Las mil y una noches

Las mil y una noches Resumen y Análisis Simbad el Marino: La historia del séptimo viaje

Resumen

La historia del séptimo viaje

Una vez más, Simbad, el cargador humilde, se une a los otros oyentes para escuchar la historia de los viajes de Simbad. Después de la cena, el Marino cuenta su séptimo y último viaje.

En principio, luego de regresar de su sexto viaje, Simbad estaba contento en Bagdad, sin deseos de volver al mar. Sin embargo, cuando el califa Harun al-Rashid le pidió que le llevara regalos al rey de Serendib, Simbad no tuvo otra opción que acceder a su pedido.

Simbad logró llegar a Serendib sin problemas, y el rey lo recibió amablemente, agradeciéndole los regalos. Así y todo, en el viaje de regreso, Simbad enfrentó contratiempos. Esta vez, su barco y su tripulación fueron capturados por piratas, quienes tomaron prisionero a Simbad y lo vendieron como esclavo a un rico comerciante.

Después de darse cuenta de que su nuevo esclavo era bueno con el arco, el maestro comerciante de Simbad le ordenó que se escondiera en un árbol y le disparara a un elefante mientras pasaba la manada. Después de tener éxito, Simbad y el mercader enterraron el cadáver del animal, para luego poder recolectar sus huesos y venderlos como marfil. Continuaron matando elefantes de esta manera, hasta que los animales se dieron cuenta de lo que estaba pasando y un día rodearon el árbol en el que se encontraba Simbad. Luego de capturarlo, llevaron a Simbad a un cementerio de elefantes, donde había enormes pilas de huesos. Claramente, querían que Simbad y el comerciante recolectaran marfil de aquí, en lugar de matar más elefantes.

Cuando Simbad le contó a su amo lo que había descubierto, este último reveló cómo los elefantes habían matado a muchos esclavos en el pasado, lo que significaba que Simbad había sido el primero en sobrevivir. En agradecimiento, el amo le concedió a Simbad su libertad y le regaló un barco de marfil para que regresara a casa.

Sin embargo, Simbad había desarrollado una profunda desconfianza hacia el mar, por lo que solo navegó hasta el puerto más cercano y luego se unió a una caravana de mercaderes que viajaba por tierra. Con ellos regresó a Bagdad, decidido a no abandonar la ciudad nunca más.

Una vez que Simbad termina la historia de su séptimo y último viaje, el cargador reconoce que las dificultades del marino superan las suyas. Simbad el Marino le da a Simbad el cargador más dinero, lo suficiente como para asegurarse de que nunca tendrá que volver a su trabajo como cargador del puerto.

Análisis

Antes de comenzar el análisis de este último viaje de Simbad, vale aclarar que existe un final alternativo de esta historia que aparece en algunas ediciones de Las mil y una noches. En ese final distinto, Simbad termina naufragando después de emprender su último viaje. Luego construye una balsa y flota río abajo hasta una ciudad, donde su principal comerciante le entrega a su hija en matrimonio a Simbad y lo nombra su heredero antes de morir. Sin embargo, esta ciudad es más extraña de lo que parece: una vez al mes, sus habitantes se transformaban en pájaros. Simbad convence a uno de los pájaros para que lo lleve más allá de las nubes, donde escucha a los ángeles glorificando a Dios. Poco después, aparece fuego del cielo que consume a los hombres-pájaro. Ellos culpan a Simbad y lo colocan en la cima de una montaña como castigo. Allí Simbad conoce a dos jóvenes. Ellos son siervos de Dios y le dan un bastón de oro. Cuando Simbad regresa a la ciudad, se entera por la hija del jefe de los comerciantes que los pájaros son, en realidad, demonios, aunque ella no es uno de ellos. Luego, Simbad la lleva a casa con él y resuelven vivir en paz. Tanto en la versión de la edición con la que trabajamos en la presente guía como en la otra, Simbad nunca más vuelve al mar.

