Poemas de Antonio Machado

Poemas de Antonio Machado Resumen y Análisis Poemas sobre España

Resumen

“Recuerdo infantil”

El yo lírico recuerda una tarde monótona de invierno en el colegio, en donde se lleva a cabo una clase acerca de Abel y Caín. Este poema se encuentra en el libro Soledades. Galerías. Otros poemas de 1907. Está dividido en cinco estrofas de cuatro versos cada una. La métrica de los versos es octosílaba y su rima es consonante.

“La plaza y los naranjos encendidos”

El yo lírico recuerda, como si la estuviera viendo, la plaza de su infancia con los naranjos, y el tumulto de los colegiales. Describe la alegría de ese pasado que aún persiste. Este poema se encuentra en el libro Soledades. Galerías. Otros poemas de 1907. Consta de tres estrofas. La primera es de dos versos, y las dos últimas, de cuatro versos. La métrica de los versos es endecasílaba. La rima de sus versos impares es asonante.

“¡Colinas plateadas…”

El yo lírico describe las colinas y los caminos de Soria, rodeados por el río Duero. Afirma que, desde su presente, siente tristeza y amor al pensar en esos paisajes, y que siempre van con él. Este poema se encuentra en el libro Campos de Castilla de 1912. Sus trece versos están reunidos en una sola estrofa. La métrica de los versos es irregular y no tiene rima.

“He vuelto a ver los álamos dorados”

El yo lírico afirma que ha vuelto a ver los álamos que se encuentran en la ribera del río Duero, tras las murallas de Soria. Los describe y aquí también, como en el poema anterior, afirma que estos van siempre con él. Este poema se encuentra en el libro Campos de Castilla de 1912. Consta de dos estrofas. La primera de seis versos, y la segunda de catorce versos. La métrica de los versos es irregular y no tiene rima.

“Caminos”

El yo lírico, tras las murallas viejas de la ciudad, contempla la tarde. Se siente solitario. Luego describe los diferentes caminos de Baeza y su naturaleza. Finalmente, se lamenta por no poder caminar más esos caminos junto a “ella”. Este poema se encuentra en el libro Campos de Castilla de 1912. Tiene seis estrofas. Las primeras tres, son de cuatro versos; mientras que las últimas tres son de seis versos. La métrica de los versos es irregular. Si bien varios de los versos tienen rima asonante, esta no se distribuye de manera simétrica durante el desarrollo del poema.

Análisis

Antonio Machado ha sido y es considerado como el poeta que ha sabido representar la esencia de España. El poeta que, con sus versos, ha sabido captar como ninguno los colores y las costumbres de su tierra. En este análisis intentaremos discernir cuáles son los elementos que aparecen en sus poemas dedicados a España, y que le valen esta consideración al autor.

En primer lugar debemos detenernos en el lenguaje utilizado por Machado. A diferencia de los otros poetas de la época (ya sea los Modernistas o sus coetáneos de la Generación del 98’), el lenguaje del poeta sevillano es sumamente simple. Esto genera que el sentido de sus versos sea, en primera instancia, cristalino. Si se profundiza en ellos, pueden encontrarse capas de sentido más complejas, pero estas no anulan el sentido que el lector no especializado encuentra en su primera lectura.

Por ejemplo, en el poema “Recuerdo infantil”, el yo lírico describe: “Con timbre sonoro y hueco/ truena el maestro, un anciano/ mal vestido, enjuto y seco/ que lleva un libro en la mano” (p. 6). La imagen planteada en esta estrofa se comprende sin ninguna dificultad. Por supuesto, su simpleza invita al lector a buscar qué hay más allá de este primer esbozo, qué puede estar sugiriendo la construcción de ese maestro enjuto como el representante del típico “maestro español”. Sin embargo, esta búsqueda no es un requisito para la comprensión del poema. La imagen del maestro ha sido construida con sencillez.

Compárense estos versos de Machado con los versos de otro poeta que fue fundamental tanto dentro del Modernismo como de la Generación del 98’, y que también le dedicó muchos poemas a España: Ramón Valle Inclán. En su poema “Ave”, del libro Aromas de leyenda, publicado en 1907 (solo un año antes de la publicación de Soledades… en donde se encuentra “Recuerdo infantil”), encontramos estos versos: “¡Oh, tierra de la fabla antigua, hija de Roma/ que tiene campesinos arrullos de paloma!/ El lago de mi alma, yo lo siento ondular/ como la seda verde de un naciente linar” (1913, p. 14).

La diferencia de complejidad entre los versos de Valle-Inclán y los versos de Machado es evidente. Ahora bien, ¿cuál es la consecuencia fundamental de este uso de un lenguaje simple? ¿Cómo se relaciona con la idea de que Machado es el poeta representativo de España? La simpleza del lenguaje utilizado por Machado ha sido fundamental para que el poeta sevillano se vuelva popular. La España de sus versos ha entrado en la cultura española inmediatamente gracias no solo a su calidad, sino también a no tener que atravesar el filtro de la interpretación (como sí sucedió con poetas de gran talento, que también cantan a España, como el citado Valle-Inclán o Juan Ramón Jiménez).

Otra característica particular de los poemas machadianos acerca de España es la construcción de imágenes fijas. La poesía de Machado construye distintas representaciones de su tierra natal como si fueran cuadros. El yo lírico, desde una posición estática, observa o recuerda determinado paisaje o situación y lo describe en profundidad. Siempre en total quietud. Tanto la Sevilla de su infancia, como luego Soria, Baeza o Madrid, han sido inmortalizadas a través de poemas que exaltan sus características particulares, y las detienen en el tiempo. Los paisajes o las costumbres españolas, en los versos de Machado, no están sometidas a los cambios. Son de un solo modo. Eternas y únicas. Esto, por supuesto, ha favorecido la consolidación de la poesía de Machado en el imaginario popular como la que describe España de la manera más fidedigna.

