La ladrona de libros

La ladrona de libros Resumen y Análisis Prólogo

Resumen

La Muerte se presenta como la narradora de la novela y describe su trabajo: después de que alguien muere, ella se lleva el alma del cuerpo. La Muerte se describe a sí misma como justa y compasiva, y dice que se lleva a las almas con la mayor delicadeza posible. Explica que son los sobrevivientes –aquellos que se quedan junto a los muertos– quienes más le afectan. Por eso, ella suele fijarse deliberadamente en los colores, especialmente los del cielo –en contraposición a los cuerpos y las personas–, como una forma de distraerse de los sobrevivientes. Su color favorito es el color cielo chocolate, un matiz que los humanos no suelen percibir.

La Muerte introduce en su relato la historia de una “perpetua sobreviviente”, que luego será identificada como Liesel Meminger, y revela los tres episodios en los que le tocó interactuar con ella.

El primero de esos acontecimientos se dio al lado de la línea del ferrocarril, a donde la Muerte acudió en busca del alma de un niño pequeño. Ella asocia la escena con el color blanco cegador de la nieve, y pinta una pequeña escena de dos guardias, una madre, su hija y un cadáver en el suelo junto a un tren detenido. Los guardias discutían sobre qué hacer con el cadáver. La Muerte explica que entonces cometió un error y se permitió interesarse por la niña. Ella, aludida como “la ladrona de libros”, observaba con lágrimas congeladas cómo la Muerte se llevaba el alma del niño muerto.

La siguiente vez que la Muerte vio a la ladrona de libros fue años después, cuando un piloto se estrelló con su avión. La Muerte asocia esta escena con el color negro. Entonces llegó primero a la escena un niño con una caja de herramientas y, a continuación, Liesel, la ladrona de libros. Aunque habían pasado años, la Muerte la reconoció de inmediato. El chico tomó un oso de peluche de su caja de herramientas y lo apoyó en el pecho del piloto, y pronto llegó una multitud. La cara del piloto parecía sonreír, lo cual le pareció una broma pesada. La Muerte se llevó el alma del piloto y vio un eclipse momentáneo, tal como le había ocurrido ya tantas veces mientras hacía su trabajo.

La última vez que la vio, una ciudad alemana había sido bombardeada. La Muerte recuerda esta escena asociada al color rojo; describe los cuerpos amontonados y pegados a la calle y se pregunta si fue el destino o la desgracia que los pegó allí. Pero responde enseguida, sardónicamente, que no hay que ser estúpidos, pues probablemente tuvo más que ver con las bombas arrojadas por los propios humanos. En esa oportunidad, la Muerte vio a la ladrona de libros arrodillada entre los escombros, aferrada a un libro, y quiso consolarla, pero sabía que eso no estaba permitido. En su lugar, la Muerte la siguió; ella dejó caer su libro y la Muerte lo recogió más tarde en un camión de basura, y lo guardó por muchos años.

La muerte explica que estos tres colores –rojo, blanco y negro– son los que más resuenan en sus recuerdos de Liesel, y los dibuja en la página como una raya roja, un círculo blanco y una esvástica negra. Estos son los colores y símbolos de la bandera nazi.

Finalmente, la Muerte explica que conserva una pequeña colección de historias de perpetuos sobrevivientes, como la de Liesel, y que cada una es un intento de demostrarse que la existencia humana merece la pena.

Análisis

Desde el prólogo, la Muerte se presenta como la narradora de la novela. Se trata de un narrador omnisciente y, por cierto, poco convencional. Con ella, la novela sugiere de inmediato que la historia mezclará elementos fantásticos con hechos históricos. Contrariamente al estereotipo lúgubre o siniestro, la Muerte se presenta como sensible al color y a la luz, y bastante incómoda con su desafortunado trabajo. Exhibe sentimientos por las almas que recoge y empatía con los humanos que deja atrás. En particular, Liesel le ha causado tal impresión que recuerda exactamente las tres veces en que la vio.

Aunque la Muerte se presenta como un narrador singular, casi humano, es omnisciente y observa todo, lo que le permitirá describir escenas y emociones que no conoceríamos con un narrador testigo. A la vez, la Muerte asume una personalidad y un punto de vista singular; su omnisciencia no le impedirá introducir con insistencia valoraciones y expresiones subjetivas respecto de aquello que narra. Transmitirá los dramáticos acontecimientos de la vida de Liesel Meminger introduciendo en muchas ocasiones análisis y opiniones propias. A la vez, la Muerte se dirige directamente al lector, optando por la segunda persona. Lo interpela dirigiéndose directamente a él (“¿Sabes?”, 17) o lo implica a través de pronombres de segunda persona (“Te contaré una historia. Te mostraré algo.”, 20). De hecho, el prólogo concluye con una invitación de la Muerte al lector a adentrarse a la novela, que narrará la historia de Liesel: “Si te apetece, ven conmigo. Te contaré una historia…” (20).

Al anticipar al lector las veces que vio a Liesel, la Muerte prefigura los acontecimientos clave de la novela que se desarrollarán más adelante y presagia la estructura de la narración. El primer episodio, que acontece en las vías del ferrocarril, será descrito en la primera parte. El segundo episodio, “el eclipse”, será descrito en la parte nueve. Aunque no se explica aquí, sabremos luego que el piloto muerto es un estadounidense que acaba de participar en un ataque aéreo; el chico de las herramientas es Rudy; él, Liesel y el resto de la multitud acaban de salir de los refugios antibombas. El tercer episodio se desarrollará en la parte décima.

Así, en el prólogo, la Muerte esboza la historia antes de empezar a contarla. Esta prefiguración será un procedimiento muy habitual en la novela, lo cual genera una expectativa particular en el lector, ya que se pregunta, no por lo que ocurrirá, sino por cómo la escena llegará a esa conclusión prefigurada.

Por otro lado, desde el prólogo se hace evidente que el tema de los colores será muy importante en la novela. La narradora enuncia los tres colores que marcan las escenas en que se encuentra con Liesel. Asimismo, representa esas escenas con dibujos: una raya roja, un círculo blanco y una esvástica negra. Estos son los colores y el símbolo de la bandera nazi. Iremos viendo que la implicancia de estos colores es que el nazismo es responsable de las muertes en estos tres episodios.

La Muerte advierte al lector que ella no es una entidad violenta o malévola, sino que es el resultado y el fin del proceso biológico de todo ser vivo. Sin embargo, en el marco de esta novela, se hace evidente que la Muerte existe como resultado de las acciones de la humanidad, y que ella tiene mucho trabajo justamente porque los hombres matan a otros hombres. La capacidad de los hombres para hacer el mal, junto con la capacidad de los hombres para hacer el bien, será un tema central de La ladrona de libros. La Muerte se mostrará fascinada y en conflicto con estos extremos. Mientras que Hitler y Stalin representarán un extremo, Liesel y Hans Hubermann representarán el otro. La novela invita así al lector a considerar el valor de la humanidad. En suma, la Muerte anticipa que esas historias que ella ha conservado (como la de Liesel) son "un intento, un extraordinario intento de demostrarme que vosotros, y la existencia humana, valéis la pena" (20).