Viento del pueblo

Viento del pueblo Citas y Análisis

Acércate a mi clamor,
pueblo de mi misma leche,
árbol que con tus raíces
encarcelado me tienes,
que aquí estoy yo para amarte
y estoy para defenderte
con la sangre y con la boca
como dos fusiles fieles.

Yo lírico, “Sentado sobre los muertos”, p. 7

En Viento del pueblo, el poeta es considerado un actor social que tiene diversas responsabilidades políticas: por un lado, es aquel que debe propagar y dar a conocer las injusticias que sufre el pueblo; por otro lado, tiene la función de concientizar a los oprimidos y arengarlos a luchar; además, debe celebrar el coraje y la entrega de los que luchan y han dado su vida en la batalla. Y, por supuesto, el poeta también debe luchar con las armas, no solo con la palabra.

En esta cita están condensadas varias de estas funciones. El poeta insta al pueblo a luchar cuando les pide que se unan a su clamor. Además, afirma que los defenderá con su boca, contará sus sufrimientos en sus versos. Por último, dice que luchará con su sangre, o sea que también batallará utilizando las armas.

¿No os avergüenza mirar
en tanto lugar de España
a tanta mujer serena
bajo tantas amenazas?

Yo lírico, “Los cobardes”, p. 13

Los cobardes, a quienes se dirige el yo lírico en esta cita, son hombres exclusivamente. Bajo la perspectiva patriarcal del yo lírico, la mujer no puede ser considerada cobarde porque en su esencia está el hecho de tener miedo. En realidad, una mujer serena es una extrañeza y, por ello, a los hombres cobardes les debería dar vergüenza que haya mujeres que están serenas mientras ellos tienen miedo.

Esta diferenciación de género, en la que el hombre se considera esencialmente valiente y adecuado para el combate, mientras que la mujer es considerada esencialmente cobarde e inadecuada para combatir, se mantiene a lo largo de todo el poemario.

Juventud que no se atreve
ni es sangre ni es juventud.

Yo lírico, “Llamo a la juventud”, p. 20

En Viento del pueblo, la juventud no solo refiere al colectivo de personas jóvenes, sino que también representa una actitud específica ante la injusticia y la opresión. Simboliza la rebeldía del pueblo contra el orden establecido. La juventud vive en cada uno de los oprimidos sin importar su edad: es su impulso contestatario, su deseo de revertir la injusticia y combatir a la tiranía. Aquel que no se atreve a luchar no es joven, aunque sea joven de edad. Por el contrario, aquel que lucha es joven sin importar cuántos años tiene.

Será la tierra un denso corazón desolado,
si vosotros, naciones, hombres, mundos,
con mi pueblo del todo
y vuestro pueblo encima del costado,
no quebráis los colmillos iracundos.

Yo lírico, “Recoged esta voz”, p. 23

Si bien no fue una guerra mundial, la Guerra civil española convocó personas y ejércitos de diferentes partes del mundo. Italia, Alemania y Portugal, países liderados por entonces por líderes de derecha, apoyaron a los franquistas. En apoyo de los republicanos se armaron las denominadas “Brigadas internacionales”, compuestas por comunistas, socialistas o anarquistas de diferentes países del mundo que decidieron apoyar a este bando por afinidad ideológica.

En la primera parte de “Recoged esta voz”, Hernández precisamente llama a los combatientes de otras naciones y, como vemos en la cita, llega a afirmar que si estos no colaboran con España la tierra entera se convertirá en un corazón desolado.

¿Dejaremos llevar cobardemente
riquezas que han forjado nuestros remos?
¿Campos que han humedecido nuestra frente
dejaremos?

Yo lírico, “Jornaleros”, p. 27

Viento del pueblo es una obra con una fuerte impronta comunista y anticapitalista. La principal diferencia entre comunismo y capitalismo se relaciona con la propiedad privada. En el capitalismo se defiende al derecho a la propiedad privada. Las tierras, entonces, no necesariamente son de aquellos que las trabajan sino de aquellos que las compraron. Por el contrario, la ideología comunista postula que cada uno es dueño del producto de su trabajo. Este es el postulado ideológico que aparece en los versos citados. Según Hernández, la tierra debe pertenecer a aquellos que la han trabajado, y no a los capitalistas. A lo largo de toda la obra, el autor utiliza este argumento para instar a los trabajadores a rebelarse contra los dueños de la tierra (a los que denomina “explotadores”) y luchar para obtener lo que les pertenece.

