La naranja mecánica

La película

La película de Stanley Kubrick se caracteriza por extremas y perspectivas audacias de experimentación formal: acelera o ralentiza el tiempo narrativo, utiliza la composición en friso durante la escena en que la pandilla actúa como conductores suicidas, utiliza a veces la cámara manual, recurre al collage con fragmentos de películas antiguas, en algunas ocasiones anticipando la técnica del videoclip, engendra el género de las películas ultraviolentas, que tanto juego daría posteriormente, y utiliza la innovadora música electrónica en el recién creado sintetizador Moog del compositor Walter Carlos, luego Wendy Carlos tras su cambio de sexo. La estética de la película, asimismo, es rompedora en el lenguaje y en el ímpetu desmitificador y cínico que trasluce. El mensaje moral que deja es que es mejor ser malo por voluntad, a ser bueno por obligación (tal como lo dice el párroco). También se halla un mensaje de índole moral y social al comienzo de la película cuando Alex y sus "drugos" encuentran al viejo borracho y este se enfrenta a ellos.

El guion, sin embargo, se inspira en la edición estadounidense de la novela que carecía del último capítulo en el que el protagonista se reforma.[5]​ La película ha causado gran impacto desde su estreno, sobre todo porque cuenta con escenas de violencia explícita, y particularmente cruel en algunas escenas. Como se explica en el documental Stanley Kubrick: una vida en imágenes, de Warner Bros., publicado en 2001, en su estreno tuvo tanta repercusión que, en Inglaterra, se sucedieron una serie de crímenes perpetrados por jóvenes que supuestamente se veían inspirados por la película. Stanley Kubrick se encontró bajo una gran presión, ya que algunos medios le apuntaban a él como culpable de lo sucedido. Kubrick se vio seriamente afectado, no solo porque residiera en Inglaterra, sino por saber que no todos habían interpretado correctamente los mensajes que subyacen tras la violencia que muestra en su obra. Ante esta situación, Kubrick forzó a Warner Bros. a que retirara por completo la distribución de la película de Gran Bretaña, tras 61 semanas en cartelera. Esto muestra la gran libertad de la que gozaba el director (al ser capaz de imponer una decisión personal a unos grandes estudios), así como su gran determinación. A Clockwork Orange no volvió a mostrarse en cines en Gran Bretaña hasta después de la muerte de Stanley Kubrick, en 1999.


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