Cuentos de la Alhambra

Cuentos de la Alhambra Temas

La función de la Historia

Cuentos de la Alhambra puede dividirse en cuatro tipos de textos: los relatos de viaje, los relatos históricos, las leyendas y los relatos ensayísticos en los que una parte de su experiencia de viaje inspira alguna reflexión sobre la cultura y la esencia española.

En los relatos históricos, Irving se propone contar parte de la historia asociada a la Alhambra. A medida que narra hechos históricos, Irving no solo expresa indirectamente su concepto de la historia, sino que también incluye comentarios explícitos sobre el tema. Por ejemplo, frente a las leyendas que se han instalado sobre la figura del último rey de Granada, Irving desea reivindicar su figura haciendo un relato preciso y riguroso de los hechos. En ese contexto comenta lo siguiente: "Confieso que me parece ver algo casi criminal en la vil perversión de esta obra: a la ficción romántica se le debe consentir un amplio margen, pero hay límites que no debe traspasar; y los nombres de los famosos, que pertenecen a la historia, deben estar tan a salvo de calumnia como los de las personas ilustres aún vivas" (p.255). La ficción histórica puede ser abarcativa y no tiene por qué ceñirse únicamente al hecho histórico, pero sí debe ser precisa y no puede tergiversar las figuras del pasado.

En este sentido, Irving probablemente sigue la misma visión que su amigo Walter Scott que consideraba que la historia servía para explorar en la identidad nacional y la esencia de un pueblo, y por eso iba más allá de los meros hechos puntuales. Tal vez por eso, Irving luego narra una historia extensa que retoma algunas generaciones anteriores a Boabdil para intentar explicar el complejo entramado de poder que debilitó el reino musulmán en la Península.

Otras veces, Irving narra un hecho histórico puntual, pero se toma la licencia de mencionar las creencias populares que torna a las figuras históricas en material de leyenda. Por ejemplo, cuando se centra en el rey Alhamar, fundador de la Alhambra, cuenta algunos aspectos históricos relevantes como su tributo al rey de Castilla, pero también menciona que se decía de él que era un iniciado en el arte de la alquimia porque, a pesar de la obra que encaró, sus arcas siempre estaban llenas. En definitiva, al tener la ficción histórica "un amplio margen" (p.255), uno de sus propósitos es entretener.

La imaginación

La obra de Irving incluye algunos aspectos que la vinculan a una literatura más bien clásica, pero otros elementos son definitivamente rasgos del romanticismo. La imaginación cobra especial importancia en este viaje en el que la fortaleza en sí está abandonada y bastante ruinosa, poblada por personas consideradas indeseables en la sociedad, pero son el perfecto disparador para recrear el esplendor del pasado. A pesar de dar rienda suelta a la imaginación, Irving muchas veces censura esos momentos en los que la imaginación se deja llevar a tal punto que deja que impere lo emocional e irracional. Por ejemplo, cuando elige mudarse a las habitaciones misteriosas que habían sido preparadas para Felipe V, pasa una noche de arrebatos emocionales atados a los sonidos y el espacio sugestivos. De todas maneras, Irving retorna a un equilibrio cuando descubre que hay explicaciones racionales para todo aquello que imaginó.

Algo parecido sucede en el capítulo "El balcón" en el que Irving se deja llevar por la imaginación a partir de lo que ve desde lo alto del palacio. La trama que imagina y que seguramente es el germen de una buena historia con los clichés del romanticismo e incluso algún elemento gótico es rápidamente anulado por la razón cuando Mateo Ximenes le cuenta la verdadera historia detrás de la monja que está tomando sus votos y que Irving espía desde el balcón.

Es decir que el tema de la imaginación tiene un costado romántico, pero que parece temperado por un racionalismo más propio del neoclasicismo.

El choque de culturas

Uno de los temas centrales de la obra de Irving es lo que él llama la 'irreconciliable' relación entre el pueblo musulmán y el cristiano. Irving muestra su parcialidad por los musulmanes porque admira cuán elevada era su cultura, ciencia, arte y refinamiento. Por contraste, los españoles que convivieron por siglos con los musulmanes eran visigodos y su cultura era más ruda y áspera. Esa valoración no es consistente ni constante en toda la obra, ya que en otras ocasiones insiste en la superioridad de los cristianos por sobre los moros. Por ejemplo, este es el caso de "Leyenda de las tres bellas princesas" donde lo cristiano se posiciona como lo deseable y virtuoso.