Hecha esta aclaración, nos sumergimos en el análisis de este séptimo viaje. Por primera vez, Simbad decide que ya ha tenido suficiente del mar. Si uno de los temas principales de estas historias es que la curiosidad puede matar, entonces esto marca el desenlace de su historia. En ese sentido, parece haber aprendido la lección: si bien en algún momento arriesgó su vida para obtener fortuna, luego del sexto viaje, él entiende que ya tiene suficiente riqueza y que no tiene sentido seguir tentando a la suerte.

Así y todo, vuelve a partir, a instancias del califa. El hecho de que proteste y se vaya de todos modos revela su dedicación a su imperio y su gobernante, pero esa es solo una explicación. También podríamos decir que Simbad pertenece al mar. Si las historias son la forma en que nos definimos, en cierta medida, tiene sentido que Simbad regrese una última vez al mar, incluso, para poner de relieve la evolución que sufrió su personaje. En última instancia, es allí, en el mar, donde se convirtió en quien es, donde sufrió, adquirió experiencia y se volvió una mejor versión de sí mismo. Por lo tanto, tiene sentido que quiera experimentarlo una vez más antes de finalmente establecerse con su riqueza en casa.

Por supuesto, es interesante que siga contando estas historias con tanto entusiasmo, aunque haya renunciado al mar. De alguna manera, ese entusiasmo indica que todavía está obsesionado con él. Una vez más, Las mil y una noches reflexiona sobre el hecho de narrar. En ese sentido, subyace durante toda la obra la idea de que contar historias es una forma de recordar constantemente quiénes somos.

Por otro lado, no está claro cómo las dos versiones diferentes de la historia final se volvieron tan comunes, pero cada una agrega algo diferente a la historia de Simbad. En la primera versión, Simbad escapa de su desgracia de una forma distinta a la habitual. Aquí, su amo le concede la libertad; él no tiene que forzar nada. Es un reflejo de su virtud (los elefantes confían en él), y no solo de su fuerza o su astucia.

Después de ese guiño del destino, Simbad elige viajar la mayor parte del camino a casa por tierra, lo que sugiere que finalmente ha obtenido todo lo que necesitaba del mar. Quizás esta decisión esté ligada al hecho de que fue liberado por esa virtud que fue desarrollando a lo largo de todos los viajes anteriores. Ahora ha sido elogiado, no solo como un hombre fuerte, sino como uno bueno y digno de confianza. Esta virtud se alinea con su identificación como buen musulmán y, por lo tanto, ofrece una culminación satisfactoria para una larga historia llena de problemas. En ese sentido, está claro que el mar, para Simbad, además de ser sinónimo de aventuras, también está ligado a contratiempos y peligros.

Ahora bien, la segunda versión sugiere fundamentalmente el mismo final, aunque de un modo más explícitamente espiritual. En esta versión, Simbad tiene un encuentro directo con los cielos, y no solo se le permite escapar del castigo, sino que, de hecho, los ayudantes de Dios le dan un regalo. En otras palabras, Dios reconoce la bondad de Simbad y desea recompensarlo por sus luchas. Además, Simbad regresa a Bagdad con una nueva esposa en esta versión, un símbolo impuesto que lo ata a la casa, o sea, lo mantiene alejado del mar.

Una vez más, lo que ambos finales tienen en común es la idea de que Simbad ahora ha sido bendecido por su virtud. No es un vagabundo del mar, sino un ciudadano íntegro cuya riqueza refleja su bondad. En última instancia, esto es lo que el humilde cargador debe aprender: el éxito no está disociado de la bondad, sino que, de hecho, está íntimamente ligado a ella. Este valor estaba muy aferrado a la creencia islámica de aquel entonces, lo que significa que estas historias tenían un propósito más bien didáctico, además de ser entretenidas.

En los siete viajes de Simbad el Marino aparece de una forma clara y contundente el tema del ascenso social, muy presente a lo largo de toda Las mil y una noches. Además, el hecho de que el patrón de caída y ascenso se repita siete veces lo hace aún más fuerte. Simbad ha aprendido mucho a lo largo de sus viajes y ha ganado su prosperidad, no solo por una cuestión de suerte, sino también por perseverancia y bondad. Los lectores (y Shahri-iar) deben aprender esto junto con el cargador humilde.