuentos, notas y apéndices de Harry Kirby. (Madrid: Aguilar, 1973 3 vols.) La Biblioteca Antonio de Castro asumió desde 1999 la publicación entera de sus Obras Completas (Madrid: Fundación José Antonio de Castro, 1999-...) por parte del especialista Darío Villanueva.[24]​


This content is from Wikipedia. GradeSaver is providing this content as a courtesy until we can offer a professionally written study guide by one of our staff editors. We do not consider this content professional or citable. Please use your discretion when relying on it.