En el constante enfrentamiento entre estas dos culturas, los reinos musulmanes se ven obligados a vivir una contradicción interna que se refleja en la arquitectura de la Alhambra: la fortaleza tosca hacia afuera y la belleza y delicadeza de los palacios en su interior. Asimismo, la cultura musulmana era de un refinamiento espectacular, pero siempre debió mantener firme su carácter guerrero que se proyectaba hacia fuera para hacer frente al enemigo.

El honor y el heroismo

Irving admira los valores de los caballeros indistintamente si se trata de moros o cristianos. En esta colección nos encontramos con caballeros de ambas religiones retratados por Irving para mostrar sus virtudes. En contraste con lo que sucedía con el neoclasicismo, en el romanticismo se revaloriza lo medieval, en parte porque ciertos personajes tipo como el caballero representan la exacerbación de sentimientos como el amor y el orgullo.

Los gestos caballerescos como enterrar con todos los honores al enemigo o tratar a un prisionero como si fuera un invitado de honor, resultan atractivos en su afectación a la sensibilidad romántica.

Asimismo, en el caso de Cuentos de la Alhambra, la representación de los caballeros moros y cristianos le permite a Irving analizar la identidad nacional de España, uno de los propósitos que se plantea al crear una suerte de guía turística de España sobre la base de su viaje. Irving considera que los años de guerra entre los reinos musulmanes y los godos influyen sobre las costumbres que él observa en el siglo XIX y que mantienen vivos los ideales del caballero.

El orientalismo

El orientalismo romántico es el gusto de los europeos por geografías y culturas de Oriente que representan la alteridad radical. El exotismo de un lugar considerado ajeno le permite al escritor romántico volcar toda su imaginación para construir una idea subjetiva de ese 'otro'.

Con las primeras traducciones de Las mil y una noches a principios del siglo XVIII, los escritores occidentales empiezan a escribir textos inspirados en los cuentos de esa colección. El libro sobre Sherezade y el poder de las historias fue tan popular que generó un nuevo tipo de cuento en el que la acción se desarrolla en un lugar exótico y cuya trama estaba repleta de hechos sobrenaturales, personajes y lugares extravagantes, emociones exacerbadas y una ambientación donde todos los sentidos estaban estimulados por el lujo y la exuberancia de los espacios.

En estas geografías exóticas, el escritor romántico se enfrenta a lo desconocido y al 'otro'. En su afán por escapar a la preponderancia de la razón, el romántico ve en el 'otro' la oportunidad de enfrentarse a algo que desafía su idea de norma y realidad. Ahora bien, ese 'otro' se define en este caso como todo aquello que no es occidental.

España es vista por otros escritores de Europa como una cultura que no pertenece a Occidente. En "El viaje", por ejemplo, Irving busca desengañar a sus lectores que creen que España se parece a Italia cuando, en realidad, España comparte "el carácter salvaje y solitario de África" (p.134). También dice: "...el país, sus costumbres y la apariencia de sus habitantes tienen algo del carácter árabe" (p.135). El sur de España, por la presencia musulmana durante siglos, se presta bien a esta mirada, pero en Cuentos de la Alhambra, Irving habla de la esencia de toda España como ajena a Europa y no lo circunscribe al sur.

El orientalismo muchas veces se asocia con una mirada colonialista e implica una valoración peyorativa o degradada que sirve a un programa de expansión. Vemos ejemplos de esta mirada peyorativa en Cuentos de la Alhambra cuando Irving dice, por ejemplo, que lo que ve en su viaje "es de un pintoresquismo primitivo" (p.157) o utiliza otro procedimiento muy común en el imperialismo: referirse a la tierra que recorre como un desierto: "un paisaje muy pintoresco pero solitario" (p.149) y , refiriéndose a los campos, "en vano se busca la mano que los trabajo" (p.134). Otro ejemplo del capítulo "Un paseo por las colinas": "tal vez es la naturaleza de España, salvaje y austera en cuanto no se cultiva; el desierto y el jardín siempre conviviendo" (p.354).

Edward Said, crítico literario cuyo foco es precisamente el orientalismo, habla de “ficciones del viaje” para referirse a la capacidad de narraciones como la de Irving de construir representaciones culturales y dejar entrever una “actitud textual” en donde esas representaciones se convierten en arquetipos para los espacios geográficos representados. De este modo, las guías de viaje, como Cuentos de la Alhambra, allanan el camino de entrada a esa alteridad exótica y desconocida.

En el capítulo "Idealismo español" Irving incluye esta valoración:

En efecto, España, aún en los tiempos actuales, es un país aparte, diferenciado del resto de Europa por su historia, sus costumbres, maneras y modos de pensar. Es un país romántico, pero su espíritu no tiene nada que ver con el sentimentalismo del moderno romanticismo europeo; provienen principalmente de las brillantes regiones del este y de la altruista escuela de los caballeros sarracenos. (p.487)

En la cita queda claro que gran parte del atractivo del país es su exotismo.

