La obra no está estructurada en capítulos. Se compone de 63 párrafos-secuencias separados por un espacio sencillo en blanco sin numeración ni título. De esta forma, y frente a lo que sucede en la narrativa tradicional, el lector no tiene indicio alguno de lo que se va a narrar ni de quién lo hace hasta que no ha leído las primeras líneas de cada parte. Martín-Santos utiliza de manera alterna diversas técnicas narrativas principales:[6]
- El monólogo interior por el que "escuchamos" el hilo de pensamiento de uno o varios personajes -a veces sin solución de continuidad y sin más hilazón que la que puede existir en la mente del personaje-. Uno de los recursos más utilizados y que es una de las más claras influencias de Joyce.
- Las digresiones o reflexiones del narrador. Martín-Santos adopta el enfoque de narrador omnisciente para realizar críticas de todo tipo anexas a la propia narración de hechos. Así el autor reflexiona sobre temas tan variados como Goya, los toros, Cervantes, la revista o la magistral crítica a Madrid en una sola frase que comienza: "Hay ciudades tan descabaladas, tan..." y que tras más de una treintena de líneas termina "...que no tienen catedral."
- El perspectivismo narrativo, mediante el cual podemos contemplar los mismos hechos desde las perspectivas de los distintos personajes.
- La descripción irónica superlativa y grotesca: "soberbios alcázares de la miseria" = chabolas.