“Recuerdo infantil”, por ejemplo, se propone fijar un cuadro costumbrista de España. Los alumnos están aprendiendo la lección mientras llueve, en una tarde monótona. El yo lírico construye su recuerdo de manera circular, comenzando y terminando con los mismos cuatro versos: “Una tarde parda y fría/ de invierno. Los colegiales/ estudian. Monotonía/ de lluvia tras los cristales” (p. 6). Así busca el efecto de que la imagen llegue al lector como algo que no deja de suceder, que se repite infinitamente, que representa, por lo tanto, de manera definitiva la situación de ir a clases. No solo es un poema, es un cuadro, una imagen fija.

Lo mismo sucede con los poemas dedicados a los paisajes. En “¡Colinas plateadas…”, el yo lírico describe el entorno natural que rodea a Soria; y en “He vuelto a ver los álamos dorados”, describe, precisamente, los álamos que están en la ribera del Duero. Ambos poemas se concentran casi únicamente en la descripción del paisaje, en la fijación precisa, detallista de las imágenes (tan detallista que, por momentos, pareciera estar diagramando un mapa): “¡Colinas plateadas/ grises alcores, cárdenas roquedas/ por donde traza el Duero su curva de ballesta/ en torno a Soria, obscuros encinares” (“¡Colinas plateadas…”, p. 67); “He vuelto a ver los álamos dorados/ álamos del camino en la ribera/ del Duero, entre San Polo y San Saturio/ tras las murallas viejas/ de Soria…” (“He vuelto a ver los álamos dorados”, p. 68).

Estas descripciones paisajísticas están apenas interrumpidas por algunos versos en los que el yo lírico transmite sus emociones al observar o recordar dichos paisajes. En “¡Colinas plateadas…”, el yo lírico, tras describir los caminos que rodean las colinas, afirma: “Hoy siento por vosotros, en el fondo/ del corazón, tristeza/ tristeza que es amor ¡Campos de Soria/ donde parece que las rocas sueñan/ conmigo vais!” (p. 67). En “He vuelto a ver los álamos dorados”, por su parte, el yo lírico, tras la descripción, afirma: “Álamos de los márgenes del Duero/ conmigo vais, mi corazón os lleva” (p. 68).

Como vemos, el yo lírico, en ambos poemas, está atravesado por un sentimiento muy similar: el sentimiento de que España vive en su corazón, y va junto a él, esté donde esté. Este punto puede conectarse con el análisis realizado en torno a los poemas existenciales de Machado. Aquí, nuevamente, aparece la idea de que el yo lírico de Machado vive y siente el pasado con la misma carga emotiva con la que vive y siente el presente. En definitiva, no importa si el yo lírico está recordando u observando esos paisajes: la emoción que le generan es la misma, ya sea en ausencia o en presencia. Así también sucede en “Recuerdo infantil”, en donde la circularidad construida a través de la repetición final de los primeros cuatro versos demuestra que el recuerdo sigue vivo y transmitiendo la misma emoción en el yo lírico que le transmitía cuando estaba allí, dentro del aula, tomando la lección.

En relación a este punto, el poema “La plaza y los naranjos encendidos…”, otro poema que capta un cuadro costumbrista español, es totalmente cristalino. Vemos con claridad la convivencia entre el pasado del yo lírico, colegial, que corría en la plaza tras salir de clase junto a sus compañeros, con el presente en el que hay otros colegiales: “Tumulto de pequeños colegiales/ que, al salir en desorden de la escuela,/ llenan el aire de la plaza en sombra/ con la algazara de sus voces nuevas (…) // ¡Y algo nuestro de ayer, que todavía/ vemos vagar por estas calles viejas!” (p. 5)

Es como si en esa plaza se mezclaran los colegiales del presente con el fantasma del yo lírico, que sigue “vagando” en esas calles viejas. Aquí también, Machado busca generar un efecto circular. Los colegiales de hoy son como los colegiales de ayer; tanto que es como si estuvieran conviviendo en un mismo tiempo. Ese efecto circular, así como lo hacía en “Recuerdo infantil”, busca generar en el lector que la situación descripta fue y sigue siendo de este modo. Nuevamente, Machado busca fijar la imagen, darle al lector un cuadro español definitivo, en este caso, acerca del momento en que los colegiales salen de la escuela y llenan la ciudad con su alboroto.

Una constante de la obra de Machado, que aparece también en los poemas sobre España, es la utilización del símbolo “camino”. Como ya hemos mencionado, el camino en Machado simboliza el curso de la vida. En general, el curso del camino varía y, por lo tanto, no es uno solo el camino sino que son muchos.

En los poemas sobre España, Machado, en medio de las descripciones de los paisajes, alude a los caminos de tal o cual lugar, como si fueran un elemento más de la naturaleza. Tanto en “¡Colinas doradas…” como en “He vuelto a ver los álamos dorados” les dedica al menos un verso, mientras que uno de sus poema dedicados a describir la naturaleza de Baeza directamente lleva el nombre de “Caminos”. Así dicen sus últimos versos: “Caminos de los campos…/¡Ay, ya no puedo caminar con ella!” (p. 87)

Si bien no es preciso conocer la biografía del autor para comprender sus versos, en este caso es interesante destacar que el poema recientemente citado fue escrito por Machado al poco tiempo del fallecimiento de su mujer, Leonor Izquierdo.