Hojas de hierba

Hojas de hierba Citas y Análisis

Esto no es un libro. Quien lo toca está tocando a un hombre.

A ti, quienquiera que seas, he impregnado con mi aliento

esta hoja para hacerla crecer, oprimiéndola un instante

entre mis manos vivas (...)

Me ofrezco a ti, en todo y para todo, me ofrezco a mí mismo,

prometiendo no dejarte jamás,

de lo que doy fe firmando con mi nombre

El yo poético de Walt Whitman, "Dedicatorias", p. 11.

Con estos versos da inicio Walt Whitman a Hojas de hierba. En ellos, propone al lector acercarse a su obra como quien se acerca a un hombre, puesto que en estas páginas el poeta ha dejado todo su aliento. Como se comprobará a lo largo de toda su obra, el estilo libre de Whitman interpela directamente al lector y traspasa las convenciones poéticas tradicionales que imperaban a mediados del siglo XIX. Este pasaje ya es un claro ejemplo de ello.

¡Tierras roturadas, productoras de alimentos!

¡Tierras del carbón y del hierro! ¡Tierras del oro! ¡Tierras del algodón, el azúcar y el arroz!

¡Tierras del trigo, de los novillos, de los cerdos! ¡Tierras de las lanas y del cáñamo! ¡Tierras de las pomas y de las viñas!

(...)

¡Tierras del Chesapeacke al este! ¡Tierras del Delaware!

¡Tierras de Ontario, Erie, Huron, Michigan!...

El yo poético de Walt Whitman, "Venido de Paunamok", p. 34.

En este pasaje, Whitman realiza un elogio de los Estados Unidos y sus fértiles tierras. El amor por la tierra se plasma en todos sus poemas, y está acompañado de la idea de una nueva democracia en la que se desarrollará un superhombre: un hombre en comunión con todo el entorno por medio del amor que le profesa a toda la creación. En estos pasajes, Estados Unidos es contemplado como el Nuevo Mundo: una tierra prometida para la emancipación del ser humano.

Me celebro y me canto,

y de aquello que me apropie te debes apropiar,

pues cada átomo que me pertenece también será tuyo.

El yo poético de Walt Whitman, "Canto a mí mismo", p. 43.

Estos versos corresponden al inicio de "Canto a mí mismo" y en ellos se explicita el tema principal del poema más famoso de Walt Whitman: la construcción de un yo que parte desde lo individual y se propone como una totalidad que abarca toda la creación. Whitman se posiciona como un individuo que participa de un alma trascendental que es el alma de todo el universo. Desde esta mirada, el autor convierte su experiencia individual en la de todos los hombres de todas las épocas.

Creo que la hoja de hierba no es menos que la senda que recorren las estrellas,

que la hormiga es perfecta como el grano de arena o el huevo del zorzal,

que la rana es una digna obra maestra,

que un salón del cielo se podría adornar con enredaderas,

que la articulación más insignificante de mi mano supera a cualquier mecanismo...

El yo poético de Walt Whitman, "Canto a mí mismo", p. 78.

En estos versos, Whitman equipara el microcosmos a un macrocosmos, igualándolos en importancia. Para el poeta, tanto vale una hormiga como una rana o un hombre. Todo en el orden universal tiene su justa proporción y su significado, y nada es más o menos importante. Así, el yo poético de Whitman se desarrolla como una conciencia igualadora de todos los elementos de la creación.

Soy el esclavo perseguido, los colmillos del perro me obligan a retroceder,

el infierno y la desesperación se cierne sobre mí, se suceden sin tregua disparos y disparos,

me sujeto a la cerca, gotea la sangre de mis heridas y se mezcla con el sudor,

caigo sobre los matorrales y sobre las piedras,

los jinetes espolean a sus cabalgaduras, el círculo se cierra en torno a mí,

ya vienen, me llenan de insultos y los latigazos laceran mi espalda...

El yo poético de Walt Whitman, "Canto a mí mismo", p. 86.

En este pasaje cargado de sufrimiento y desesperación, el yo poético de Walt Whitman se identifica con las penurias de un esclavo perseguido por sus amos. Tal como él mismo lo expresa, el poeta no escapa a la maldad y la perversidad que forman parte del todo universal, sino que las acepta y las incluye en su canto. Así, Whitman demuestra que la tierra que tanto ama no está exenta de problemáticas y de maldad.

