Las armas secretas (cuento)

Las armas secretas (cuento) Temas

El enamoramiento

"Las armas secretas" comienza con el joven Pierre que espera a Michèle. En esta espera rápidamente queda claro que Pierre es un sujeto enamorado: compara a Michèle con la salida del sol, imagina cómo será el momento en que ella llegue, teoriza explicaciones para explicar su tardanza y se preocupa por dicha demora. Estos y muchos otros pensamientos ponen en evidencia los modos de sentir propios del sujeto enamorado.

Pierre se encuentra completamente enajenado por su amor hacia Michèle, sentimiento que atraviesa todas las dimensiones de su vida. Así, cuando se junta con Michèle y sus amigos (Roland y Babette), sufre por la presencia de estos últimos, ya que no le permiten estar a solas con su amada. Durante el momento compartido entre los cuatro, a Pierre le resulta dificultoso hacerse presente en la charla, se abstrae en sus pensamientos e inclusive se fastidia por trivialidades, como tener que darle la mano a Roland. Esta desconexión de su entorno pone en evidencia hasta qué punto el mundo de Pierre está colmado por su amor hacia Michèle.

Más tarde, cuando Pierre se encuentra con Xavier, la única charla que le propone a su amigo versa sobre Michèle. Ella es el único tema que habita en su mente, y por esto mismo le pide consejos a su amigo: dada la importancia que Michèle tiene en su vida, Pierre se lamenta ante cada comportamiento extraño que manifiesta frente a ella. Lastimarle el labio o mencionarle lugares u objetos desvinculados de su cotidiano -Enghien, la bola de vidrio, entre otros- son para Pierre acciones que ponen en peligro el vínculo. Xavier intenta apaciguar las preocupaciones del enamorado, pero nada logra al respecto.

De esta forma, la psicología de Pierre introduce al lector en la perspectiva y la forma propia de percibir el mundo del enamorado.

La obsesión

Mientras Pierre espera en su departamento la llegada de Michèle, se entrega a reiterativos devaneos mentales. Es así que desde el comienzo del relato se comprende el carácter obsesivo del enamoramiento de Pierre. En su psicología abismada se producen concatenaciones de pensamientos que derivan en las conclusiones más trágicas; por ejemplo: Michèle no llega a su departamento porque no lo quiere ver. Lo patológico de estas conclusiones se constata cuando el narrador da a entender que Pierre está al corriente de los problemas familiares que atraviesa Michèle y que son la causa de su ausencia: "Después Michèle explica lo presumible, lo que Pierre hubiera debido pensar. Los frecuentes desvanecimientos de su madre, papá que se asusta y telefonea a la oficina, saltar a un taxi para que luego no sea nada, un mareo insignificante. Todo eso no ocurre por primera vez" (p. 362). Así, se hace patente la obsesión en el enamoramiento de Pierre, su incapacidad de pensar lógicamente y su propensión a pensar siempre lo peor de su vínculo.

La obsesión es permanente y aumenta a lo largo del relato. Cuando Pierre finalmente se encuentra con Michèle en un café, la obsesión cambia de sentido. Ahora la pregunta es: ¿por qué no están a solas? En Pierre se vuelve imperante la necesidad de concretar el acto sexual y a pesar de estar compartiendo la mañana con Michèle, no puede comprometerse con el momento ni dejar de pensar en la dimensión sexual de su vínculo.

Más tarde, cuando Pierre se encuentra con su amigo Xavier, no puede dejar de repasar todo lo que dijo e hizo frente a Michèle momentos antes. Su amigo Xavier intenta calmarlo, pero luego de partir, Pierre persiste en ese estado mental de constante revisión del pasado e incertidumbre por el futuro.

El carácter obsesivo de Pierre se relaciona con el carácter obsesivo del alemán, quien, de alguna forma, vuelve de la muerte para castigar a Michèle y abusar de ella otra vez. En el final del relato, cuando Pierre regresa al pabellón, ya no es su propia obsesión lo que lo mueve, sino la obsesión del alemán por la venganza. Así, la obsesión propia del enamoramiento y del deseo de concretar el acto sexual conviven en Pierre con la obsesión por la venganza del alemán, y ambas son las que desencadenan el clímax del relato, el momento en que Pierre cede el espacio de su personalidad al alemán y vuelve a violar a Michèle.

La violencia

El relato, situado en los años de posguerra, está atravesado por la violencia desde su inicio hasta el final.

En primer lugar, Pierre es violento con sus formas de aproximarse a Michèle: un beso resulta en una lastimadura del labio o en un forcejeo, y hasta las más simples preguntas resultan en actos de violencia verbal:

—Te ha aceptado en seguida —dice Michèle, lamiendo el borde del vaso—. ¿Te gusta mi casa?