Una bota terrible de alemanes poblada
hunde su marca en el jazmín ligero,
pesa sobre el naranjo aleteante.

Yo lírico, “Visión de Sevilla”, p. 32

En “Visión de Sevilla”, Hernández hace especial alusión al rol de los alemanes. Como vemos en la cita, los acusa de ser quienes están destruyendo Sevilla. Esta acusación nace dentro del siguiente contexto histórico: el 27 de julio de 1936, apenas comenzada la Guerra civil española, llegó el primer pelotón de soldados alemanes para colaborar con el ejército falangista. Este se instaló en el aeródromo de Tablada, cerca de Sevilla. Como consecuencia, dicha ciudad fue una de las primeras urbes españolas que fueron atacadas y sitiadas por soldados alemanes. De este modo, el autor utiliza su voz, identificada aquí con el yo lírico, para denunciar la intrusión alemana en su patria.

Ante la aurora veo surgir las manos puras
de los trabajadores terrestres y marinos,
como una primavera de alegres dentaduras,
de dedos matutinos.
Endurecidamente pobladas de sudores,
retumbantes las venas desde las uñas rotas,
constelan los espacios de andamios y clamores,
relámpagos y gotas.

Yo lírico, “Las manos”, p. 36

En Viento del pueblo, las manos funcionan como símbolo de la fuerza de trabajo de los obreros. España es presentada por Hernández como una nación creada con las manos y el sudor de los campesinos y los proletarios. Las manos, además, son la herramienta con la que los obreros luchan en el campo de batalla. Por ende, también funcionan como símbolo del coraje y el vigor de los oprimidos.

Tal como se ve en la cita, las manos son como una suerte de entidad metafísica, como un dios capaz de constelar relámpagos.

No han mudado: no cantan. Sus dedos vagan roncos,
mudamente aletean, se ciernen, se propagan.
Ni tejieron la pana, ni mecieron los troncos,
y blandas de ocio vagan.

Empuñan crucifijos y acaparan tesoros
que a nadie corresponden sino a quien los labora,
y sus mudos crepúsculos absorben los sonoros
caudales de la aurora.

Yo lírico, “Las manos”, p. 37

En esta cita, el yo lírico describe las manos de los opresores. A diferencia de las manos de los obreros, estas carecen de alegría y destreza. Nunca han trabajado en ninguna labor, solo se han dedicado a empuñar crucifijos y acaparar tesoros. Al mencionar a los crucifijos, Hernández está criticando la importante colaboración de la Iglesia Católica con el ejército falangista.

Sobre el final de este poema, el yo lírico afirma que las manos de los obreros derrotarán a las manos de los opresores.

Por tu voz habla España la de las cordilleras,
la de los brazos pobres y explotados,
crecen los héroes llenos de palmeras
y mueren saludándote pilotos y soldados.

Yo lírico, “Pasionaria”, p. 50

El poema “Pasionaria” está dedicado a Dolores Ibárruri, una importante política española, miembro del Partido Comunista de España y diputada de la Segunda República.

Durante la Guerra civil española, Ibárruri se convirtió en una figura mítica. Sus discursos y arengas en favor de la causa republicana tenían una enorme llegada en el pueblo. Su discurso más famoso lo pronunció en la radio el 19 de julio de 1936. Ese día, Ibárruri exclamó la consigna “No pasarán”, que se convirtió en un lema fundamental de los republicanos.

Tal como vemos en la cita, Hernández destaca en “Pasionaria” la capacidad de Ibárruri para llegar al pueblo a través de la palabra.

Si no se pierde todo no se ha perdido nada.

Yo lírico, “Euzkadi”, p. 51

Con el paso de los poemas, el yo lírico va perdiendo la fe en la victoria republicana. Las arengas épicas que abundan en la primera mitad de Viento del pueblo de a poco van convirtiéndose en súplicas y enojos.

El verso citado pertenece al anteúltimo poema de la obra. Pese a que intenta ser esperanzador, el tono del yo lírico transmite pesimismo. Da a entender que los republicanos han perdido casi todo. En ese mismo poema, el yo lírico dice también: “Si fuera un grano lo que nos quedara, / España salvaremos con un grano” (p. 52). En definitiva, en este poema, Hernández le pide a su pueblo que no se dé por vencido aun estando vencido.