Las partículas elementales

Las partículas elementales Imágenes

La decadencia física

El paso del tiempo y la decadencia del cuerpo es un tema que atraviesa toda la obra, y el narrador incluye una serie de imágenes sensoriales para ilustrarlo.

Bruno es uno de los personajes más preocupados por la decadencia física. En su juventud, no podía parar de contemplar la rápida degradación de su cuerpo y sentir pena de sí mismo:"El pelo, pegado al cráneo de tanto sudar, empezaba a ralear por delante; los pliegues de la barriga se veían a través de la camiseta" (p. 155).

Annick, la chica que Bruno conoce en la playa, también da cuenta de la rápida decadencia que sufre su cuerpo. Cuando Bruno la vuelve a encontrar, pocos años después, se dice de Annick:"Estaba todavía más fea, y era casi obesa. Las gafas cuadradas de montura negra y gruesos cristales reducían aún más sus ojos oscuros, subrayando la blancura enfermiza de su piel" (p. 153)

Este tipo de imágenes salpica la novela y pone de manifiesto la frustración que sufren los personajes al observar la decadencia de sus cuerpos. Christine es un claro ejemplo de ello, y se lo hace notar a Bruno cuando, por ejemplo, habla de la flaccidez de los labios de su vagina.

Janine, la madre de Bruno y de Michel, también delata, en su lecho de muerte, la decadencia de su cuerpo:"Lo que le impresionó nada más verla fue su extrema delgadez, los pómulos salientes, los brazos dislocados. Tenía la piel terrosa, muy oscura, respiraba con dificultad, era obvio que estaba en las últimas; pero por encima de la nariz, que parecía ganchuda, los ojos brillaban en la penumbra, inmensos y blancos" (pp. 259-260).

El aspecto físico de los personajes

Todos los personajes de la novela están descriptos físicamente, aunque de forma breve y con el objetivo de señalar el estado particular de aquellos rasgos que, según el narrador, pueden resultar atractivos en un hombre o una mujer. Un ejemplo de este mecanismo se observa, por ejemplo, en la descripción de las mujeres que Bruno encuentra a lo largo de su vida:

A Annick, la chica que conoce en la playa, se la describe de la siguiente manera:"era muy rechoncha, una bolita con una cara tímida, la piel muy blanca y granos" (p. 75).

En El Espacio de lo Posible, las personas con las que se cruza Bruno son descriptas también con algunas imágenes visuales que sirven para destacar sus rasgos físicos. A Catherine la presenta de la siguiente manera:"Era morena, de pelo muy rizado, tenía una tez mate; a los 20 años tenía que haber sido muy atractiva. El pecho le aguantaba bien pero tenía un culo enorme" (p. 128).

A Pierre Louis, un profesor de matemáticas que ronda los 45 años lo describe así:"Era más bien delgado y muy alto, un metro noventa por lo menos; pero tenía un poco de barriga, y su barriga era un espectáculo curioso cuando avanzaba por el trampolín" (p. 129).

Sobre Christiane, quien se convertirá en la pareja sexual de Bruno, el narrador indica:"Era delgada, más baja que Bruno, y debía de haber sido muy bonita, pero los rasgos de su cara delicada estaban marchitos y tenía algunas rojeces. Solo la melena seguía siendo espléndida, sedosa y negra. La mirada de sus ojos azules era dulce, un poco triste. Tendría unos 40 años" (p. 140).

En verdad, este mismo proceso se puede observar con muchos de los personajes a lo largo de toda la novela. En la primera parte, por ejemplo, se dan las siguientes imágenes visuales de David di Meola:"Era increíblemente guapo, de una belleza a la vez animal y diabólica; una cara viril, pero de rasgos asombrosamente puros; largo pelo negro muy espeso, un poco rizado; grandes ojos de un azul profundo" (p. 85).