—No —dice Pierre—. Es sombría, burguesa a morirse, llena de muebles abominables. Pero estás tú, con esos horribles pantalones. (p. 374)

Cuando Pierre y Michèle se encuentran a solas en el pabellón, la violencia escala progresivamente, y Michèle tiene que escapar en reiteradas ocasiones de situaciones violentas. En verdad, cada vez que Pierre intenta acercarse a ella, termina buscando dominarla físicamente, y Michèle se ve obligada a forcejear, escabullirse y, finalmente, encerrarse en la cocina. Así, todo el encuentro de la pareja en el pabellón está atravesado por la violencia.

La violencia no se constata solo en el vínculo entre Pierre y Michèle, sino también en los hechos que rodean el oscuro pasado de esta última, quien siete años atrás fue violada durante la guerra por un alemán. Aquel trágico evento acecha a Michèle hasta el presente y le dificulta relacionarse con Pierre.

Además, la venganza que Babette y Roland ejecutan hacia el perpetrador del abuso de Michèle también es violenta. De entre todas las formas de intervenir posibles, los amigos de Michèle optaron por llevar al nazi a un bosque y darle un escopetazo en el rostro. Este acto de violencia revive a través de Pierre, ya que constantemente es atacado por las imágenes de los últimos momentos de vida del alemán.

Así, la violencia en el relato aparece como una forma de obrar escogida por varios personajes: Pierre, el alemán, Babette y Roland. Desde los agravios verbales hasta la violación y el asesinado, "Las armas secretas" es un cuento atravesado por la violencia.

La amistad

La presencia de la amistad en el relato es destacable, ya que los hechos se dan entre un grupo de amigos compuesto por Pierre, Michèle, Babette, Roland y Xavier. Ellos se suelen manejar en conjunto, se reúnen en bares, cafés o incluso en el consultorio de Xavier.

Dentro del grupo, existen vínculos más profundos y antiguos establecidos entre algunos personajes. Por ejemplo, Xavier es el mejor amigo de Pierre y, a la vez, camarada de Roland, quien por su parte es íntimo amigo de Babette y siempre aparece junto a ella. Roland y Babette, por su parte, son los mejores amigos de Michèle y posiblemente este sea el vínculo amistoso más estrecho y profundizado en el relato.

Roland y Babette son los únicos que saben del acontecimiento traumático vivido por Michèle siete años atrás; ellos la conocían en ese entonces y vengaron a su amiga asesinando al alemán que la violó. En el presente del relato, no solo acompañan a Michèle y la ayudan a que supere aquel trauma, sino que también intentan protegerla y ayudarla para que pueda volver a vincularse íntimamente con otro hombre. En este sentido, Roland y Babette funcionan como vínculos de protección y contención de Michèle, y representan la amistad en el relato desde un lugar de compromiso y preocupación genuinos.

La sexualidad

Una parte del conflicto que atraviesan Pierre y Michèle está relacionado con la dimensión sexual de su vínculo. Para Pierre, tener relaciones por primera vez con Michèle es una prioridad. Contrariamente, Michèle, afectada por un trauma del pasado, no se siente preparada para tal grado de intimidad. De esta forma, la sexualidad cobra gran relevancia durante todo el relato. Esto puede observarse en diversas ocasiones, como cuando Michèle y Pierre se encuentran en la cafetería y él no escucha lo que ella dice porque solo piensa en el momento en que puedan verse a solas. Más adelante, cuando ambos se encuentran solos en el pabellón, Pierre no para de forzar a Michèle con sus besos y caricias, incluso cuando ella le pide por favor que se detenga. Así, el abuso sexual, como acto que unifica el sexo y la violencia, se va perfilando en el vínculo desde el primer beso en la cafetería hasta los forcejeos en el sofá del pabellón y, luego, la violación al final del relato.

La conducta obsesiva y violenta de Pierre resulta profundamente dolorosa para Michèle, quien fue victima de un abuso sexual 7 años atrás. Pierre, que por momentos pierde el control de sí mismo y queda a merced del alemán que abusó de Michèle, revive en ella los recuerdos de aquel oscuro acontecimiento. En este sentido, el acto sexual no se concreta porque Pierre permanentemente revive el trauma sufrido por Michèle.

Finalmente, poseído por la personalidad del alemán, Pierre abusa sexualmente de Michèle. Para el nazi, el abuso sexual implica la consumación de su venganza, mientras que para Pierre significa concretar el acto sexual con su amada.