La mano izquierda de la oscuridad

La mano izquierda de la oscuridad Ursula K. Le Guin y la antropología

Es un lugar común decir que Le Guin no es una escritora sino una arquitecta de universos. Gran parte de su obra consiste en desarrollar con mucha minuciosidad todo el contexto social, político y cultural de las sociedades de sus historias. Esa vocación nace muy temprano en ella por influencia de sus padres, dos antropólogos de renombre que llevaron a cabo investigaciones importantes sobre las tribus autóctonas de California. Una historia de gran importancia personal y profesional de su padre Alfred sin duda influye en uno de los aspectos más destacados de La mano izquierda de la oscuridad: la trascendencia del encuentro personal con el otro.

En 1911, un hombre que parecía un mendigo emergió de un bosque en llamas. Estaba desorientado en un mundo que le era desconocido. Para protegerlo, las autoridades contactaron a Alfred Kroeber, un antropólogo que trabajaba con las comunidades nativas del área. Fue él quien pudo identificar al hombre como el último miembro de la tribu yahi de California. Desde la fiebre del oro, los miembros de esta tribu habían sido víctimas de sucesivas campañas genocidas. Un grupo de esta tribu decidió alejarse y cortar la comunicación con el mundo moderno para poder preservar su forma de vida. Para 1911 solo quedaba uno.

Entre los miembros de la tribu yahi existe la costumbre de no pronunciar el propio nombre ante otra persona. Por ese motivo, Kroeber decidió empezar a llamarlo Ishi, que en la lengua yahi significa "hombre". Durante tres años y hasta su muerte, los antropólogos de la Universidad de California estudiaron su cultura, e Ishi les mostró cómo construía sus herramientas, cuáles era los mitos y leyendas de su pueblo y las particularidades de su lengua. Desde el lugar que le dieron en el Museo de la Universidad de California, Ishi pudo dar testimonio del genocidio de su pueblo y la destrucción de su mundo.

Alfred Kroeber desarrolló una amistad personal con Ishi y lo acompañó durante sus últimos años. Siempre se acercó a su cultura con genuina y respetuosa curiosidad. Después de su muerte, Theodora Kroeber, la mujer de Alfred, asumió la responsabilidad de poner por escrito la experiencia del encuentro de dos mundos: el de Alfred y el de Ishi. Theodora también era una antropóloga de renombre y se había dedicado a recopilar mitos y leyendas pertenecientes a la tradición oral de los pueblos de California. Declaró que decidió ser ella quien iba a poner por escrito la historia de Ishi, porque para su marido la experiencia era muy cercana y personal. Alfred sufrió mucho con la muerte de Ishi, que contrajo tuberculosis, la misma enfermedad que se había llevado a la primera esposa de Alfred.

Como catedrático a principios del siglo XX, Alfred sostenía una perspectiva novedosa para entonces: el relativismo cultural, una perspectiva opuesta a la que dominaba la antropología y los estudios culturales en ese momento: el etnocentrismo y darwinismo social. El etnocentrismo implica la valoración de algunas culturas por encima de otras y la lectura de una cultura como más o menos "evolucionada". Por el contrario, el relativismo cultural considera que los valores y conceptos de una cultura no pueden ser entendidos en su totalidad por fuera de ella; siempre hay una especificidad cultural que no puede ser traducida dadas las limitaciones del lenguaje y el sesgo del observador.

Alfred y Theodora son los padres de Ursula K. Le Guin. En su novela La mano izquierda de la oscuridad, Genly, el protagonista, solo consigue comprender y apreciar la cultura del planeta que visita cuando establece un vínculo personal con un individuo de esa comunidad y desarrolla una auténtica amistad. Únicamente cuando eso sucede, al igual que Alfred e Ishi, Genly se ve transformado por la cultura a la que inicialmente se acercó como un "otro".