La identidad nacional

Este tema está relacionado con otros que hemos analizado anteriormente como el orientalismo y la función de la historia. Son los intelectuales del romanticismo quienes crean una imagen de nación como proyección idealizada de una serie de rasgos particulares. Al promulgar estereotipos, el concepto de nación afianza un sentido de identificación del pueblo con particularidades marcadas y consideradas propias.

Hay elementos que los románticos consideran hacen al espíritu nacional: el idioma, la geografía, la historia, los héroes, la tradición oral. En su exploración de lo que significa ser español, Irving incluye, por ejemplo, muchísimos vocablos directamente en español y los traduce u ofrece explicaciones sobre su significado. En su afán por conocer España, Irving no se olvida de la dimensión lingüística que hace al pueblo. En cuanto a la geografía, es típicamente romántico considerar que el espacio físico determina la forma de ser de un pueblo. Irving expresa esta noción explícitamente: "La Naturaleza parece haber preparado razas de hombres, como lo ha hecho con los animales, para determinados trabajos" (p.363).

Además de la naturaleza, la historia hace a España, según Irving, un país aparte del resto de Europa. Es determinante para el autor que en España hayan convivido dos culturas tan distintas. Hacia el final de la colección incluye esta reflexión: "razas opuestas se mezclaron con frecuencia en actividades pacíficas, y si en algo rivalizaban era en hechos de la más alta cortesía y nobleza, lo que distingue auténticos caballeros" (p.488).

En su guía de turismo de la Alhambra, Irving le acerca a su público lector no solo una descripción del lugar, sino que intenta retratar la esencia de la identidad española y para ello recurre a lo que los románticos consideraban la mejor fuente: la tradición literaria popular. El autor considera que mantener vivos estos relatos refuerza los rasgos nacionales:

Los anales de la época rebosan de ejemplos claros de la más refinada cortesía, romántica generosidad, elevado desinterés y puntilloso honor cuya lectura reconforta el corazón. Estos casos han proporcionado temas para obras de teatro y poemas nacionales o se han cantado en popularísimos romances que son como el aliento vital del pueblo, y de esta manera han continuado ejerciendo su influencia en el carácter de la nación. (p.488)

Lo femenino y lo masculino

Hay varios modos en los que se puede analizar el tema de lo femenino y lo masculino en Cuentos de la Alhambra. Para vincular con los temas que hemos tratado anteriormente, nos vamos a centrar en lo masculino y femenino como metáforas e imágenes de lo nacional. Uno de los procedimientos para crear una imagen de identidad nacional es apelando a imágenes asociadas a lo masculino y a lo femenino para mostrar la fortaleza o debilidad de una nación. En Cuentos de la Alhambra, Irving utiliza este procedimiento cuando habla de los héroes y guerreros moros para destacar la gloria nacional y de lo femenino como la debilidad o vulnerabilidad del reino. A lo largo de la obra, Irving ocupa mucho espacio en la descripción de las actitudes caballerescas y la valentía cuando narra enfrentamiento entre moros y cristianos. Por el contrario, las mujeres suelen poner en riesgo el reino cuando, por ejemplo, son la causa de nuevos enfrentamientos, introducen la discordia o atraen al enemigo dentro del reino. En definitiva, las mujeres son también un espacio para ser conquistado. En el caso de "Leyenda de las tres bellas princesas", el rey encierra a sus hijas y el peligro surge cuando el enemigo, los príncipes cristianos, se enamoran de ellas. Las mujeres se convierten en este caso en la grieta por la que el enemigo se cuela en el reino y lo pone en riesgo. Además, la conquista de la mujer pone en cuestión el poder del rey para controlarlo todo, incluso el destino que los astrólogos revelan.

En el capítulo sobre el rey Boabdil, su madre le reprocha que se lamente por la pérdida del reino y dice esto: "Haces bien en llorar como mujer lo que no pudiste defender como hombre" (p.271). En los ojos de su madre, Boabdil no cumple con el rol masculino que consiste en defender el reino, por lo que el único rol que le queda es el de la mujer llora la pérdida.

En general, las mujeres en los cuentos y en los ensayos de la colección son relativamente pasivos y son objetos de deseo de los hombres. En unas pocas ocasiones, las mujeres son instrumento para alguna aspiración masculina. Por ejemplo, en el caso de Sanchica o en la "Leyenda del soldado encantado" las mujeres son necesarias para poder encontrar o liberar un tesoro, pero nunca son las que se benefician de él directamente ni lo hacen por su propia iniciativa.