Durante largo tiempo te has dejado arrastrar tímidamente por el curso del río aferrado a un madero,

ahora quiero que seas un nadador osado,

que te arrojes al mar, que resurjas, que me hagas señales, que me grites mientras el agua cae en tus cabellos.

El yo poético de Walt Whitman, "Canto a mí mismo", p. 107.

En estos versos, Whitman recurre a una metáfora para hablarle a su lector y correrlo del lugar de actor social pasivo que acepta las cosas tal como son: la vida es ese río por el que el ser humano se deja arrastrar sin cuestionarse demasiado a dónde lo están llevando. Contra esa actitud Whitman se rebela y recomienda al hombre abandonar el madero, es decir, sus convicciones, sus conocimientos heredados y todas las instituciones sociales que estructuran su vida, y arrojarse plenamente a la existencia sin preocuparse, ya que el poeta estará allí para guiarlo.

¿No lo ven, hermanos y hermanas míos?

No es el caos, ni la muerte... es la forma, es la unión, es el orden...

Es la vida eterna... ¡Es la felicidad!

El yo poético de Walt Whitman, "Canto a mí mismo", p. 112.

Este pasaje es clave para comprender la posición filosófica de Whitman y su proyecto poético. Sus cantos buscan igualar todos los elementos de la creación y rescatarlos del paso del tiempo y de la concepción cronológica de la historia. Dicho de otra forma, su poesía es una búsqueda de unión entre todos los hombres, un canto al orden universal de la creación en el que encuentra un justo equilibrio. En ese equilibrio, la muerte no es más que una ilusión, puesto que a la vida le sucede la vida, generación tras generación. Eso es lo que Whitman comprende al observar el mundo natural.

Pero estas hojas, observadlas con atención y leedlas con riesgo,

porque ni a estas hojas ni a mí nos comprenderás,

ellas os eludirán al principio y aplacarán mucho más tarde,

yo, seguramente os rehuiré,

en el preciso instante en que creas incuestionablemente haberme atrapado.

El yo poético de Walt Whitman, "Quienquiera que seas", p. 137.

Whitman sabe que sus poemas son adelantados y originales para su época, y que no todos los hombres los podrán comprender e interpretar correctamente. Por eso, se adelanta a las críticas y expresa esta posibilidad en varias ocasiones. En este poema, perteneciente a "Cálamo", Whitman deja en claro que no espera ser comprendido por todo el mundo, por lo que pide a sus lectores especial atención.

Quizás las cosas que yo percibo, los animales, plantas, hombres, montañas, las lucientes y floridas aguas,

los cielos del día y de la noche, colores, densidades, formas, quizás estas cosas (lo son, sin duda) no sean más que simples apariencias, y lo real esté aún por ser conocido,

(¡con cuánta frecuencia pienso que ellas, como dados, huyen confundiéndose y burlándose de mí!

¡con cuanta frecuencia pienso que nada conozco, que ningún hombre conoce nada de ellas!).

El yo poético de Walt Whitman, "Con la terrible duda de las apariencias", pp. 140-141.

En este poema, Walt Whitman pone en duda sus propios conocimientos y todo lo aprendido a través de los sentidos. Haciéndose eco de doctrinas orientales como el budismo zen, Whitman considera que la realidad sensible puede ser un engaño, un juego de apariencias que confunde y aprisiona al ser humano. Luego, Whitman acepta la posibilidad de que en el futuro le demuestren que no se trata más que de apariencias, aunque también acepta que él está satisfecho con la realidad y no se preocupa por cuestiones metafísicas.

Sé que se me ha acusado de intentar destruir las instituciones,

pero realmente, yo no estoy a favor ni en contra de las instituciones,

(...)

Solo quiero establecer en el Manhattan y en cada ciudad de los Estados Unidos, en el interior como en las costas,

(...)

fuera de las enseñanzas, o preceptos, o probidades, o cualquier otra argumentación,

la institución del dilecto amor de los camaradas.

El yo poético de Walt Whitman, "Se que se me ha acusado", p. 149.

Con este poema, Whitman responde a las acusaciones recibidas durante años que lo calificaban de homosexual, una condición que para la época era considerada una enfermedad y una perversión del espíritu. Contra estas acusaciones, Whitman se defiende colocándose por fuera de todas las instituciones morales imperantes y declarando el amor libre entre pares, una forma de concebir el amor que recién en el siglo XXI está cobrando popularidad en algunas partes del mundo. Así, queda claro nuevamente que Whitman era un adelantado para su época.