En 1959, Julio Cortázar publica Las armas secretas, su tercer libro de cuentos y uno de los volúmenes que le daría, justificadamente, más fama. Editado en Argentina por Editorial Sudamericana y compuesto por un total de cinco cuentos, se trata de un libro que contiene algunos textos indispensables para entender el conjunto de su obra y que se han convertido en hitos de la literatura latinoamericana. Entre ellos, "El perseguidor" y "Las babas del diablo" llegaron a tener sus propias adaptaciones cinematográficas (El Perseguidor, por Osias Wilenski y Blow Up, por Michelangelo Antonini, respectivamente). "El perseguidor", además, representa tanto para los críticos como para su propio autor un punto bisagra en su narrativa, puesto que cierra una etapa de su trabajo literario y abre una nueva.
Dentro de Las armas secretas, el cuento homónimo es un ejemplo magistral del relato fantástico cortazariano. El narrador en tercera persona introduce al lector en un drama amoroso de posguerra entre dos jovenes franceses: Pierre y Michèle. Paulatinamente, el comportamiento extraño de Pierre ante su novia delata la presencia de algo más: una serie de imágenes y sensaciones se apoderan de Pierre, lo confunden y lo empujan a actuar de forma inexplicable; así, lo que el lector podría interpretar como un enamoramiento obsesivo se revela al final del cuento como la superposición de dos planos de existencia: en Pierre se ha hecho presente un alemán que siete años atrás había violado a Michèle. Asesinado por los amigos de su víctima, las acciones del alemán logran encarnar en Pierre para cumplir su venganza contra Michèle.
Con este giro sorprendente al final del relato, Cortázar se establece como un maestro del relato fantástico que logra actualizar el género y convertirlo en un medio para explorar la realidad y las relaciones humanas.
