El viejo y el mar

Significado literario y crítica

El viejo y el mar sirvió para revitalizar la reputación literaria de Hemingway y provocó una revisión de toda su obra. La novela fue recibida inicialmente con mucha popularidad; devolvió a muchos lectores la confianza en la capacidad de Hemingway como autor. Su editor, Scribner's, en una de las primeras sobrecubiertas, calificó la novela de "nuevo clásico", y muchos críticos la compararon favorablemente con obras como el relato corto de William Faulkner de 1942 The Bear y la novela de Herman Melville de 1851 Moby-Dick.

Varios críticos señalan que Santiago procede de las Islas Canarias, y que sus orígenes españoles influyen en la novela.[4]​[5]​[6]​ "Santiago es un español que vive en Cuba", comenta Jeffrey Herlihy, y su "yo español es un factor ausente pero siempre presente en la novela. "[7]​ Tras emigrar a Cuba a los 20 años, ha adoptado la vestimenta y las preferencias alimentarias cubanas, y "habla dos dialectos de la lengua española. "[8]​ Todas las noches Santiago sueña con España, y esta "reminiscencia nostálgica -que es para las Islas Canarias, no para Cuba- evidencia las influencias resonantes de su identidad española/canaria, destacando la experiencia migratoria del anciano como fundamento oculto de la novela"[4]​ Su biografía tiene muchas similitudes con la de Gregorio Fuentes, el primer compañero de Hemingway.[4]​

Ernest Hemingway y Henry ("Mike") Strater con las 500 libras restantes de un pez vela o marlin estimado en 1000 libras que fue medio devorado por los tiburones antes de que pudiera ser desembarcado en las Bahamas en 1935. Véase Pilar para conocer los detalles de este episodio.

Gregorio Fuentes, que muchos críticos creen que fue una inspiración para Santiago, era un hombre de ojos azules nacido en Lanzarote en las Islas Canarias. Tras hacerse a la mar a los diez años en barcos que hacían escala en puertos africanos, emigró definitivamente a Cuba cuando tenía 22 años. Tras 82 años en Cuba, Fuentes intentó reclamar su nacionalidad española en 2001.[9]​ Los críticos han señalado que Santiago también tenía al menos 22 años cuando emigró de España a Cuba, y por lo tanto la edad suficiente para ser considerado un inmigrante -y un extranjero- en Cuba.[4]​[10]​

Al principio, Hemingway planeó utilizar la historia de Santiago, que se convirtió en El viejo y el mar, como parte de una intimidad entre madre e hijo. Las relaciones en el libro se relacionan con la Biblia, a la que se refería como "El libro del mar". Algunos aspectos de la obra aparecen en el libro póstumo Islas en la corriente (1970). Hemingway menciona la experiencia real de un viejo pescador casi idéntica a la de Santiago y su aguja en 'En el agua azul: Una carta de la corriente del Golfo (Esquire, abril de 1936).[11]​[12]​

El ensayo de Joseph Waldmeir de 1957 "Confiteor Hominem: Ernest Hemingway's Religion of Man" es una lectura crítica favorable de la novela, que ha definido las consideraciones analíticas desde entonces. Quizás la afirmación más memorable es la respuesta de Waldmeir a la pregunta: ¿Cuál es el mensaje del libro?

La respuesta supone un tercer nivel en el que El viejo y el mar debe leerse: como una especie de comentario alegórico sobre toda su obra anterior, mediante el cual puede establecerse que las connotaciones religiosas de El viejo y el mar no son peculiares de ese libro entre las obras de Hemingway, y que Hemingway ha dado finalmente el paso decisivo para elevar lo que podría llamarse su filosofía de la virilidad al nivel de una religión.[13]​

Waldmeir consideró la función de la imaginería cristiana de la novela, más notablemente a través de la referencia de Hemingway a la crucifixión de Cristo tras el avistamiento de los tiburones por parte de Santiago que dice:

"Ay', dijo en voz alta. No hay traducción para esta palabra y tal vez sea sólo un ruido como el que podría hacer un hombre, involuntariamente, al sentir que el clavo atraviesa sus manos y se clava en la madera.[14]​

Uno de los críticos más directos de El viejo y el mar es Robert P. Weeks. Su obra de 1962 "Fakery in The Old Man and the Sea" presenta su argumento de que la novela es una divergencia débil e inesperada del Hemingway típico y realista (refiriéndose al resto de la obra de Hemingway como "glorias anteriores").[15]​ Al yuxtaponer esta novela con las obras anteriores de Hemingway, Weeks sostiene:

La diferencia, sin embargo, en la eficacia con la que Hemingway emplea este recurso característico en su mejor obra y en El viejo y el mar es esclarecedora. La obra de ficción en la que Hemingway dedicó más atención a los objetos naturales, El viejo y el mar, está reconstruida con una cantidad extraordinaria de falsedad, extraordinaria porque uno esperaría no encontrar ninguna inexactitud, ninguna romantización de los objetos naturales en un escritor que detestaba a W. H. Hudson, que no podía leer a Thoreau, que deploraba la retórica de Melville en Moby Dick, y que él mismo fue criticado por otros escritores, especialmente Faulkner, por su devoción a los hechos y su falta de voluntad para "inventar".'[15]​


This content is from Wikipedia. GradeSaver is providing this content as a courtesy until we can offer a professionally written study guide by one of our staff editors. We do not consider this content professional or citable. Please use your discretion when relying on it.