Las jóvenes en El Espacio de lo Posible

Durante sus vacaciones en El Espacio de lo Posible, Bruno no puede dejar de observar a las jóvenes que vacacionan y andan por el complejo en bikini o semidesnudas. Las imágenes de las adolescentes parecen acecharlo y despiertan en él un deseo sexual irrefrenable. Cuando se aproxima a los baños, por ejemplo, Bruno no puede dejar de contemplar a las muchachas que se duchan:

Eran cuatro, de entre quince y diecisiete años y estaban junto a las duchas, justo enfrente de la fila de lavabos. Dos de ellas esperaban, solo con la braga del traje de baño; las otras dos se retorcían como anguilas, charlaban, se tiraban al agua, daban grititos: estaban completamente desnudas. El espectáculo era de una gracia y un erotismo sin límites (...) Una de las chicas, morena y grácil, salió del agua y cogió una toalla; se aporreó con ella los jóvenes pechos, contenta. Una pelirroja se quitó la braga y tomó el relevo en la ducha: tenía los pelos del coño de un rubio dorado. (p. 105)

Más adelante, mientras Bruno pasea por la playa, las jóvenes siguen llamando su atención: "La playa estaba llena de horteras en bermudas y pijitas en tanga; era muy tranquilizador. Compró una bolsa de patatas fritas y caminó entre los veraneantes hasta que le echó el ojo a una chica de unos veinte años con las tetas soberbias, redondas, firmes, altas, con grandes aureolas color caramelo" (p. 132).

La caminata de Bruno sigue y las imágenes de las adolescentes se suceden como visiones que lo enloquecen de deseo, como se muestra en la siguiente cita: "De pronto, justo delante de él, tres adolescentes surgieron de las olas; como máximo, tendrían catorce años (...) Con una coordinación casi perfecta, las chiquillas se bajaron el traje de baño para broncearse el pecho" (p. 132).

Las prácticas sexuales

En Las partículas elementales abundan las escenas sexuales entre parejas, protagonizadas especialmente por Bruno. Un ejemplo de las imágenes visuales y auditivas que el narrador utiliza para describirlas puede encontrarse en este pasaje:

Las estrellas giraban suavemente sobre su rostro. Se relajó en los brazos de la mujer, su sexo erecto emergió a la superficie. Ella movió un poco las manos, él apenas sentía la caricia (...) El largo pelo le rozó el vientre, y luego la lengua de la chica tocó la punta del glande. Todo el cuerpo de Bruno se estremeció de felicidad. Ella cerró los labios y despacio, muy despacio, se lo metió en la boca. Él cerró los ojos; le recorrían escalofríos de éxtasis (...) Cuando los labios de la chica llegaron a la base del pene, él empezó a sentir las contracciones de la garganta (...) Ella contraía suavemente las paredes de la garganta, y toda la energía de Bruno fluyó de golpe a su sexo. Se corrió con un alarido; nunca había experimentado tanto placer. (p. 139)

Desde que Bruno comienza su relación con Christiane, las relaciones sexuales se dan entre grupos de parejas, en discotecas para adultos liberales. Hacia el final se la segunda parte de la novela, las imágenes de las orgías se suceden con frecuencia. A continuación se cita un fragmento a modo de ejemplo:

Bruno se sentó en una cama justo al lado de una morena alta de pechos grandes; un tipo de unos cincuenta años, que no se había quitado ni la camisa ni la corbata, la estaba lamiendo. Christiane le desabrochó el pantalón y empezó a hacerle una paja, mirando a su alrededor (...) Cerca de él, en la cama, una morena gemía cada vez más fuerte; él le cogió los pechos. Tenía una erección de caballo (...) Otra pareja se sentó a su lado; la mujer, una pequeña pelirroja de unos veinte años, llevaba una minifalda de plástico negro. Miró a Christiane, que le seguía lamiendo; ella le sonrió, se levantó la camiseta para enseñarle los pechos. La otra se subió la falda revelando un coño muy poblado, también pelirrojo. (p. 244)