Otelo

Otelo Temas

Apariencia vs. realidad

Este tema es especialmente relevante para el caso del personaje de Yago, al que casi todos en la obra llaman “honesto”, cuando en realidad es traicionero, engañoso y manipulador. Aplica también a Desdémona en un sentido inverso: Otelo cree que ella es engañosa e impura, pero en verdad es inocente y está libre de culpas.

Este tema es crucial para el desarrollo de la tragedia, puesto que Yago es capaz de ingeniar sus maquinaciones gracias a la falsa percepción que tienen los otros de su honestidad. Esta falsa percepción conduce también a la decisión de Otelo de asesinar a su esposa, que se precipita por una conversación entre Yago y Casio que Otelo oye en un estado de confusión tal, que piensa que Casio está hablando de su amorío con Desdémona, cuando en realidad se refiere a su relación con Blanca.

Las malas interpretaciones y las falsas apariencias le permiten a Yago ganarse la confianza de otras personas para engañarlas y manipularlas. Si bien la palabra “honesto” es utilizada en un sentido irónico en todo el texto, la mayor parte de los personajes de la obra pasan por una crisis en la que aprenden en quién pueden y en quién no pueden confiar. La mayoría, desafortunadamente, confía en la honestidad de Yago; esto conduce a la caída de varios personajes, puesto que esta confianza se convierte en la principal causa de su ruina.

Etnia y discriminación

La cuestión de la discriminación étnica es un tema muy importante en la obra, porque tiene que ver con la inseguridad de Otelo, de la que Yago saca provecho para manipularlo. A pesar de su posición y de su destreza militar, Otelo no se siente del todo cómodo en Venecia porque es un Otro; como moro, es constantemente estereotipado como un “salvaje” o un “animal”, aunque habla con elocuencia y muestra cualidades más nobles de las que tienen aquellos que lo juzgan. De esta manera, Otelo se percibe a sí mismo como un intruso, aunque él no es nada de eso. Por su pertenencia étnica, Otelo se siente apartado, piensa que su lenguaje es tosco, que él es cohibido e inseguro; esto lo hace esforzarse más y cuidar mucho de su reputación para ser considerado como un igual por los blancos con los que convive. Puede ser que este esfuerzo lo haya conducido al éxito, pero el prejuicio que lo rodea –especialmente con respecto a su matrimonio con Desdémona– tiene en la obra consecuencias trágicas.

Orgullo y celos

Otelo es una obra que se centra en una tragedia doméstica, en la que los incidentes solo repercuten en la esfera privada de los personajes. En este sentido, ha sido considerada como un estudio de los celos, en donde se ve cómo son llevados a una situación límite hasta provocar la muerte. Desde esta perspectiva, se entiende por qué es Otelo, y no Yago –que tiene más apariciones y líneas en el drama– el protagonista: es él, como principal víctima, quien mejor manifiesta la definición que Emilia da de las personas celosas: “las almas celosas […] / Nunca están celosas por una causa, / Sino celosas porque están celosas. Es un monstruo / Que se engendra a sí mismo, nacido de sí mismo” (III.4. 156-159). Esto quiere decir que los celos no pueden provocarse sin que la persona que los tiene tenga una inclinación hacia ellos; por eso Yago consigue, con muy poco, que Otelo sea poseído por este sentimiento.

Por otro lado, Otelo es defensivamente orgulloso de sí mismo y de sus logros, y se ufana especialmente de su honorable apariencia. Las acusaciones del engaño de Desdémona hieren su orgullo y esto es lo que provoca sus celos; él quiere parecer poderoso, realizado y decente en cualquier instancia posible, y cuando siente que esta apariencia se debilita, su orgullo malherido se vuelve especialmente peligroso. Yago también es, en un sentido, orgulloso, y odia a Otelo por haberlo “relegado / Como un tinterillo” (I.1. 27-28) cuando no lo nombró su lugarteniente. Los dos personajes son movidos por el orgullo para realizar su venganza.

La magia

Otelo es acusado de utilizar la magia para cortejar a Desdémona, solo por el hecho de ser negro y, por lo tanto, “pagano”. Si bien no hay muestras de magia en la obra, podemos decir que las palabras de Otelo poseen poderes mágicos, porque con sus relatos logra enamorar a Desdémona. La magia aparece también simbólicamente en el pañuelo que Otelo le regaló a Desdémona y que Yago utiliza como prueba de la traición de su esposa. Otelo confía mucho en el simbolismo y en el encanto del pañuelo; tan importante es para él, que cae en la trampa que le tiende Yago.

Orden vs. caos

A medida que Otelo abandona la razón y el lenguaje, el caos toma el control de la situación. Su mundo empieza a ser regido por emociones caóticas y acusaciones muy sombrías que superan todo sentido del orden. Otelo se hunde tan profundamente en este desorden, que es incapaz de evitar que su destino fatal se apodere de él.

Aunque Otelo es una tragedia que sucede en el ámbito de lo doméstico, aparecen en la obra algunas manifestaciones de la correspondencia entre el microcosmos y el macrocosmos, propia de la concepción isabelina de la época, donde la perturbación del orden en el plano terrenal tiene incidencia en el plano supraterrenal, y viceversa. Tales manifestaciones aparecen en la tormenta del inicio del Acto II, o cuando Otelo dice que el asesinato ha producido una alteración en la Tierra (V.2. 99-101). Este tema se manifiesta también en imágenes que oponen la luz y la oscuridad, siendo la primera símbolo del orden en el cosmos, mientras lo oscuro connota simbólicamente el caos y el desorden cósmico.

La autoconsciencia

Otelo carece de autoconsciencia, lo que lo convierte en una presa fácil de Yago. Cuando Yago enardece sus celos y despierta los aspectos más oscuros de su naturaleza, no hay nada que Otelo pueda hacer para detener su propia destrucción, ya que ni siquiera puede admitir las falencias que lo dominan. Incluso después de asesinar a su esposa, y de saber que Yago lo engañó, Otelo es incapaz de reconocer que fue manipulado gracias a los defectos de su carácter; él cree que es honorable incluso en el asesinato. Este tema se relaciona con el orgullo de Otelo, que lo ciega ante sus debilidades, precipitando su caída.

El bien vs. el mal

La batalla de Yago contra Otelo y Casio encarna la batalla entre el bien y el mal. Con su maldad, Yago combate para corromper y acentuar la naturaleza defectuosa de los otros personajes, lucha en la que tiene éxito hasta cierto punto. Al final de la obra, ninguno de los dos lados gana, puesto que Emilia y Desdémona mueren, por un lado, pero Yago es descubierto y castigado, por el otro. Otelo es un personaje trágico que no es ni bueno ni malo. Sus imperfecciones lo hacen fácilmente manipulable, y es incapaz de ver la verdad, cegado como está por su orgullo. Aunque es un buen hombre y un buen soldado, lo que tiene de bueno se desvirtúa cuando comete un acto malvado al asesinar a su inocente esposa.

Desdémona es la encarnación del bien en la obra; no hace ningún mal y solo busca amar y ayudar a sus allegados. Pero esta bondad es llevada a un extremo tal en el que Desdémona se resigna ante su propia muerte. Otelo representa un área gris entre el bien y el mal, donde el interés propio nubla hasta las mejores intenciones, y personas de ambos lados mueren.