Las calles de Madrid a la mañana (imagen visual)
“Por las calles recién lavadas por la brigada municipal, relucientes los granitos trasladados desde la lejana Sierra y hechos trozos cuadrangulares por ejércitos de incansables canteros, colocados después mediante técnica difícil con ayuda de agua, arena y una barra de hierro (más tarde, llegada la decadencia del oficio, también con algo de cemento líquido en los intersticios), discurría una abundante turba de individuos de diversos oficios todos ellos mal vestidos y sólo algunos afeitados recientemente. Los trajes de los viandantes de colores indefinibles entre el violeta pálido, el marrón amarillento y el gris verdoso, aparecen en esta ciudad de tal modo desvaídos y lacios que no puede atribuirse su deslucido aspecto únicamente a la pobreza de los moradores —con su consecutiva, escasa y lenta renovación de guardarropa— sino también a los efectos purificadores de índole química de un aire especialmente rico en ozono y a los de índole física de una luminosidad poco frecuente, persistente durante un número de horas apenas soportable para individuos de raza no negra".
La descripción de las calles recién lavadas de Madrid por la brigada municipal evoca una imagen visual nítida y detallada. El autor utiliza un lenguaje descriptivo para pintar un cuadro de las calles relucientes con granitos trasladados desde la lejana Sierra. La meticulosidad en la descripción de los colores de los trajes de los viandantes revela la atención a los detalles y la atmósfera única de la ciudad. Además, la mención de la pobreza de los moradores y la lenta renovación de guardarropas agrega capas de contexto socioeconómico a la imagen, mientras que las referencias a la calidad del aire y la luminosidad contribuyen a la ambientación.
Borrachos al amanecer (imagen visual)
“En cuanto hubieron asomado sus cabezas levemente fuera de la náusea del coñac de orujo la necesidad de encaminarse hacia la próxima calle de San Marcos se hizo patente. Sus recios estómagos habían conseguido superar el golpe bajo y sin vómito alguno, sin temblor aparente de sus dedos, con un cierto color verdoso en los rostros pero sin haber medido el suelo, se encontraron sentados en el peluche rojo de un pequeño café de barras niqueladas donde un aparato automático de tocar discos empezaba una y otra vez la misma canción andaluza hecha de cante hondo degenerado y de rasguear de aguja vieja sobre la ebonita negra".
La escena de los borrachos al amanecer se presenta con una imagen visual marcada por la náusea del coñac de orujo y los efectos del exceso de alcohol. La descripción de los estómagos recios que superan el golpe bajo y la imagen de los rostros con un cierto color verdoso añaden detalles vívidos a la escena. La elección de un pequeño café con barras niqueladas y un aparato automático de tocar discos contribuye a la atmósfera decadente y despreocupada. La repetición de una canción andaluza en el aparato automático agrega un toque de monotonía y decadencia a la escena.
Espectáculo musical en un viejo slaón (imagen visual y olfativa)
“Antes de que el acto comenzara, esta multitud se disponía con un desorden browniano en los no muy lujosos acomodos de la sala y en los bullidores pasillos produciendo un murmullo perceptible en el que sólo a través de una ventana abierta al patio se deslizaba subrepticio algún acorde de corneta o solo de batería enérgicamente interpretado. Por lo que hace al olor, el que la esfera media poseía era una mezcla de diversos perfumes caros (algunos importados directamente de París a despecho de las dificultades de la balanza de pagos), lociones medicinales y crecepelos masculinos, abundante profusión de humo de tabaco rubio quemado y ciertos matices, apenas perceptibles pero inevitables, de sudor axilar y cuello de estudiante aficionado a la filosofía pero escasamente adicto al agua ya desde antes de la boga existencial".
La imagen visual del espectáculo musical en un viejo salón se caracteriza por la descripción detallada de la multitud y los acomodos de la sala. La mezcla de diversos perfumes caros, humo de tabaco, lociones medicinales y otros olores crea una experiencia sensorial rica y compleja. La referencia a la boga existencial y la descripción del olor a sudor contribuyen a la caracterización del ambiente y de los personajes presentes. La mención de la ventana abierta al patio que deja entrar algunos acordes de música agrega un elemento de anticipación y expectación.
Tertulia nocturna (imagen sonora)
“El transcurso de la noche intensificaba el peso de la intimidad. Las señales del avance del tiempo —un último ruido en la puerta de la cocina, el chasquido del interruptor de la luz del pasillo, el cierre por el representante de su aparato de radio cuyo runrún llegaba a través de las paredes— hacían más patente la soledad que iba rodeando a la tertulia".
La tertulia nocturna se caracteriza principalmente por una imagen sonora. El autor utiliza sonidos específicos, como el último ruido en la puerta de la cocina, el chasquido del interruptor de la luz y el runrún del aparato de radio, para marcar el transcurso de la noche. Estos sonidos se convierten en señales del avance del tiempo y contribuyen a la creación de una atmósfera íntima y solitaria. La mención de la soledad que rodea la tertulia agrega un matiz emocional, creando una sensación de aislamiento y reflexión a medida que la noche avanza.
